martes, 21 de julio de 2020

Juan Carlos I: Jaque al padre. Parte segunda


Cuando se acercan  los años 60 el franquismo, completamente consolidado, es un bloque con familias en lucha.
Los tecnócratas del Opus frente la Falange. El Opus está con el príncipe, el mismo Escrivá de Balaguer lo visita en el palacio de Montellano.
La Falange lo odia.
  A partir de 1957, ya muerto el infante Alfonso, el Opus y Acción Católica (las juventudes católicas), inician la "Operación Lolita". Su objetivo es planificar con antelación el franquismo sin Franco. La monarquía es la solución para que el régimen no se agote cuando desaparezca el dictador.
  La guerra de familias acaba con la llegada de Carrero Blanco,  quien consigue en febrero del 57 que Franco haga una crisis de Gobierno que incorporará solo a los círculos de poder del Opus. La euforia entre los monárquicos es enorme.
  Torcuato Fernández Miranda es el ideólogo de la operación. No es miembro pero si cercano al Opus. Planea reformas moderadamente aperturistas dentro del orden.  La sucesión en Juan Carlos representa la continuidad. Todavía en el año 66, escribe en el diario Arriba que el futuro rey "tiene que ser de estirpe real. Pero además tiene que ser encarnación de la legitimidad histórico-nacional que el Estado español, surgido del 18 de julio, encarna".

¿Cómo vive todo estos tejemanejes en torno a su persona el otrora Juanito, ya convertido en el príncipe Juan Carlos? Una gran parte sin enterarse de nada, otra conspirando contra la intención del padre, Don Juan, de no permitir que su hijo se salte la la línea dinástica.

  Juan Carlos se encuentra en la Academia Militar de Zaragoza, y los viernes y sábados, se lo llevan al Gran Hotel, para que la vida militar no se le haga tan dura. Allí conocerá a Trevijano el que en 1974 creará la Junta Democrática y la Platajunta, el mismo que encarcelará en su primer gobierno con Fraga en 1976. Por ahora Trevijano le toma le pelo haciéndose pasar por mejicano  y se lo lleva de parranda en su cochazo. Lo que no sabe Juan Carlos todavía mientras llega en el cochazo de Trevijano a la Academia para dar envidia a sus compañeros es que Trevijano es juanista y no juancarlista.
  Pero Juan Carlos va tomando terreno en detrimento de su padre,  los consejeros franquistas  le hablan de ganarse a la derecha. En el día de la Victoria desfila ante el Caudillo como cadete. Falangistas y carlistas en los alrededores del desfile, provocan altercados callejeros y despliegan pancartas con ofensas hacia el príncipe. Don Juan no está dispuesto a arrojar la toalla y si la falange y el carlismo lo apoyan él se pone la camisa azul y la gorra roja y si lo apoya el PSOE en el exilio él se abre al izquierdismo.
 En cuanto Juan Carlos termina sus estudios militares, de una forma poco brillante por cierto, el conde de Barcelona da su último puñetazo en la mesa para demostrar que él tiene autoridad sobre su hijo, lo que es lo mismo, sobre la sucesión. Decide que el príncipe vaya a la Universidad de Salamanca. Franco le avisa que el muchacho no es muy listo. El Opus Dei propone que estudie en su Universidad, la de Navarra. Pero Franco tiene sus propios planes.  En marzo de 1960 en un encuentro con Don Juan en Las Cabezas se acuerda que Juan Carlos resida en la Casita de Arriba del Escorial y que reciba enseñanza personalizada y privada, lejos del mundanal ruido, que se traducía en los falangistas y los carlistas por un lado y la izquierda que comenzaba a agitar la universidad desde la clandestinidad. Así que, protegido por todo tipo de halagadores y zalameros  estudia nuestra eminencia.
  Cuando el 19 de octubre de 1960 entra por primera vez en el vestíbulo de la Facultad de Derecho, los estudiantes  de la Falange lo reciben con gritos ensordecedores de "¡Abajo el príncipe tonto!, ¡No queremos reyes idiotas!"  Juan Carlos tiene que darse la vuelta e irse por donde ha venido.
 Se recurre al lider de las Juventudes Monárquicas Españolas, Luis María Ansón, para que negocie con las Falanges Universitarias e incluso con la Asociación Socialista Universitaria; y hasta con la célula comunista clandestina, aunque con los últimos siempre prefirieron negociar a estacazos en la calle y en las comisarias.  Se llega  al acuerdo de que dejen que el príncipe asista a clase como si fuera un estudiante más. Los jóvenes monárquicos despliegan el 31 de octubre todos sus efectivos en la universidad y rodean a los alborotadores,  sobre todo a los carlistas. Consiguen por fin que Juan Carlos entre. Los estudiantes de la oposición de izquierdas entre los que se encuentran Pilar Miró y Nicolás Sartorius continuan saliendo del aula en señal de protesta en el momento en que entra Juan Carlos.

Las  protestas en Ciudad Universitaria no son la única fuente de preocupación para los franquistas en estos años, aunque Juan Carlos no se entere de nada.
 También están en marcha proyectos nacionalistas renovados en Cataluña y el País Vasco, que plantean un desafío directo a la tradición centralista del franquismo y la monarquía. Y, lo más importante en lo que a conflictos sociales se refiere, las luchas obreras que, en febrero de 1961 se recrudecen con la  por primera huelga prolongada en la cuenca minera de Asturias, de proporciones y enfrentamientos masivos, duramente reprimida por el gobierno del que es  ministro Manuel Fraga, el fundador del actual y democrático Partido Popular.
    Todo esto preocupa mucho a Washington. España continua siendo una de las dictaduras protegidas por Estados Unidos (junto con la de Salazar en Portugal, Trujillo en la República Dominicana, Somoza en Nicaragua y Chiang Kai-chek en Taiwán). La CIA comienza a pensar, en una pequeña apertura democratizadora calculada. Por ahí van precisamente los tiros de los tecnócratas del Opus y de eso tratan en sus reuniones en Madrid los miembros del gobierno franquista con los representantes del centro de inteligencia norteamericano, transmitiéndole después a Franco el interés de la institución yanqui por conseguir que el Estado tolere primero, y legalice después, al menos dos partidos: uno socialdemócrata y otro democrático-cristiano.
 En junio de 1962 en el "Contubernio de Múnich" se reunen monárquicos liberales, democristianos, socialistas, socialdemócratas, nacionalistas vascos y catalanes bajo la alta autoridad moral de Salvador de Madariaga que, al concluir la reunión, afirmó: "Hoy ha terminado la Guerra Civil".  Don Juan envia sus representantes para hablar con los partidos reunidos allí. Le transmiten que el PSOE si se acordaban una transición democrática apoyarála monarquía.
 Franco se encolerizz  y encarcela o exilia a los reunidos en Múnich. De apertura nada.  El conde de Barcelona jura a Franco que él no sabe nada de lo que ha sucedido en la ciudad alemana.
 Como muestra de buena voluntad lo invita a la boda de de Juan Carlos en 1961 y le ofrece el Toisón de Oro, pero Franco no va pero envía representantes.
  Un asunto importante a resolver es la boda del príncipe. Después de algunos infructuosos encuentros :Sofía trata de liarse con Harald de Noruega y Juan Carlos oscila entre  los favores de  la bailaora la Chunga y los amores de las más aristocráticas Gabriela de Saboya y Olghina de Robiland , en 1960 se encuentran  en  Nápoles, donde los Borbones habían acudido para asistir a la Semana de Vela de las Olimpiadas de Roma y surge la chispa. De regreso a Estoril, Juan Carlos le confiesa a un amigo que se ha hecho novio de Sofía, y le enseña una pitillera que ella le ha regalado.
  Sofía y Juan Carlos son primos lejanos y, ambos, primos de la reina Isabel II de Inglaterra; forman parte de esa colonia de zánganos que recorre Europa bajo el nombre de "miembros de las casas reales" a la caza de tronos vacantes.
  Juan Carlos comunica a su padre su noviazgo. Al padre le gusta, pero Franco ya había descartado cualquier descendiente de los reyes griegos, porque no eran católicos. Nadie se atreve a darle la noticia. Lo hace don Juan por radio desde el Saltillo cuando Franco está en el Azor.
 Don Juan no quiere enfadar a Franco, tampoco su hijo. En realidad quiere estar bien con todos porque su aspiración es el trono para él mismo.  Para calmarlo , por el asunto del Contubernio de Múnich y por lo de la princesa griega, lo invita a la boda y le ofrece el Toisón. Pero Franco no da su brazo a torcer.
 En cuanto a la dote, los Borbones regatearon sobre lo que había ofrecido Harald y consiguieron rebajar el precio de la princesa. En declaraciones a la prensa francesa Sofía diría más tarde: «Todavía hoy, no lo he olvidado y recuerdo aquello con cierta amargura».

   El 14 de mayo de 1962 se casan en Atenas. Franco envía sus representantes. Los que sí asisten son los magnates Aristóteles Onassis y Stavros Niarchos que son invitados de excepción. Aristóteles Onassis incluso colabora en la organización del evento, poniendo varios aviones de su compañía aérea, la Olympic Airways, a disposición de los invitados.
 Al regreso del viaje de novios se instalan en la Zarzuela, cerca del Pardo. El Opus presiona para que Franco se calme en cuanto a Sofia y la misma  princesa, muy diplomática ella, también actua como una verdadera profesional para ganarse al dictador. Su matrimonio con Juan Carlos va a ser un buen campo para que Sofia muestre que tiene buenas "tragaderas"
 Franco reestructura  la Zarzuela, el director de la casa será el marqués de Mondéjar. Casi al mismo tiempo el propio príncipe reclama a Alfonso Armada para el mismo  cargo. Los dos, Mondéjar y Armada, forman un equipo de militares muy próximos afectivamente al príncipe desde los tiempos del Palacio de Montellano, cuando Juan Carlos preparaba su ingreso en la Academia Militar de Zaragoza. Armada llega a ser con el tiempo uno de los mejores amigos de Sofía, con la que la afinidad de carácter, e ideológica, se manifestó desde el comienzo. A Franco le parecían bien los dos, porque eran buenos franquistas. Y a Don Juan también, porque eran además monárquicos.
Sí, este Alfonso Armada, mejor amigo de Juan Carlos y Sofía, volverá a aparecer en esta historia, en el golpe de Estado del 23F, aquel que Juan Carlos detuvo para salvar la democracia de los planes de su monárquico y querido amigo.
  A lo largo de la década de los 60 el príncipe visita a Franco una vez al mes como media, una o dos horas cada vez. Y, aparte, Franco está bien informado de todo lo que acontece en La Zarzuela, a través del personal de la casa, muy especialmente de Alfonso Armada, que no le oculta ninguna gestión ni visita.
 Todo parece calmado en cuanto a la figura de Juan Carlos, pero Sofía comienza a saber con quién se ha casado.  Hay incluso rumores de separación, pero el embarazo de Sofía para la tormenta por el momento. La infanta Elena  nace el 20 de diciembre de 1963,  en la clínica privada Nuestra Señora de Loreto. No hay celebraciones porque es niña y porque estaba enferma, uno de los tabúes  informativos de la Casa Real
 Cuando nace Cristina en 1965 tampoco hay fiestas, es otra niña, aunque esta  vez, sana
Y finalmente al tercer embarazo nace el macho deseado. En 1968 ya hay heredero.
 Se decide que los niños se llamen Borbón y Grecia ya que a Sofía el ministerio danés de Justicia le ha prohibido, mediante una declaración en comunicado oficial, usar Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg.
  Es posible que Sofía no supiese dónde se había metido o que su espíritu de sacrificio fuese propio de una santa o  que con tal de ser reina haya aceptado vivir sin dignidad o todo junto.
 Después de nacer los hijos hay nuevos intentos de separación y solo recientemente ha salido a la luz pública que la pareja real lleva décadas sin ser una pareja real; que los malos tratos y la violencia de género formaron parte del menú cotidiano amén de las múltiples infidelidades e hijos ilegítimos que Juan Carlos ha ido dejando por doquier. Un Borbón de los pies a la cabeza.

  Sofía  se ha mostrado siempre como la esposa ejemplar del Opus Dei, con la procesión por dentro mientras el esposo no escatima en expresiones de mal gusto y falta de respeto, tanto en público como en privado, Si el modelo de mujer a seguir fuera el de la resignada y sufrida esposa, que no sólo calla sino que disculpa y minimiza ante los demás los golpes a su dignidad para proteger con ello la imagen pública de su marido, habría que darle una medalla. Pero como  a raiz de la fuerza del feminismo es ya  políticamente incorrecto endiosar a una mujer que ha aceptado perder su dignidad, para salvar a Sofía de tan triste papel se ha creado el mito de su profesionalidad.  Su oficio es mostrar serenidad y amor cuando no existe serenidad ni amor.

   Los testimonios sobre episodios de violencia doméstica de Juan Carlos han sido corroborados por diversos testigos ocasionales que presenciaron cómo en una ocasión, por ejemplo, le arrojó a la cabeza un plato desde el otro extremo de la mesa. También se escucharon con frecuencia, y no sólo por los más próximos, insultos machistas y humillaciones para referirse a ella, con el lenguaje soez del que tiene bien integrado en su vocabulario cotidiano. Juan Carlos nos ha brindado bonitas imágenes de su carácter campechano y abusón en repetidas ocasiones públicas: haciendo la peineta a un grupo de manifestantes que lo abucheaban, dándole un pescozón a su chófer, un empujón o un grito a su mujer. Tan intocable se ha ido sintiendo a lo largo de su reinado.
  Decicaremos un capítulo completo a la vergonzosa actuación del rey maltratador, con su esposa y con otras mujeres a las que ha maltratado, comprado  o "eliminado".

   Esto es lo que le gusta a Franco de la princesa: que traga con todo, en silencioso sufrimiento, como una reina, educada para soportar cualquier sacrificio por razones de Estado. Sofía es una fingidora excepcional.  También le gusta mucho a Franco ese saber estar  en las audiencias privadas del rey con sus colaboradores, e incluso su saber meter baza, para apoyar las decisiones más militaronas que jamás Juan Carlos haya tomado, sobre todo en la etapa de Alfonso Armada, con quien tan bien sabe conectar Sofía, en la secretaría de La Zarzuela. 
Con el tiempo la pareja real se aviene a una relación con poco ruido, formal y profesional para las cosas importantes con el silencio cómplice de la prensa que viste al matrimonio de paz, rosas y armonía. La familia feliz, vestida de tafetán y terciopelo que hace frufrú al caminar.
 Mientras Sofía y Juan Carlos gozan de los primeros días de su matrimonio en la calle los grises machacan a los obreros y los estudiantes.  El padre prueba a acercarse al PSOE para que apoyen sus derechos al trono, pero el hijo ya cuenta con la figura de Fraga Iribarne que  en una entrevista al Times lo deja bien claro: "Si algún día la Monarquía vuelve a España será con Juan Carlos.

   "Tu hijo te quiere arrebatar el trono", le dicen a Don Juan.  Don Juan pide hablar personalmente con "Juanito" Todo estaba preparado para el almuerzo en el hotel Palacio,  pero a eso de las 12 de la mañana suena el teléfono en Villa Giralda. Es Juan Carlos, que alega en el último momento una afección de vientre para excusar su presencia. Don Juan no se cree que la cagalera de su hijo sea real. Luego le cuentan que Juan Carlos se ha ido a visitar a Franco.

    En el mes de octubre de 1967, durante el transcurso de una cacería en la sierra de Cazorla, Franco se pone repentinamente enfermo. Una lipotimia. Los mecanismos del régimen actuan de inmediato para que la noticia no trascienda, pero aun así, Don Juan consigue enterarse, a través de un amigo inglés. Si Franco se muriera de repente, esta es  su oportunidad. Llama a Trevijano, para que haga las gestiones oportunas.
Pero todo es una falsa alarma.  A Franco le quedan todavía ocho largos años de vida.

  Juan Carlos también se asusta por la lipotimia de Franco y empieza a trabajar en sus propios proyectos, reclutando adeptos contra su padre.  Los Borbones como hemos visto y veremos todavía en el  heredero Felipe VI son especialistas en escupir en la cara a sus progenitores.


   El 5 de enero de 1968, el todavía considerado Príncipe de Asturias, en tanto heredero de Don Juan,  cumple 30 años, la edad fijada por la ley de 1947 para poder ser designado sucesor a título de rey. Pocos días después visita a Franco, quien le recomienda: «Tenga mucha tranquilidad, alteza. No se deje atraer por nada. Todo está hecho». Antes de terminar el mes, el día 30, nace su primer hijo varón, Felipe. Ya hay heredero. Segundo problema resuelto.
 La reacción negativa de la reina madre Victoria Eugenia  se resuelve  pronto también. La señora se muere el 15 de abril de 1969.
  Cuando Don Juan conoce lo de su nombramiento como sucesor de Franco y contacta con su hijo, Juan Carlos le dice que " En España se acepta lo que hay" . Y Don Juan le replica tajante: "Sí, pero no para suplantarme a mí". Para arreglar este enfrentamiento Alfonso Armada va con el Príncipe a Estoril pero Don Juan no acepta que su hijo se salte la línea dinástica.

El  3 de julio de 1969 Miguel Primo de Rivera es llamado a audiencia por Franco para comunicarle  que ha pensado nombrar a Juan Carlos de Borbón sucesor, a título de Rey. Primo de Rivera promete guardar secreto, excepto en un caso: el del propio príncipe. Así que de El Pardo se va, sigiloso, a La Zarzuela, donde narra a Juan Carlos lo que el dictador le ha dicho. Ambos, príncipe y Miguel Primo de Rivera, exteriorizan su alegría abrazándose efusivamente. Ambos caen a la piscina vestidos, como estan.

   Apenas unos días después, el 12 de julio de 1969, Juan Carlos recibe la esperada llamada de Franco. En su cita, después de comer, en El Pardo, el dictador le comunica por fin su decisión de designarle sucesor y las fechas previstas a tal efecto. "De acuerdo, mi general, acepto". Franco sonríe y abraza a su obediente sucesor. Cuando el príncipe sale del despacho puedo ver que ya está ahí, esperando, el embajador de España en Lisboa, al que Franco le entrega a continuación una carta que ya tiene preparada para Don Juan, para que la llevase inmediatamente a Estoril.

   En cuanto Juan Carlos llega de vuelta a Zarzuela, llama a Villa Giralda, pero no se atreve a decir nada, ni siquiera a su madre, y se limita a anunciar que Nicolás Mondéjar sale esa noche para llevarle una carta a su padre.
  En cuanto la lee Don Juan exclama: «¡Qué cabrón!".
El 23 de julio de 1969, Juan Carlos de Borbón y Borbón jur en ceremonia solemne, como sucesor a título de rey del Generalísimo Franco, los Principios del Movimiento Nacional y las Leyes Fundamentales  " Mi pulso no temblará para hacer cuanto fuera preciso en defensa de los principios y leyes que acabo de jurar", declara en el posterior discurso, que ES muy bien acogido por la audiencia franquista.
Por la noche los recién estrenados Príncipes de España cenan en La Zarzuela con sus colaboradores más próximos. El regocijo es general. En momento de euforia, sin poder reprimirse, Sofía alza su copa y dirigiéndose a Armada dice: «Hoy tomamos el mejor vino y yo brindo por usted, Alfonso».

   A partir de entonces las visitas de Juan Carlos a El Pardo pasan de mensuales a semanales. Todos los lunes a las cinco de la tarde se sienta con el dictador para comentar los temas que previamente Armada le ha preparado en unas notas, y que a la vuelta comenta de nuevo con él en La Zarzuela.
 El padre ya sido anulado.
 Ahora solo queda esperar a que se muera.

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