viernes, 17 de julio de 2020

Alfonso XIII: Patriota, halitoso y pornopionero. Parte segunda



En mayo de 1902 cuando el rey cumple 16 años se declara su mayoría de edad y termina la regencia la discreta María Cristina de Habsburgo. El joven rey jura el día 17 ante su madre la Constitucion de 1876 e inicia su reinado personal que se prolonga hasta el 14 de abril de 1931, fecha en que se tuvo que ir al exilio ( "que no se ha marchao, que lo hemos echao" coreaban los alegres republicanos) al haberse proclamado la II República.
Durante el reinado del padre y la regencia de la madre había funcionado el juego de la Restauración donde una constitución hábil asegura el poder a los jefecillos o caciques en el plano local, y el turno de los dos partidos en el plano nacional. Entre Cánovas y Sagasta andaba el juego no entorpecido por la regente, una mujer inteligente.
Pero la política de represión en Cuba y Filipinas que no querían independencia sino autonomía fue un desastre. El fin del imperio en 1898 suscitó un movimiento de intelectuales y la rebeldía de las regiones industrializadas que sin el comercio americano cuando giran la vista a la Meseta se encuentran con un desierto.
Entre 1902 y 1917 el conservador Antonio Maura y el liberal Canalejas tratan de seguir con el juego del turno. Pero en Cataluña, el anarquismo obrero y el regionalismo intelectual y burgués van a oponer seria resistencia.. En 1906 se presenta a las elecciones la Solidaridad Catalana. En 1909, una movilización de tropas para Marruecos hace que estallase en Barcelona "la semana trágica" que concluye con la ejecución de Ferrer acusado de responsabilidad ideológica. Maura sufre entonces una repulsa absoluta, que lleva al poder a Canalejas. Éste entre 1910 a 1912, intenta resolver el problema marroquí, limitar el poder del clero y ofrecer a los catalanes la "Mancomunitat", órgano de autonomía parcial. Pero Canalejas es asesinado. Romanones y García Prieto alternan con Dato, rival de Maura en el seno del partido conservador.
La guerra europea divide a los políticos en germanófilos y aliadófilos La neutralidad fue conservada, pero la carestía de la vida y el papel cada vez más importante desempeñado por las masas industriales acabaron por producir la revolución de 1917.
Mientras estos cambios prodigiosos sucedían en el país, qué hacía Alfonso.
El rey se presenta a sí mismo como "regeneracionista"
"En este año me encargaré de las riendas del Estado, acto de suma trascendencia tal como están las cosas, porque de mí depende si ha de quedar en España la Monarquía borbónica o la República. Porque yo me encuentro al país quebrantado por nuestras pasadas guerras, que anhela por alguien que le saque de esta situación; la reforma social a favor de las clases necesitadas, el Ejército con una organización atrasada a los adelantos modernos, la marina sin barcos, la bandera ultrajada, los gobernadores y alcaldes que no cumplen las leyes. En fin, todos los servicios mal organizados, y mal atendidos..... Yo puedo ser un rey que se llene de gloria regenerando a la patria, cuyo nombre pase a la Historia como recuerdo imperecedero de su reinado, pero también puedo ser un rey que no gobierna, que sea gobernado por sus ministros, y por fin puesto en la frontera"
Ya dejaba ver en el discurso que no tenía intención de dejar gobernar como lo había hecho su sabia madre Alfonso llegaba con pretensiones de conquistar al gloria como rey. Su propia gloria.
Desde el primer momento mostró su poco aprecio por la Constitución pues él como rey se sentía por encima de la norma suprema y un patriotismo visceral que le hizo muchas veces ir más allá de lo legal.
En el primer Consejo de Ministros que presidió se vio obligado a escuchar que cualquier decisión del Rey que no llevase el refrendo de sus ministros no tendría validez legal alguna. Era el primer toque de atención, absolutamente necesario vista la autoritaria naturaleza del recién estrenado monarca.
Pero el rey tenia muy claro que él era superior a todo y todos y en ningún momento iba a dejar de entrometerse en los asuntos de las cortes. Fueron tantas las veces que intervino que llegó a convertirse en un serio problema al que se llamó "crisis orientales".
En mayo de 1905 iniciaba en París Alfonso su primer gran viaje y a la salida de una gala en la Ópera un anarquista le lanzó una bomba. En Londres fue agasajado por el rey Eduardo VII. Se pensaba en un posible noviazgo con la princesa Victoria Patricia, sobrina, por tanto, de Eduardo VII, pero a la chica no le gustó el rey, así que se pensó en otra Victoria, Victoria Eugenia de Battenberg quien parecía más dipuesta a ser reina de España. El monárquico ABC escribió en sus páginas maravillas de la joven, quien solo tenía el defecto de ser anglicana lo que tuvo fácil solución en la ceremonia de abjuración del Palacio de Miramar de San Sebastián.
Sin el impedimento religioso la boda se celebró el 31 de mayo de 1906 en la iglesia de San Jerónimo el Real donde, tradicionalmente, desde la época medieval, habían prestado juramento los Príncipes de Asturias.
Las generosas masas de Madrid siguieron el recorrido de los novios con vítores y muestras de alegría No duraron mucho porque el rey sufrió un nuevo atentado. Un anarquista lanzó una bomba dentro de un ramo de flores. Hubo 23 muertos y un centenar de heridos. El rey y la reina se salvaron, lo que permitió que el 10 de mayo de 1907 veintiún cañonazos anunciaron la venida al mundo de un varón, que fue bautizado con el nombre de Alfonso.
Con Alfonso se supo que la reina transmitía la enfermedad familiar de la hemofilia a los hijos. En 1908 nació Jaime, quien quedó convertido en sordomudo tras las trepanaciones para curar la mastoiditis.. Al año siguiente nació Beatriz, una niña completamente sana, pero en 1910 otro infante, Fernando, duró solo unos días; luego nació María Cristina. y en 1913, nacía Juan, el único varón sano para desgracia de los que leemos estas líneas pues fue el quien engendró el regalo de la nueva restauración monárquica.
Mientras nacían sus hijos el rey seguía interviniendo en política mucho más de lo permitido, llevado casi siempre por simpatías o antipatías personales y a veces solo por caprichos. Su patriotismo histriónico y su amor por el militarismo generaron muy desgraciados discursos y arengas a los soldados en guerra en el Norte de África, donde la defensa de los intereses de las compañías de extracción de minerales allí establecidas había degenerado en una sangrienta e interminable guerra. Cada año morían allí miles de jóvenes, en general procedentes de familias que no habían podido pagar la cantidad que se exigía para evitar aquel destino. El rey, exaltado de patriotismo, llamaba a la defensa de la fe cristiana frente al infiel y al amor por la patria mientras nacían enormes fortunas y se mostraba la más extendida corrupción a todos los niveles. Las arcas reales no fueron ajenas a este negocio.
Muchos de los jefes militares escalaban puestos de mando y se adjudicaban beneficios materiales, oportunamente ocultos por la ferralla de los galones y medallas que iban colgándose de las guerreras.
A los viejos aristócratas que se aferraban con uñas y dientes a su tradicional y privilegiada posición, se añadían ahora los nuevos ricos, procedentes de los nuevos sectores dinámicos de la sociedad: financieros, industriales y empresarios. Todo un conjunto de afanosos intereses que disfrutaba de la cobertura de la Corona y que pronto demostrarían su apego al naciente fascismo.
Además de haber heredado la tendencia a meterse en política y usar la política para su beneficio peronal el rey heredó la promiscuidad, la campechanía y el amor por la buena vida.
El rey vivía ajeno a la realidad de un país donde la revolución de 1917 - la vemos en la tercera y última parte de este capítulo- estaba a punto de estallar.
Con sus "amigos" se le veía en los exclusivos clubes deportivos, participaba en cacerías, hacía sus frecuentes viajes privados por el extranjero o comprobaba las altas velocidades que alcanzaban los nuevos automóviles, una de sus grandes pasiones. Estos amigos le propiciaban sus aventuras eróticas. Bajo la formal respetabilidad que le aportaba el entorno familiar, presidido nada menos que por aquella estricta Reina madre, Alfonso se autoconcedía incesantes alegrías. Hasta el punto de que dama madrileña de alto linaje llegó a decir, no sin gracia: "Acostarse con el rey se convirtió en una ambición distinguida y casi respetable"
Se difundían sabrosos testimonios de mujeres de toda condición que contaban sus aventuras con el rey. La mayoría aseguraban su negatividad a repetir la experiencia "real" tras haberla probado una vez. Parece ser que la halitosis que padecía el rey y su agresividad en las relaciones convertían la aventura en un verdadero tormento de peste. mordiscos y pellizcos.
Hijos extramatrimoniales reales o atribuidos tuvo en abundancia Alfonso XIII. Desde damas de alta alcurnia hasta criadas le parieron hijos al rey.
Alguien le avisó sobre el desprestigio de la corona. Aconsejaron a los reyes un baño higiénico aprovechando la guerra mundial : Victoria y Alfonso se hacían fotos involucrados en el mundo de la atención sanitaria y actuaciones de naturaleza humanitaria y en los ámbitos de la enfermería. Mientras, germanófilos y aliadófilos se enfrentaban con pasión y vehemencia en la calle, en los periódicos, en los cafés, en los teatros y en los propios domicilios familiares. Los primeros, partidarios de las potencias germánicas, mostraban en general una ideología conservadora y en muchos casos autoritaria, defensora del más exacerbado patriotismo y de los más rancios valores militares. Los segundos, por su parte, apoyaban a las democracias, cuyos valores éticos veían como la mejor forma de organización de una comunidad humana.
Maria Cristina defendia a las fuerzas imperiales y Victoria a los aliados, ambas tenían familiares en los dos bandos combatiendo y Alfonso se evadía de lo que el consideraba discusiones de las inferiores féminas en brazos de la la actriz Carmen Ruiz Moragas, quien le parió a María Teresa y a Leandro
Esta historia como todos sus escarceos amoros era de dominio público, incluso la reina la conocía.
A los devaneos sexuales se unió una nueva afición por el cine porno, aqui si fue innovador, mira que España era el país que definiera Unamuno como el de "qué inventen ellos"; pues se equivocaba el ilustre vasco, Alfono estaba dispuesto a ser el pionero del porno nacional.
El conde Romanones sería el intermediario quien buscó a los hermanos Baños para tal fin. La firma Royal films fue creada para rodar películas porno para el rey.
Entre mediados de la segunda y tercera década del siglo XX los Baños se dedicaron a plasmar en cintas las fantasías más íntimas del monarca Borbón. Se dice que los argumentos y guiones de las películas los elaboraba el mismísimo Alfonso, tal vez entre sus idas y venidas de la casa de Ruiz Moragas al palacio de Oriente y a los burdeles de Madrid.
Alfonso XIII no solo encargaba sus propias películas pornográficas. En el Palacio Real mandó habilitar una sala para proyectar sus grabaciones, a veces en compañía de amigos.
Los mismos hermanos rodaron la propaganda institucional del rey en desfiles y escenas íntimas familiares con fines propagandísticos.
Ya exiliado se cuenta que en Hollywood supo de un actor juzgado por la muerte de una joven actriz a la que supuestamente había violado de forma salvaje con una botella de champán o un trozo de hielo afilado. Arbuckle fue absuelto en 1922. Al escuchar la historia Alfonso habría exclamado: "Vaya, qué injusticia. ¡Si eso le podía haber pasado a cualquiera!"

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