jueves, 20 de agosto de 2020

Monárquicos y democráticos

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No desdeñemos la monarquía parlamentaria del 1978 cuando vemos que países tan avanzados como Suecia, Noruega, Dinamarca o el propio Reino Unido –ahora atrapado por el Brexit– no ponen en duda que la opción de una monarquía parlamentaria les da estabilidad institucional y, con ello, progreso económico y social" escribe en la Vanguardia el catedrático de economía aplicada Francesc Granell.
 Es este uno de los argumentos de más peso contra el republicanismo español, la llamada al ancestral complejo de inferioridad español frente a Europa surgido de aquella gran campaña propagandística que organizaron los poderosos ingleses con la Breve destrucción de las Indias entre las manos.

El mensaje parece ser el de Felipe González cuando nos hacía repetir como borregos "somos europeos". Europa es el súmmun y la existencia de monarquías en países tan democráticos como Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda, Gran Bretaña, Luxemburgo y Bélgica,  países a los que, para más inri, les va bien económicamente, tienen un capitalismo exitoso y economías estables; debiera hacer que nos reconciliásemos con la institución y nos olvidásemos de esa manía con la república.

 Es cierto que este argumento es tan endeble que se podría anular fácilmente con la misma simplicidad: grandes potencias como Rusia, China y Estados Unidos son repúblicas y países europeos fuertes como Alemania y Francia lo son también.

 Otro de los juicios que nos lanzan para  demostrarnos que la monarquía no tiene por qué ser anacrónica es que esta institución genera estabilidad. Tener una familia real es para muchos símbolo de tranquilidad, como si los cuidara un padre fuerte y protector.
 Esta analogía entre el título para gobernar o reinar y el poder paternal ejercido por un solo varón, cabeza de la familia, es conocida desde el pensamiento griego hasta las revoluciones burguesas y ha sido la forma de gobierno monárquico y, en particular,  la monarquía hereditaria su gran representante. La defensa más importante del título ex generatione como fundamento del poder político corresponde, en la filosofía política moderna, a la teoría del derecho divino de los reyes. Aunque desde los tiempos de Locke  esta visión paternalista de la monarquía fuese puesta en tela de juicio persiste en la memoria colectiva y en el discurso de los monárquicos ese trasfondo del rey- padre de todos, o la reina-madre de todos, como un gran manto protector, que además tiene la función de mantener unida a la familia, y especialmente a los hijos díscolos que quieren abandonar el palacio.
 Según este juicio la balanza económica se declina por la bonanza cuando hay estabilidad en los gobiernos. Esto nos resulta muy familiar, lo hemos escuchado muchas veces. Seguridad significa que  las élites, los ricos, pueden invertir con ganancias  amparadas y el estado puede mantener un nivel de calidad en la vida de las clases medias que estabilice la sociedad.
 Claro que el franquismo fue un periodo muy estable, lo que indica que la estabilidad no es la cuestión para la justicia social y que la estabilidad monárquica no significa necesariamente justicia social ni estabilidad politica.

  Es cierto que si observamos el funcionamiento de estos países monárquicos debemos reconocer que no tiene por qué haber contradicción entre ser un país monárquico y disfrutar buena calidad democrática,  pero una cosa es que la monarquía no interfiera y otra que la monarquía sea la causa de ese bienestar. Más bien diríamos que, como la iglesia, se ha ido adaptando al espíritu de los tiempos para garantizar su propia supervivencia.  Que no obstaculice la democracia no significa en absoluto que sea fuente de democracia ni que la garantice.

 También en los países europeos, vamos a dejarnos de complejos, a las monarquías les gusta ponerse los laureles de los triunfos democráticos  o de los avances en bienestar social oscureciendo o minimizando los verdaderos protagonistas que son las masas populares; convirtiendo a familias millonarias y privilegiadas en la imagen de sus países.  Estas monarquías europeas que  pasan de ser por gracia de Dios a constitucionales, parlamentarias  y  populares mantienen el país entroncado con su historia, dicen, lo que hace volver al relato de una historia sin lucha de clases dividido en reinados.

  Lo genuínamente británico, holandés o belga es la historia de sus casas reales, trocando la identidad en una exaltación del sentimiento nacional basado en procesiones agitando banderas del color que proceda aclamando a ídolos de purpurina.

 Un asunto espinoso es ese de que  las monarquías deben ser ejemplares e intachables; aunque según el significado de esos términos no hay monarcas impolutos en las las monarquías europeas, como bien sabemos. Algunas actuaciones que hemos leído en la prensa harían descender a los infiernos a un presidente de la república, pero las monarquías salen siempre a flote. Y continúan hablando de ejemplaridad y decencia.
  La monarquía sueca se tambaleó gravemente cuando salieron a la luz las miserias de Carlos Gustavo adicto a orgías con prostitutas y amigo de la mafia rusa que le proporcionaba los yates del placer, por los que pago buenas cantidades de dinero.
 El padre de Beatriz de Holanda, la madre de Guillermo, actual rey, llegó a los titulares de la prensa europea en 1900 por la cantidad de dinero que habia recaudado de la caridad y terminado en sus arcas privadas También se publicó que había usado la compañía aerea KAS internacional para usar mercenarios británicos y luchar contra los cazadores furtivos en las reservas naturales, el grupo paramilitar se infiltró en organizaciones ilegales para luchar contra el comercio de marfil pero se

benefició del mismo. En 2004, una entrevista reveló que el príncipe Bernardo aceptó los sobornos de Lockheed, y que era el padre de dos hijas ilegítimas. Los más recientes escándalos sobre el tren de vida que llevan Guillermo y Máxima no hablan precisamente de esa monarquía ejemplar que nos mostraba a la reina en bicicleta por las calles de Amsterdan.

En los últimos años la corte belga se ha visto inmersa en continuos escándalos, con adulterios, hijos ilegítimos y robos al estado incluídos. Desde la boda para salvar la corona de Felipe, el rey actual, homosexual reconocido, a las viejas infidelidades de Paola, o la paternidad del principe Laurent, hijo de Paola y uno de sus amantes. Laurent fue acusado de corrupción por su propio padre legla, el príncipe Alberto, implicándolo en un desvio de tres millones de dólares.


La pareja vendida como la quintaesencia del romanticismo, Mary y Federico de Dinamarca, han estado en las redes largo tiempo con feroces críticas que han llegado incluso al parlamento. Al inocente principe feliz se le escapó que tenian una casa en Verbier, cuya existencia era desconocida y que cuando no estaban la casa era alquilada a través de una inmobiliaria por entre 4000 y 10000 euros la semana.


En la intachable corona noruega con reyes que se codeaban con la plebe el príncipe Haakon parece haber salido más amigo de las otras coronas, las que se meten en el banco. Cuando se casó con Mette Marit recibió como regalo el palacio de Skaugum para que viviese. La casa está en Asker al suroeste de Oslo. Dentro del recinto de Skaugum está la casa principal, donde vive Haakon y su familia y otras cinco viviendas que también pertenecen a los príncipes. En 2007 las casas se remodelaron y se renovaron para alguilarlas. El dinero de la renta iba directamente a la cuenta de Haakon. Se ha llegado a embolsar unos dos millones de euros al año por el alquiler ilegal. Luego saltaron los escándalos por vacaciones en yates de millonarios, pagadas por los dueños para dar prestigio a sus empresas.


La casa real británica nos daría para una enciclopedia, pero baste como ejemplo la situación del prñincipe Andrés, presuntamente metido en un escándalo de explotación sexual y tráfico de menores, o el pasado nazi del marido de la reina, Felipe de Edimburgo.






El informe Waringo ha delatado las miserias de la Casa Real de Luxemburgo, con denuncias por maltrato de empleados que incluso aseguraban que habían recibido palizas durante sus cortos periodos de trabajo con los grandes duques.


La ejemplaridad, como vemos, brilla por su ausencia, pero, ¿realmente alguien cree que familias tan poderosas y ricas viven con sencillez, felices hablando de sus pueblos amados y de sus preciosos retoños?


Claro que son ejemplo, pero de la vida de las clases dominantes, a las que pertenecen. Ejemplo de trapicheos, de soberbia y de abusos. Luego representan a sus países con elegancia en el vestir,  gracia en el baile del minué y precisión en el manejo de la cubertería. Ejemplo de entrar en coches lujosos y ordenar al chófer el destino, ejemplo de unión con la iglesia considerando a la iglesia identidad,  como parte de la cultura del país y del mundo Occidental, al que el país pertenece.
  Este es un tema interesante. La vinculación de estas monarquías que representan a pueblos cada vez menos religiosos con las instituciones religiosas. El rey noruego, que es considerado un ejemplo de rey democrático, no dudó en vetar, por primera vez en su reinado,  la reforma constitucional que pretendía desligar a la corona del  luteranismo y sus actos religiosos alegando que los valores religiosos no son contradictorios con la democracia y que él era luterano y seguirá actuando conforme a los preceptos luteranos.

   Cada país tiene su relato histórico para entender o justificar la pervivencia de sus reyes, pero todos coinciden en la buena imagen en el exterior,  mucho más estable pues no está sujeta a los vaivenes de la política y mucho más  impresionante y vistosa.
   Bélgica  y Gran Bretaña son unas uniones de partes que no tendrían futuro alguno sin la monarquía, el rey noruego es el hijo del que se puso en contra de los nazis en la invasión ante la que el país muestra un sentimental victimismo de gentes buenas atacadas por bestias, España creó el cuento del rey que trajo la democracia después del franquismo, con estos relatos nos contentan y nos convencen de que debemos ser monárquicos para ser guais.

La idea que nos llega a España es que en las restantes monarquías europeas hay un consenso absoluto en el pueblo que disfruta aplaudiendo en bodas y bautizos, que se sienten orgullosos de sus representantes y no discuten sobre la posiblidad de una república.  A todos les gusta la parafernalia que organizan en torno a sus personas y no discuten la existencia de un poder hereditario en el seno de una sociedad que habla de la igualdad de condiciones para acceder a los cargos públicos.

 Pero eso no es cierto, en países como  Suecia hace apenas dos años la monarquía estuvo a punto de caer y existe un movimiento escandinavo de republicanos que consideran las instituciones monárquicas contrarias a los principios democráticos por el hecho de ser hereditarias.

Los republicanos holandeses luchan por recortar un 80 por ciento el sueldo de Guillermo
 “Se nos pide que vivamos de forma más sencilla y que ahorremos dinero, pero la Reina no es parte de ese acuerdo, hace lo que quiere”, dijo Hans Maessen, responsable de la campaña republicana para bajar el sueldo. “Es muy rica, gana mucho dinero, no paga impuestos, se está riendo de nosotros

Según el politólogo Rotchus  Bélgica no sobreviviría sin su monarquía. “Pero eso quiere decir que en el fondo no se tiene mucha confianza en la democracia belga. La república le haría bien al país. En su opinión, si todos los belgas pudieran elegir a un presidente, se fortalecería su cohesión. No obstante, el analista no cree que esté próximo el fin de la monarquía, ni el de Bélgica.

 Gran Bretaña que parece la monarquía más potente e intocable por su valor imperial se enfrenta a la périda de parte de su territorio con la independencia de Escocia y el resurgimiento del republicanismo en Irlanda del Norte.

    Existen conflictos entre monárquicos y republicanos en Europa, claro que existen, reyes poco ejemplares, claro que existen; pero en ningún país la república está unida a un sueño de libertad y a una causa perdida, de ahí que en España sea más peligrosa y conserve un halo de romanticismo del que carece en Europa. El jaque al Rey en España no es solo la victoria de la república sobre la monarquía. Es el triunfo de la España de la idea sobre la cerrado y sacristía.

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