domingo, 16 de agosto de 2020

El rey exiliado

Los viajeros de Bruno Catalano
La Real Academia de la Lengua definie exilio como separación de una persona de la tierra en que vive, o expatriación, generalmente por motivos políticos .
La RAE en este tema es pulcra. En su primera acepción podría ser un turista noruego que se ha comprado un bungalow en la costa alicantina para pasar su vejez. En la segunda utiliza el término"expatriación", es decir el acto de hacer salir de la patria o abadonarla, en el que salir sigue siendo un verbo muy higiénico.
Según la RAE y los medios de comunicación, que en algunos casos son tan escrupulosos como la misma Academia, el rey Juan Carlos I es un exiliado, se ha exiliado o le han aconsejado exiliarse.
Pero la historia no usará ese termino para hablar de este periodo. La historia, cuando es ciencia, no tiene corazón y cuando no es ciencia, no es historia. El rey no será un exiliado sino un desertor, un miserable fugado con las maletas llenas de monedas de oro después de haber bloqueado durante otros cuarenta años la llegada de una verdadera democracía al país.
No, el rey no es un exiliado, por más que todas las televisiones y la prensa lo repitan y la RAE lo certifique.
Cuando has perdido una guerra y los vencedores van a entrar en tu casa de noche para pegarte un tiro contra el muro de un cementerio; cuando has sobrevivido a violaciones y torturas durante una dictadura; cuando tienes miedo por tu vida por algo que has dicho o has escrito, cuando el vecino te ha denunciado por ruidos que oyó durante la noche, cuando tus hijos pierden peso cada día y no tienes nada que darles de comer, entonces te exilias.
En el exilio tu propio relato te perseguirá siempre.
El exilio solo da un poco de seguridad, pero no evita las pesadillas, ni el miedo por los que no lograron huir.
El exilio pone a los seres humanos en una situación de desventaja.
El exilio significa arrancarte de tu infancia, porque no hay otra patria para los seres humanos que ese tiempo lento y lleno de menudencias; significa lanzarte a la soledad, una soledad terrible porque está ligada a una memoria que te ha sido vetada.
El exilio no es solo coger una maleta y meterse en un tren o un avión, es la llegada al vacío, a una página en blanco que se debe, forzosamente escribir, con los restos de un naufragio. Es vivir con el Otro y con tus recuerdos que muchas veces no le interesan o le resultan demasiado ajenos o los considera peligrosos para su propia seguridad.
No se sale de la casa al exilio cerrando cuidadósamente la puerta, a plena luz, y dando la llave a la vecina para que te riegue las plantas. Se escapa precipitadamente, en la noche, sin tiempo apenas para abrazar por última vez a quien quieres, se escapa con el corazón brincando en el pecho, por el miedo a la oscuridad que se presenta frente a ti y la que se queda detrás.
En el exilio no solo se pierde la tierra, se pierde la ilusión, se abandonan los sueños y se inicia un nuevo recorrido, como construir una nueva casa después de un incendio que destruído la colcha de novia, las fotos de tu madre antes de saber que iba a ser tu madre y todas las bagatelas que formaban quién tu eras antes de ser perseguido
Decir que el rey se ha exiliado, es faltar el respeto a todos esos sentimientos y ,sobre todo, a todos los que no tuvieron elección entre escapar o morir: a todas las grises siluetas que abandonaban Alemania para no subir a los trenes donde con una estrella en el pecho y el vacío del horror en los ojos, serian arrastrados por toda Europa; a las procesiones de asustados españoles que cruzaron los Pirineos como sombras mal vestidas y mal calzadas, a los argentinos y los chilenos que recogieron lo que pudieron y cruzaron la frontera rumbo a cualquier lugar donde la tortura no fuese su único destino, a lod palestinos que fueron perdiendo tierras y hogares y tuvieron que optar por no perder la vida; a los sirios que se hacinan en barcas huyendo de la monstruosidad en que la avaricia occidental ha convertido sus casas, las pateras que navegan en la noche mediterránea iluminada por los ojos vigilantes de los africanos que han apostado por la ruleta rusa de la muerte o la supervivencia....
No, el rey no es un exiliado. Los reyes no se exilian, los reyes desertan o son echados por el pueblo.
El rey se ha fugado porque ha usado su situación privilegiada para robar y manipular y ha convertido su casa en el centro neurálgico de don Vito Corleone. Se va a un hotel de cinco estrellas, a un paraíso del turismo sexual, se va con las maletas cargadas de joyas y billetes y se va para que su hijo siga haciendo lo mismo que él hizo, para salvar el oro de los suyos.
No es un exiliado, es un desertor, un abyecto fugitivo.
(En la foto "Les voyageurs de Bruno Catalano)

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