domingo, 9 de mayo de 2021

Ayuso en Madrid



En el siglo XIII había una carrera llamada Angelología.
Licenciados angelólogos, doctores angelólogos y eruditos angelólogos daban sus lecciones en auditorios llenos de aplicados estudiantes que se afanaban sobre asignaturas que trataban sobre cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler, o de dónde nacen las alas de los ángeles o si los ángeles son machos o hembras o si carecen de sexo.
Santo Tomás, considerado como el gran filósofo de la escolástica, llegó a dedicar unos cuantos tomos a la Angelología.
Los ángeles fueron reales, tuvieron jerarquía y se comunicaron con los humanos mientras toda la maquinaria cultural e ideológica defendió su existencia. .
Los ángeles vivieron entre nosotros hasta que, desde otros púlpitos, otros oradores comenzaron a hablar de la ciencia y del progreso infinito. Los ángeles dejaron de existir cuando se dejó de creer en ellos, como el progreso infinito será solo un monstruo en el futuro.
Piensen ustedes que cuando aquellos curas y rabinos gritaban desde los púlpitos con los ojos encendidos de fe y locura, no se había inventado ni la imprenta. Solo unos fanáticos a grito pelado generaron toda esa oleada de fe inquebrantable.
Imaginen hoy, legiones de periodistas jugosamente pagados, televisiones parciales, páginas de internet donde cualquiera acusa a cualquiera, libelos convertidos en programas electorales...
Imaginen la posibilidad que tienen de liberar sus ideas, de tener pensamiento propio entre ese contubernio de voces.
No es Madrid, es que sin cultura, sin tiempo para la reflexión, se pasa de creer en los ángeles a creer en la democracia neoliberal.
PD: Cuando digo cultura me refiero a una magnífica ola que se forma en la calle y surge de la vida; donde nace y se desarrolla el lenguaje; la Universidad y los intelectuales la interpretan después, y son muy necesarios pero no son los dueños de nada.

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