martes, 18 de agosto de 2020

¿Nos quitamos o nos ponemos la mascarilla?

Cuesta tener una idea clara de lo que está pasando. Es cierto. Cuando la información es tanta y variada, sentirse dentro del caos es el resultado.
No hay modo de procesarlo todo. El año pasado la historia, la nuestra, la cercana, transcurría con sus aspavientos y sus cotidianidades; entre sus miedos al futuro, pero un futuro conocido: luchar por un trabajo, mantener la familia en pie, pagar las deudas... y sus ilusiones: enamorarse, salir a con unos amigos, ver un trocito de mundo en las vacaciones, leer un libro, tomar un café
Este año solo se habla de epidemias, de cambios, de qué pasará con la escuela, qué con la universidad, qué con el turismo, qué con los trabajos, qué con el futuro más oscuro que nunca.

Científicos de todo el mundo cuentan lo que nos ha caído encima y dan algunas medidas de protección.
La vacuna es esperada por la mayoría como maná para ver si se puede volver a estar en la calle sin más y buscarse la vida sin más.

 Hemos visto hospitales colapsados, familiares desaparecer sin saber si se sintieron asustados o solos, o si eran conscientes del color o si en el ir y venir de profesionales de la salud se olvidaron de darle algo para calmarlos. Hemos visto familias encerradas dos meses en pisos mal ventilados de cincuenta metros cuadrados, inmigrantes hacinados en zulos sin derecho ni al aire para respirar, hemos escuchado ambulancias aullando en las calles desiertas, comboys de camiones cargados de muertos recorriendo Italia, hemos sabido del vecino que lo han ingresado, de la madre de una amiga que ha muerto a los sesenta y cinco, de un médico que fue a ayudar y no sobrevivió.

Eso lo hemos visto, no es discutible. Lo que ven los ojos, a menos que sea una conpsiración colectiva con un escenario de muertos y diagnósticos falsos, se puede defender.

Países poderosos como Estados Unidos o Gran Bretaña muestran todas sus contradicciones internas al ser los más hundidos por la epidemia; los países pobres o con malas estructuras sanitarias entierran a miles de personas en un paisaje distópico de explanadas de tierra horadadas hasta el infinito, los países a los que la pandemia les llegó ya heridos y tocados como España se enfrentan al hundimiento incluso de su existencia como país.

Los consejos para evitar el contagio son muy claros y concisos. Aislamiento social en lo posible, uso de mascarillas e atención por la higiene de las manos, especialmente.

¿Me tengo que creer que una mascarilla, las manos desolladas de alcohol o los dos metros de distancia funcionan? ¿Deberia empezar a dudar de ello?¿Por qué? No lo sé. Yo, claro no tengo nada,

 Cuando se duda es buena la prudencia. Si no lo sé trato de informarme y mantengo los ojos bien abiertos y leo en distintas fuentes, Si leo información contradictoria evaluo las consecuencias. Me pongo la mascarilla y me lavo con alcohol y me mantengo alejada de la gente por el mero hecho de que no sé si discutir esto sin mascarilla pudiera costar la vida a personas con las que me cruzo en la calle.
El problema es que los medios contradicen las informaciones entre si y en medio de este ir y venir de noticias la poblacion acaba tomando partido por unas o por otras y las teorias de la conspiración encuentran su caldo de cultivo. A este tipo de teorías, muy atractivas porque dudan del sistema, se suelen unir personajes variados desde cantantes decadentes hasta santos y milagreros pasando por gente que no sabe a qué verdad acogerse.
 No tenemos una gran verdad en este asunto a la que acogernos, un techo que nos protega y nos libre de pensar sobre el asunto. Estamos a la intemperie y queremos seguridad absoluta. Como no la hay nos amparamos en algo que conocemos muy bien: el método religioso, la fe que nos da cuatro certezas y nos alivia del sufrimiento de pensar.

¿De dónde vienen todas estas informaciones contradictorias, tranquilizadoras o extremadamente alarmistas?

 He estado leyendo sobre las preimpresiones o "preprints" que son borradores de articulos cientificos publicados a traves de servidores de internet , aún no publicados en revistas académicas, ni revisados por pares. La revisión por pares consiste en evaluar el trabajo realizado, por una o más personas con competencias similares a los autores del trabajo con el objetivo de mantener la calidad del trabajo y su idoneidad antes de su publicación.


 En el caso del coronavirus debido a su impacto y su propagación por todos los continentes, la investigación se ha acelerado también. Cierto que hay muchos intereses económicos, es el Capitalismo, mi amiga, no vayamos a perder el Norte; pero hay honestos y vocacionales científicos trabajando a marchas forzadas para acabar con esta pesadilla.

Investigadores biomédicos han centrado su atención en la pandemia y sus impactos.
 Las plataformas de publicación en línea les ayudan a compartir lo que han aprendido rápidamente para que los profesionales médicos, los líderes gubernamentales y otros puedan responder más rápidamente para prevenir, tratar y controlar las infecciones.
Si bien poner a disposición del público los preprints tiene muchos beneficios para los investigadores, la comunidad científica ha expresado su preocupación porque los periodistas malinterpreten los hallazgos e ignoren o excluyan el contexto que es crítico para comprender los resultados preliminares de un estudio de investigación.
También les preocupa que los periodistas que no están capacitados para detectar fallas metodológicas y afirmaciones engañosas basarán cierta cobertura de noticias en hallazgos no revisados y en nuchos casos problemáticos. Tales errores son particularmente sensibles durante una pandemia mortal, cuando el público confía en los medios de comunicación para obtener información precisa y actualizada, incluida la orientación para mantenerse saludable y seguro.
Los servidores de preprints han existido durante decadas en otras manterias como física, matemáticas y ciencias sociales, por ejemplo, pero en el ámbito de ciencias de la vida y la salud es un medio incómodo porque el compartir conocimiento sin certificar plenamente podría alterar tratamientos o hacer que los pacientes se traten a sí mismos o quien lea los artículos los interprete y los difunda con interés sensacionalista.
 La mayoría de los servidores de preprints son proyectos sin fines de lucro dirigidos por académicos o instituciones académicas. Su objetivo principal es simple: ayudar a los investigadores a difundir su trabajo rápidamente, porque puede llevar semanas o años para que un artículo sea revisado por pares y publicado en una revista académica.
Las evaluaciones de preprints son generalmente superficiales, completadas en unos pocos días. Para publicarse en los servidores de preprint medRxiv y bioRxiv, un documento debe pasar un examen básico que busque plagio, contenido ofensivo, contenido no científico y material que pueda representar un riesgo para la salud. Los evaluadores no emiten juicios sobre los métodos, conclusiones o calidad de un artículo. Los resultados  son preliminares y, a veces, son estrictamente teóricos. Los periodistas deben dejar eso claro en su cobertura. Los periodistas deben evitar caracterizar los hallazgos de un preprint como hechos establecidos. 

Hanage, profesor asociado de Epidemiologia en el Departamento de Epidemiología de Harvard señala un artículo de noticias reciente sobre un preprint que examina el coronavirus en el Reino Unido como un ejemplo de lo se debe evitar.
   El preprint describe un modelo epidemiológico desarrollado por investigadores de la Universidad de Oxford, un modelo que busca examinar cómo se vería la pandemia en el Reino Unido si asumiéramos que ha habido una gran cantidad de infecciones leves y no detectadas, de modo que la inmunidad de la población ya existe en cierta medida. La cobertura del medio de comunicación “sugirió que estas eran las conclusiones, en lugar de las posibilidades teóricas, dados algunos datos adecuadamente torturados“. Un público mal informado es el resultado  "aunque actualmente no hay evidencia absolutamente clara de inmunidad a nivel de población, y no habrá ninguna hasta que se complete una buena encuesta serológica"
 En tiempos como estos ser escrupuloso con la información supone salvar vidas, no es un juego de niños, de ahí que desde la comunidad científica se esté aconsejando a los medios de comunicación que no usen periodistas no científicos, incluso personal ajeno a la profesión del periodismo que pueden llenar las arcas en tiempos donde su opinión no pone en peligro vidas, pero que en situaciones como la actual pueden hacer un daño tan inctrolable como el organizar una manifescación antimascarillas.
“No te acerques si no eres periodista científico”, advierte el investigador Inglis . “Evita la práctica del ‘churnalismo’ donde terminas informando sobre otras noticias y controversias en lugar de hechos concretos. Pregunta si las conclusionesson contrarias a todo lo demás que creemos saber, y recuerda que cualquier cosa muy sorprendente suele estar mal ”

Estamos en guardia, tenemos miedo y nos sentimos inseguros. A veces nos parece  que nos manipula un gran demiurgo, que las normas de control social pueden escapar a la pandemia y destruir derechos conquistados...  Discutamos todo esto, con todo tipo de opiniones, pero  con la mascarilla puesta, incluso en caso de que su uso fuese inútil.  Ante la incertidumbre mejor no arriesgar la vida de nadie.

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