lunes, 15 de junio de 2020

Escraches, venganza y acoso



En el año 2013 un grupo de activistas antideshaucios se reunió ante la entrada del domicilio familiar de la vicepresidenta del gobierno Soraya Saez de Santamaría. La concentración formaba parte de la campaña de presión hacia los diputados para convencerles de que votasen a favor de la Iniciativa Legislativa Popular que pedía dación en pago retroactiva, alquiler social y paralización de los deshaucios. Los activistas gritaban "Sí se puede" " Dación en pago, alquiler social" "nos están quitando un derecho constitucional" Luego guardaron un minuto de silencio por los que murieron a causa de la desesperación provocada por perder su vivienda. Algunos afectados cogieron el micrófono y contaron su caso.
 
El objeto de la protesta a la puerta de la casa de un miembro del gobierno era " hacer que el gobierno se acuerde todos los dias de los que han perdido su casa"
La elección de la vicepresidenta no fue por ser mujer, o por ser bajita, o por ser rica, o por ser de derechas, o por ser parte de un gobierno corrupto. Los activistas eligieron su residencia por un motivo concreto en relación con su protesta: la vicepresidenta fue quien comunicó públicamente su oposición a la Iniciativa Popular que se tramitaba en el congreso.
El hombre que leyó el comunicado, Luis Juárez, explicó a los periodistas que tenía cuatro enfermedades neurológicas y se encontraba a la espera de un deshaucio. Federico, un hombre de 78 años, dijo algo que define muy bien lo que es un escrache "Yo no tengo ningún problema personal pero hay que protestar por humanidad. Están deshauciando a la gente más débil. No son suicidios, son asesinatos"
Los activistas compartieron un video dirigido a los votantes del PP en el que aclaraban que quienes usan esa forma de protesta no son el enemigo sino "los desahuciados, los desposeídos, las víctimas... qe nos hemos tenido que organizar desde abajo para hacer frente a esta injusticia". La vicepresidenta respondia llamando al a cordura y el respeto a las familias y con amenazas solapadas y argumentos que indicaban que iba a empezar a redactarse la Ley Mordaza.

    El marido de Soraya presentó una denuncia contra los manifestantes que concluyó con una resolución judicial en la que se sentenciaba que la reunión no constituyó delito alguno sino que fue un acto de libertad de expresión y derecho de manifestacion  Según el magistrado, en el caso de personas con relevancia pública dedicadas a la gestión política, el derecho a la intimiedad cede antes los derechos colectivos de expresión y manifestación, ya que de acuerdo a la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos "los imites de la crítica admisible son más amplios respecto a un político en ejercicio"

Comenzamos entonces a escuchar en España la palabra "escrache"

Pero ¿qué es un escrache y donde se encuentra la línea que separa el escrache del acoso personal?

Según la RAE escrache es una "Manifestación popular de protesta contra una persona, generalmente del ámbito de la política o la Administración, que se realiza frente a su domicilio o en algún lugar pùblico al que deba concurrir" El verbo escrachar también aparece en el Diccionario de americanismos con varios significados, entre ellos los de ‘dejar en evidencia a alguien’ y ‘golpear duramente a alguien’.
El término se popularizó en los años noventa en Argentina para referirse a las manifestaciones organizadas frente a los domicilios de procesados por delitos cometidos durante la dictadura que luego habían sido puestos en libertad.
El primer escrache fue el caso Magnacco, A mediados de los 90 una superviviente de la Escuela de Mecánica de la Armada, uno de los centros de detención de la dictadura argentina, descubrió que en el sanatorio Mitre de Buenos Aires trabajaba el obstetra Jorge Luis Magnacco, el mismo que se encargaba de los partos de las mujeres detenidas en la ESMA. Se organizaron marchas de su casa a su trabajo. Se pegaron carteles con su cara en los que constaban sus crímenes en los alrededores del hospital y en su barrio. El efecto del escrache fue inmediato: Magnacco fue despedido y su comunidad de vecinos le pidió que se marchase.

Desde aquella primera acción fueron muchos los personajes relacionados con la dictadura que vieron expuestos públicamente sus delitos. "Si no hay justicia, hagamos que el país sea su cárcel" fue el lema seguido para atacar la inmunidad de los cargos políticos durante la dictadura.

Pero el escrache traspasó los límites de la memoria histórica y se convirtió en una forma de expresar descontento y reprobación a políticos e incluso gerentes de un banco quebrados o administradores que habían atentado contra los derechos sociales.

El escrache tiene mil formas desde la reunión, las pegadas de carteles o los performances . Incluso algunas de alto nivel artístico. De hecho, el grupo Etcétera, que se hizo conocido por sus performances en los escraches de H.I.J.O.S, ganó en Bolonia el II Premio Internacional de Arte Participativo y ha organizado conferencias sobre la relación del arte con la acción ciudadana en universidades estadounidenses y, más recientemente, en la Tate Modern, en Londres.

Aunque el espíritu del escrache es organizado,  en algunas ocasiones ha surgido espontáneamente. Uno de los miembros del gobierno de Cristina Kirchner fue increpado por decenas de pasajeros en un viaje privado en barco de Montevideo a Buenos Aires.

Esto encendió nuevamente la polémica sobre si el escrache es un legítimo ejercicio de la libertad de expresión o una acción de violencia pasiva sobre las personas y su intimidad. 
   Un dilema para el que hay argumentos de todo tipo . Lo que sí parece generar cierto consenso es que la sociedad puede tomar un papel activo ante las injusticias y llamar la atención sobre determinados problemas o para exigir soluciones a las instituciones. 
 
Pero qué pasa cuando la extrema derecha o el fascismo se manifiestan, usan las caceroladas, los métodos de protesta de la  izquierda e  incluso su vocabulario para acabar con cualquier acción social de la izquierda. ¿Le están dando a la izquierda de su medicina como ellos creen?
La respuesta es no, un claro y contundente no. 

En el año 2017, una veintena de fascistas del grupo España 2000 (entonces una organización marginal y casi ridícula, quién nos iba a decir...)  con las caras tapadas con máscaras del asesino de la película Scream se concentraron ante la casa de Mónica Oltra, vicepresidenta de la Comunidad Valenciana, acusándola de apoyar a "els Països Catalans" . Los manifestantes se asomaron a las ventanas asustando a los hijos de la vicepresidenta  y grabaron el interior de la vivienda mientras le gritaban insultos y le recordaban que sabía donde vivia.
   Ximo Puig, el presidente de la Generalitat, instó a la Abogacía a denunciar este hecho junto a lo sucedido el 9 de octubre, día de la Generalidad Valennciana, donde otro grupo de fascistas agredieron a participantes en una marcha a favor de la lengua valenciana.
El Partido Popular aprovechó la situación para recordar los escraches a Saez de Santamaría y ,en boca de Moragues,  soltar una frase muy peligrosa "Los escraches son reprobables, vengan de donde vengan"
  Entramos en tema, en el gusto de la derecha de sacar los conceptos de su contexto para vaciarlos de su contenido reivindicativo.

Y hay muchos que piensan " es lo que le hicieron a Saez de Santamaría"  o "Oltra tomó  su propia medicina"


Los que piensan así están hablando de venganza y no de política, ni de reivindicación de derechos.  A los que van con la medicina para darla a probar sin nada que reivindicar ni que pedir que no sea la fulminación del adversario político no les interesesan los derechos humanos ni luchan ni han luchado jamás por ellos; los que hablan así quieren las libertades por los suelos, quieren que tu voz no exista. Esa es la gran diferencia. El contexto cuenta.


Cuando se hace una manifestación, una protesta, un escrache por una vivienda digna se está reivindicando un derecho constitucional, cuando se demandan salarios dignos, educación o sanidad se está luchando por derechos. Los derechos no conseguidos se deben reivindicar y existen varias vías para hacerlo. Una de ellas es el escrache, ir a las mediaciones de la casa del político que se niega a conceder el cerecho para influir en su decisión y para dar publicidad al hecho de que esa persona está obstaculizando la consecución de derechos.


Lo que estamos viendo estos días ante la casa de la familia Montero Iglesias es acoso y violencia estimulados por el odio ideológico. Sus organizadores se están creciendo porque nadie quiere enfrentarse verbalmente a un imbécil por la teoría de que el imbécil te va a tumbar siempre. Fascistas con altavoces y megáfonos, desde los que suena el "cara al sol" y todo tipo de insultos al vicepresidente y la ministra " rata comunista" " ministra de mierda" Ante Saez de Santamaría escuchamos "vivienda digna" "parad desahucios". Hay que estar muy ciego para no ver la diferencia.

Pero ciegos no nos faltan en este país. Cifuentes la de las cremas, los titulos y las lágrimas, vuelve al ruedo ibérico para recordar a Iglesias que ella sufrió escraches y  el periodista Herrera, siguiendo su costumbre de acudir al olor de la carroña,  le recuerda a Iglesias que él trajo el "virus" del escrache y que  ahora blinda su casa con guardias civiles. Herrera ha olvidado los palos que recibieron los de la PAH y lo tranquila que está la Guardia Civil, pero bueno a quien no quiere ver no hay que comprarle gafas de aumento.



   El conservadurismo más rancio ha descubierto un modo de destruir cualquier reivindiccación desde el pueblo dándole la vuelta a la tortilla, hoy escrachas tú, mañana escracho yo. Lo que es válido para mí lo es para ti. Con ese discurso básico y sórdido pretenden desvincular las vías de lucha  de sus causas y objetivos, dejando el método desnudo de contenido.
Sabemos que el grupo que amenazó a Oltra o los que acuden cada día a la casa de Pablo Iglesias no reivindican nada, no tienen conciencia social, ni cultura política y que sus aficiones van por la destrucción de la democracia, sabemos que son manifestaciones de odio a la izquierda y especialmente al comunismo. Sabemos bien que lo que se está haciendo en las últimas semanas ante la casa de Pablo Iglesias no es un escrache, sino un acoso personal y tendencioso, una manifestación de odio ancestral hacia los comunistas, son los andrajos de una historia turbia, de la victoria del fascismo y su enraizamiento durante una larga noche de los tiempos. Lo que vemos son los restos del naufragio de España tras la guerra civil.

  Están dejando a la izquierda sin sus palabras y sin sus vías de lucha, tomándolas y llevándolas a un contexto opuesto a su origen. El mensaje es que en ese juego solo contamos con la inteligencia y la prudencia. Es eso o nos tiramos todos al fango a darnos mordiscos y puñaladas. Pero ¿ no es ese el objetivo de los escraches fascistas, dejarnos desarmados y sin capacidad de respuesta para  meter el país en un lodazal? ¿Dar vía libre al fascismo es la solución para acabar con el fascismo? Coge un libro de historia .... Ahí está la respuesta.
  
   

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