viernes, 10 de julio de 2020

Carlos IV: El Rey, Napoleón y Goya (segunda parte)

Entre el 14 de diciembre de 1788 y el 19 de marzo de 1808 Carlos IV se va a convertir en el quinto rey  Borbón de la historia de España.

Carlos IV es coronado en enero de 1789 y Goya es nombrado Pintor de Cámara en abril de ese mismo año.
 Hacia 1790, España vacila entre la renovación y la recaída y este momento emocionante  es plasmado por el gran genio desde todos los ángulos: Tapices de juegos y fiestas, el Madrid popular y colorista, la terrible Inquisición, los afrancesados, los ineptos reyes y las brujas y los demonios medievales que aún siguen campando por una España que duerme en el pasado y otra que trata de acercarse al espíritu de los tiempos.
 Los consejeros de Napoleón le hablaron de la decrepitud de la monarquía, pero olvidaron contarle que había una España aristocrática y obtusa y  una intelectual ansiosa de renovación  y que el pueblo, famélico y analfabeto y manejable lucharía con pasión a favor de una España u otra.
  Este instinto de resistencia y la voluntad de renovación se enfrentarán en la guerra de la Independencia, una guerra reaccionaria y revolucionaria a la vez, donde se insinúan esas dos Españas que desde 1936  luchan, una por conservar privilegios y otra por conseguir sus derechos.
De la guerra saldrían las Cortes de Cádiz y la figura ominosa de Fernando VII,  que marcarían la historia de la lucha entre la modernización y el desastre. 

Los tradicionales pactos de familia de los Borbones españoles con los franceses se complicaron debido a la Revolución y especialmente a que los primos franceses ya no tenían cabeza. 

 España se unió a la coalición monárquica europea rente a los rebeldes franceses. La guerra fue un fiasco ( para los interesados lean algo sobre la paz de Basilea, porque aquí nos ocupamos de las crónicas borbónicas)  tanto en lo militar como en lo económico.
  Como premio Carlos dio al cerebro de la guerra, Godoy, el título de Príncipe de la Paz y  empezó a costearle un  tren de vida suntuoso.  Para controlarle las amantes y asegurar su presencia en la corte  se le organizó la boda con la condesa de Chinchón a quién se le permitió usar el apellido Borbón como premio por sus desposorios con el favorito real.
 Carlos le escribió despues de la guerra: «Manuel, cuídate, pues te necesitamos, pues eres el único amigo que tenemos....»
  Mientras Carlos y María Luisa reinaban de acuerdo con los furores uterinos de la reina,  en Francia Napoleón Bonaparte daba el golpe de Estado que le elevaría hasta las glorias del Imperio.  
Nombrado Primer consul y dictador indiscutido, empezaba a extender su larga sombra sobre Europa. Para conocer el estado de los estados envió embajadores a todos los países.  A Madrid envió a su hermano Lucien, quien comprendió muy pronto las debilidades de una corte corrupta.
Le costó muy poco ganarse los favores de la Trinidad.
  
 Fue en el año 1800 cuando Goya, pintor protegido por los Reyes, muy conocedor de la fisonomía de los miembros de la familia y con el suficiente prestigio para poner su arte por encima de cualquier condicionante de halagos, 
realizó esa obra maestra del retrato psicológico que es La Familia de Carlos IV. En él dispuso a todos los personajes del drama, o de la comedia, según se mire. Centrando el grupo de forma indiscutible, se alza la desdentada María Luisa, cargada de joyas con las piernas abiertas flanqueada por dos grupos : el del rey y el del príncipe. Todos vulgares y feos, captados como plebeyos en un carnaval.
  El mismo Goya se autorretrató y se introdujo en el interior del cuadro, situándose en la penumbra de un segundo plano, a la izquierda de la composición y ante una tela en bastidor, símbolo de su profesión de pintor y obervador desde la oscuridad. Ningún rey se hubiese dejado retratar de un modo tan cruel pero probablemente estos grotescos Borbones se encontraron guapos vestidos de terciopelos, sedas y encajes y adornados con todas sus bandas, joyas y medallas.

Poco tiempo  después de terminarse esta magna obra una inesperada angina de pecho puso a Carlos al borde de la muerte, pero acabó recuperándose. Sin embargo, desde ese momento todos los decretos emanados del monarca estuvieron firmados de forma conjunta por él y por Godoy.

María Luisa y el valido preparaban una regencia conjunta para el caso de que Carlos muriese  Napoleón, conocedor de las ambiciones de Fernando VII,  hijo de Carlos y Principe de Asturias  se apresuró a meter cizaña, declarando que en tal caso solamente reconocería al Príncipe de Asturias, Fernando, como legítimo sucesor. Fernando comienza a soñar con un reinado adelantado sin tener que esperar la muerte del padre. 

   Pero el Rey superó éste y un segundo bache cardíaco y continuó plácidamente entregado a su caza y a su música, sin conciencia alguna de que se encontraba paseando al borde mismo del abismo.  En las veladas nocturnas de Palacio tocaba el violín y se permitía, siguiendo un viejo vicio que nadie se había atrevido a corregirle, a saltarse notas para adelantarse a sus desesperados compañeros de interpretación, mientras reía infantilmente balbuceando: «¡Soy el rey, soy inalcanzable!» 
Muy pronto, la gota y el reuma hicieron presa en él, amargándole sus últimos tiempos en el trono tanto como la presencia de un hijo traicionero.

 El principe se casó en octubre de 1802 con su prima María Antonia para ir preparando de antemano la descendencia. Las celebraciones duraron tres días de toros, teatros y fuegos artificiales. El pueblo excitado por las explosiones acudió al Buen Retiro a felicitar a su príncipe, allí lo esperó la Guardia Valona, especialmemente alertada contra el pueblo desde el Motín de Esquilache. Las bodas culminaron con un baño de sangre casi como un presagio de lo que iba a ser el reinado del rey felón.

   Cuando la nueva princesa de Asturias, alta, esbelta y de saltones ojos azules, vió a su esposo quedó horrorizada.  «Creí desmayarme» o «Quedé espantada" escribió en sus cartas la princesa, pero era ya vieja, tenía 18 años y no podía andarse con remilgos para escoger su príncipe azul. María Carolina de Nápoles, la madre de María Antonia, escribía  a su embajador en Madrid

    "Mi hija está desesperada. Fernando es enteramente memo; ni siquiera un marido físico, y por añadidura un latoso […] ni es siquiera animalmente su marido."

 Parece ser que los enormes y retorcidos atributos del príncipe hacían difícil la consumación del matrimonio pero que finalmente se logró el milagro y la princesa quedó embarazada.  Después de dos abortos, descritos con vulgaridad y desprecio por María Luisa, la reina murió de tuberculosis a la edad de 21 años.

 Fernando comenzaba a prepararse para entrar en la Historia, conspirando contra su padre, apoyado por su tío Antonio Pascual, un auténtico parásito medio analfabeto, a quien la Universidad de Alcalá otorgó el título Honoris  Causa

 Antonio Pascual, cuyo fisico de cretino era una reproducción del de su sobrino, era llamado por este "mi tío, el doctor" en ocasiones; en otras, mostrando su firme personalidad, le llamaba "mi tío el imbécil"

   Un anónimo avisó al Rey de las intenciones de su hijo en lo que fue llamada la Conspiración del Escorial. Fernando fue arrestado en su propia alcoba  donde daba rienda suelta a terribles ataques de cólera, suplicaba perdón al rey y pedía que ejecutasen a los que le habían apoyado porque ellos lo habían usado  y que realmente la cabecilla de la conspiración había sido su esposa muerta.  Incluso llegó a escribir una carta a Godoy suplicando: Manuel, sálvame por piedad.
Un ejemplar de dignidad y honor este Fernando


 Sorprendentemente los Borbones de los pactos de familia pactan ahora con la Francia que había llevado a la guillotina a sus primos. Estos pactos llevaron al país a una guerra contra Portugal, donde reinaba una Borbón, María, quien estaba aquejada de las enfermedades mentales hereditarias de la familia, por lo que su hijo Juan actuaba como regente- Juan estaba casado con una hija de Carlos IV y Maria Luisa, "poseída de un delirio depravado e infame" es decir la incontinencia sexual borbónica.
  Godoy fue nombrado Generalísimo, título que aparece por primera vez en la historia de España,  y se inicia un conflicto de opereta en el que Carlos se lamentaba del horrible oficio de ser rey por tener que guerrear hasta con la propia hija.

  Por el  Tratado de Fontainebleau, el 27 de octubre de 1807 entre Godoy, Carlos IV y Napoleón se organizó la invasión franco- española de Portugal, aliada de Gran Bretaña, permitiendo el paso de tropas francesas por la península, antecedente de la invasión francesa y la guerra de la Independencia.

  A pesar de la derrota frente a Inglaterra, el francés  se frotaba las manos ante las noticias de las guerras intestinas en la Corte Española, incluso recibió una carta de Fernando en la que criticaba con todos los adjetivos posibles a Godoy  y solicitaba que el Emperador les proporcionase una princesa francesa para casarse con ella.  Las carcajadas de Napoleón resuenan todavia en la historia del deshonor y la infamia de España. Nunca fue puesta  en un lugar más indecoroso antes de la foto de Aznar en las Azores.

 La guerra y el fin del reinado  en la próxima entrega. 


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