martes, 16 de junio de 2020

El terror del año 2033



Henri Focillon, historiador de arte francés, especialista en la Edad Media, publicaba en 1942 un libro maravilloso titulado   "El año mil"  donde analizaba la historia medieval europea en torno a una fecha concreta. 

 La llegada del mítico  año 1000.


La Edad Media había sido segmentada para su estudio en dos grandes periodos: Alta Edad Media desde el siglo V al X  con sus tres grandes imperios coetáneos, bizantino, islámico y carolingio y la Baja Edad Media, dividida en Plena , del siglo XI al XIII, siglos que son testigos de la expansión del sistema feudal, nuevas instituciones de poder y surgimiento de la burguesía y la Crisis de la Edad Media que ocupa los diglos XIV y XV .


Desde esta segmentación de la Edad Media el año 1000 supone la separación entre la Alta Edad Media y la Plena Edad Media.

Focillón trata este año como un momento histórico en Europa, en la que aún perviven, aunque débilmente, estructuras del mundo antigüo, que se van diluyendo entre las nuevas formas económicas y sociales. 
   Esta pervivencia nos muestra dos Europas, la Europa mediterránea y occidental, parte de la Europa cristiana Occidental y parte del Este e Imperio Bizatino, herederas del mundo romano, y la Europa bárbara nórdica y eslava;  y  el mundo Islámico, por otro lado.
 Los terrores del año 1000  no afectaron a la Europa bárbara,  ni al mundo islámico;  sin embargo marcaron el final de la Alta Edad Media en la Europa romana. 

Estos terrores tenían una fuerte raigambre religiosa y fueron bien abonados por la iglesia y la nobleza, que comenzaban a tomar las riendas en la nueva sociedad feudal, en la vida mísera de las masas.

El Primer Terror viene de la idea de que algo terrible sucederá en el milenario del nacimiento de Cristo. Idea alimentada por lecturas bíblicas en las iglesias, por párrocos histriónicos, seguro asustados de sí mismos:

El pasaje del Apocalipsis de San Juan, en el que se habla de la liberación de Satán de su prisión después de un período de mil años; el pasaje del cronista borgoñón Raúl Glaber, en el que se dice que "parecía como si la humanidad, queriendo sacudirse sus sucios harapos, fuera a cubrirse con el blanco manto de las Iglesias"

Entre este pánico al apocalipsis florecían relatos y leyendas que solo aterraban aún más a las pobres gentes. 

  En 1009 llegaron peregrinos procedentes de Tierra Santa diciendo que el Santo Sepulcro había sido destruído, signo evidente del fin del mundo; un monje llamado Juan, colaborador del obispo Abbon de la ciudad francesa de Fleury, lanzó la teoría de que la encarnación de Cristo llegaría, y si ese día de la encarnación coincidía con Viernes Santo, día en que murió, podrían ocurrir cosas horribles, ya que Cristo no se encarnaría, sino que moriría en el acto.

El segundo Terror llegó cuando la gente aún no se había repuesto del primero: se extendió la idea de que el fin de los tiempos sería en el 1033, año de la muerte de Cristo. 
 Los cuentos del día de la ira exacerbaron aún más el terror.

No era extraño escuchar a individuos que juraban haber visto un dragón celestial sobrevolando la región de Borgoña , criaturas endemoniadas y sangre emanando de los ojos y heridas de santos; haber sido testigos de sacudidas diabólicas durante los terremotos descritos por San Medardo de Soissons y Sigeberto de Gembloux y de la aparición de un cometa; para culminar la bitácora del terror el eremita Bernardo de Turingia, proclamó el fin del mundo en el año 970

La iglesia no dudó en tallar en la memoria colectiva el espanto. 
Las representaciones románicas de monstruos y horrores apocalípticos eran el libro donde estudiaba una población famélica y analfabeta : El arte románico fue el hijo de los terrores del año 1000

    Pero el año 1000 pasò y el año 1033 pasó y el mundo siguió su curso, se vivió una guerra de cien años, se consolidó el feudalismo, en España ganaron los cristianos a los moros y al final Colón se encontró con el Nuevo Continente, el oro y la plata americanos llenaron las arcas del primer capitalismo y Gutemberg descubrió la imprenta que permitió que cientos y miles de copias de libros llegasen a todos los lugares; se acabó la Edad Media y se inició la Moderna y los estados dibujaron sus fronteras, y los reyes se pelearon con los nobles. Los textos humanistas pudieron leerse, en toda la Europa romana, Galileo pudo decir epur si muove a su perro, Copérnico pudo asustar a los curas,  y los ilustrados pusieron  a la razón en un trono; un monje en celo dividió a los ejércitos de Dios y luego un filósofo mató al mismo Dios mientras otro analizaba la Historia desde lo material, se declararon los derechos humanos y se llenaron bibliotecas de libros de poetas, novelistas, dramaturgos, filósofos, matemáticos, antropólogos, geólogos, astrónomos...

Y toda esta sabiduria  y todo este camino andado para llegar al terror del año 2000 que al final no fue, aunque curas, modistos y augures junto a algún científico desnortado nos recordasen la importancia de las fechas en la agenda del diablo.

Pero todavía no ha llegado el año 2033. Y  dado que no vamos a hacer nada y seguiremos yendo a las grandes superficies comerciales a comprar bagatelas, y seguiremos pensando que mientras a nosotros nos llegue el sueldo el vecino que se las arregle como pueda; va a tocar anotar esta fecha en nuestra agenda de los terrores, porque el planeta está lo suficientemente enfermo como para ya no soportarnos, 

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