lunes, 8 de junio de 2020

Razas y racismo



Un policía blanco pone su rodilla sobre el cuello de un hombre negro y aprieta hasta asfixiarlo. Los negros gritan, indignados, en contra de la discriminación racial.
Algunos blancos se les unen, agunos latinos también y algunos asiáticos. 
  Lo vemos así, como en una película. Los seres humanos diferenciados por su asepcto fisico y especialmente por el color de su piel .

En la gran tierra de la libertad existen castas y existe el cine. 
Las castas son estables y coindicen con las divisiones que las razas establecieron  en el siglo XVIII.  Los WASPs están en la cúspide, tienen el poder económico y el político y tienen Hollywood que nos cuenta que un hombre negro del Bronx puede llegar a ser millonario.

Black Lives Matter es el lema de los luchadores contra el racismo. Si ha sido la comunidad "negra" quién ha decidido usar ese cartel, el cartel es válido. Porque las víctimas tienen derecho de apropiarse de las palabras que las han denigrado para dignificarlas y portarlas con orgullo, como un arma.

Las palabras tienen un poder inmenso incluso las más inocentes. Decimos un policía blanco, un hombre negro, unos latinos, unos asiáticos. Estamos estableciendo dos grupos, uno diferenciado por el color de la piel y otro por el origen. 
Mezclamos raza y  procedencia en la descripción de los otros. Los periódicos políticamente correctos y los diarios de noticias en todo el mundo hablan de un hombre "afroamericano" marcando su descendencia como un elemento primordial en su existencia, mientras al policía es solo americano. 
 El policía mató a un hombre, pero no a un hombre cualquiera, lo mató por el color de su piel. Lo mató porque era negro.  Aquí es donde Black livet mattes. 
  
La raza no se puede negar como concepto discriminatorio ni se puede borrar de la historia. 
 Existen los negros americanos y existen los blancos americanos porque son historia y cada uno lleva la suya. 

 La raza es una construcción política y social que sostiene un ideario relaconado con la segregación bajo la superioridad del hombre blanco;  y a pesar de los avancees de la ciencia  el concepto de raza ha conservado su funcionalidad: diferenciar, segregar, tergiversar al "otro" y así racializar las relaciones sociales y económicas. 

 Ni  siquiera en la etimología de la palabra raza encontramos un acuerdo sobre su significado
 Algunos abogan por una derivación de la palabra latina ratio - tipo o variedad- y otros apoyan una derivación del árabe ras -cabeza-  Otros establecen que en realidad el vocablo surgió en Italia y España en el siglo XIV para hablar de crianza de animales, referida a estirpe o linaje. 


La raza es una creencia no una evidencia científica. 

Esta creencia ha variado su contenido a lo largo de la historia, desde considerar que unos hombres por el color de su piel o la forma de su nariz o boca podía ser inferiores intelectualmente y más cercanos a los simios;  a admitir que no hay otra diferencia entre las razas que el aspecto físico y que las diferencias y aptitudes psicologicas o de comportamiento por lo tanto todas las razas deben convivir en paz .
Ambas teorias parten de una premisa falsa. La existencia de razas humanas. El racismo no se extermina con discursos superficiales sobre hermandad entre todos los colores. El racismo se ataca desde la raiz, desde la disepción de la palabra "raza" y el conocimiento de su historia.

El concepto no ha sido siempre el mismo, como sucede con toda construcción social. 

No he leído mucho y lo dejo en tema pendiente, sobre si pudo existir un "racismo" en la Antigüedad, entre los egipcios y los esclavos, pero si lo existió no fue basado en el color de la piel sino en las relaciones guerreras.  El concepto "romanización" implicaba un proceso de asimilación cultural  por el cual numerosas regiones bajo el poder político de Roma adoptaron sus instituciones, costumbres, organización social y su lengua, cualquiera podía ser romanizado, el color de la piel no se menciona como inconveniente.
  
  En cuanto a la Edad Media algunos autores defienden un proto-racismo en la limpieza de sangre española y la raza de la nobleza francesa. 
    
    Los progroms de 1391 contra la población judía conllevó a conversiones en masa por parte de la comunidad serfadí , conversiones que fueron mucho más masivas trás el Edicto de Expulsión de los Reyes Católicos en 1492. 
  Se puede hablar de racismo en la violencia de los cristianos contra los judios, o simplemente de una manipulación de las masas a la búsqueda de un chivo expiatorio para sus males debido a la crisis del siglo XIV , las guerras civiles castellanas y la peste devastadora peste de 1348 . Algunos actuaron movidos por la idea de castigo divino por permitir la existencia de jugios entre ellos, se les acusó de envenenar pozos para propagar la peste y acabar con la cristiandad, pero no había en la animadversión una idea de raza como la que tenemos hoy. 
La existencia del "converso" dió al cristiano viejo superioridad por la sangre. De hecho  con el fi n de impedir a los judeoconversos el acceso a instituciones del poder y de la cultura se decretaron los “Estatutos de Limpieza de Sangre” en 1449 que  prohibían el acceso a colegios mayores, órdenes militares, monasterios, cabildos catedralicios y a la propia Inquisición, a aquellos cristianos a los que se les pudiese comprobar sangre “judía, mora o hereje” en sus antepasados , es decir el linaje y la exitencia de no judios o musulanes en el árbol genealógico iban a ser dedicisivos para abrir puertas en la sociedad. 
  La sociedad “cristiana vieja”  tenía miedo de una  asimilación judeoconversa y la existencia de ese miedo era porque tal situación se estaba produciendo. A  través de la limpieza de sangre el antijudaísmo clásico fue objeto de una metamorfosis: de un “antijudaísmo religioso” se transformó en un antijudaísmo religioso-racial  El concepto de “limpieza” desplaza parcialmente la religión como criterio de diferenciación y, por primera vez en la historia europea, engloba dos criterios fundamentales con el fin de marginar: “raza” e “impureza” 

En el debate llevado a cabo en el Cabildo Catedralicio de Toledo en 1547, en relación con la implementación de los “Estatutos de la Limpieza de Sangre”, el arzobispo Juan Martínez de Silíceo utilizó por primera vez el término “raza” en el contexto de la limpieza de sangre. 
  "Raza en los linages se toman en mala parte, como tener alguna raza de Moro, o Judio”  La idea de que la “sangre judía” de los “cristianos nuevos” conservaba su carácter deshonesto, corrupto y degenerado fue el modo de protegerse de los cristianos viejos.  A través de un discurso teológico también se pudo fabricar un determinismo biológico en detrimento de personas que se calificaban como “impuras” y, en consecuencia, como “inferiores” por tener antepasados judíos o musulmanes. 

    En la  Francia de los siglos XVI y XVII aparece otra variante de raza no como sinónimo de una ascendencia maculada, sino como defensa del orden estamental.  
  A partir de la primera mitad del siglo XVI y en razón de la movilidad social,  amenazante para la nobleza, se enfatizó con más ahínco que “race” era la premisa inamovible para pertenecer a la nobleza.   Race significaba linaje y, a través de éste, se heredaba la superioridad del noble ante el Tercer Estado. 

 Este discurso de autolegitimación hacía hincapié en que la nobleza debía percibirse como una realidad natural e histórica, con génesis en los francos a cuya "raza" pertenencían. Esa realidad era natural e histórica con carácter universal, independiente de tiempo y espacio.  
El racismo estamental no estaba relacionado con el racismo antropológico, tampoco con el nacionalismo del siglo XIX; de hecho, era la plena expresión de la aristocracia con tendencias antinacionales y antiburguesas.  Su objetivo era el hermetismo social para salvaguardar sus privilegios y su estatus económico.

  Pese a sus diferencias los idearios de raza en Francia y España funcionarion como ente segregacionista, uno contra minorias religiosas y otro como arma para frenar el tercer estado.



 La conquista de América y el contacto de los europeos  con otras culturas transoceánicas enfrentarán  al europeo al concepto de la otredad, donde lo otro era lo negativo y lo propio lo positivo.

 En este contexto se construye por primera vez el término “raza” con el significado contemporáneo: desde este momento operará como un criterio seudocientífico para clasificar a los seres humanos en diferentes grupos a través de características fenotípicas. 

François Bernier en el siglo XVII acuña por primera vez el término con este significado Hasta entonces , los geógrafos se habían limitado a dividir la Tierra según los diferentes países y regiones que en ella se encuentraban. Bernier afirma que en sus observaciones en el curso de sus viajes ha llegado a la conclusión de que los hombres son diferentes por la forma del cuerpo y el rostro despendiendo de las regiones de la Tierra, y que estas diferencias pueden dividirse en cinco “especies o razas”. Por primera vez se intentaba ordenar y sistematizar la diversidad humana con base en el aspecto externo del cuerpo y del rostro. 
Bernier elaboró así la categoría científica, criterio que poco después habría de ser utilizado para formular las escalas jerárquicas de la humanidad. 

 En el siglo XVIII  el médico sueco Carlous Linneo publicó en su obra “Systema naturae” en la que desarrolló el sistema de la taxonomía  Siguiendo las categorías aristotélicas, Linneo ordenó los reinos (animal, vegetal y mineral) en cinco taxones: clase, orden, género, especie y variedad. 
 El naturalista pretendía describir, distinguir y dar nombre a cada una de las especies y géneros, poniendo de manifiesto el orden divino.
  El “Sistema naturae" fue creciendo en contenido y en páginas hasta llegar a añadir elementos espirituales y culturales a las características físicas. 

   La variedad del homo sapiens se evidencia según Linneo en el color de la piel, el cabello, los ojos, la forma de la nariz, la postura del cuerpo, el carácter, el temperamento, el espíritu, el vestir y las tradiciones, lo que da lugar a  cuatro “razas" : Europaeus albenses, Americanus rubescens, Asiaticus fuscus, Africanus Níger. Cada raza tenía un carácter y una personalidad. 
  El europeo blanco era de carácter sanguíneo, corpulento y estaba gobernado por las leyes; el americano rojo era colérico, erecto y estaba gobernado por las costumbres ; el asiático amarillo era melancólico, rígido y estaba gobernado por las opiniones  y el  africano negro era flemático, laxo y gobernado por la arbitrariedad. 
  Linneo une la fisonomía y la patología humoral de Hipócrates y Galeno, relacionando el espíritu con la apariencia física.
  Ese vínculo entre la fisonomía y la moral tenía ya una profunda tradición en Occidente. En la antigüedad griega se había propiciado el principio de Kalokagáthía, según la cual no podía existir la belleza, si no se condicionaba con saludable y, por tanto, tampoco existía un estado de salud o bondad si no existía la belleza
   El simbolismo medieval del color operaba como trasfondo cultural para relacionar valores, colores y seres humanos. En ese entonces, los colores no eran pigmentos observables objetivamente; ante todo, el color se asociaba con idearios y valores religioso-morales. Desde la antigüedad el color blanco se ha relacionado con lo bueno, lo bello y lo divino, el negro con la amoralidad, la perversión y lo diabólico. Esta fuerza simbólica repercutió evidentemente en la taxonomía de Linneo

  La innovación para la historia del racismo fue la de hilvanar “científicamente” un simbolismo de colores con posibles cualidades o defectos de los grupos raciales, iniciando un proceso de adscripción de pigmentación  y moral, que no era más que un discurso ideológico. Para darle veracidad lo enmascararon  de empirismo epistemológico y de  positivismo científico. 

  A pesar de su subjetividad su impacto en la historia fue determinante.  Ordenó los saberes, prefiguró los esquemas perceptivos ante el prejuicio y la alteridad y, por último, le suministró legitimidad a través de la ciencia taxonómica. En suma: Linneo había desarrollado una estética y una valoración racista al ordenar y al disciplinar los saberes. 
   La pigmentación de la piel planteada por Linneo (blanco, rojo, amarillo y negro) no se puede comprobar a través de la epidermis: la piel oscura, con referencia a la menos oscura, no es negra; al igual que la piel clara, con referencia a la menos clara, tampoco es blanca; y hablar de piel amarilla o roja; sin embargo fue su ordenamiento del saber fue aceptado durante siglos sin oposición alguna. 

 Los colores postulados por Linneo, aunque no se reflejan en la piel, se reflejarán desde el siglo XVIII en las estructuras, las normatividades, las relaciones sociales y las mentalidades. 

La ficción racista  respecto al otro se convirtieron, de esta manera, en una realidad no disctubible a pesar de que las crónicas de conquistadores y viajeros esbozaban una realidad muy diferente. 

  Aunque no se conserva la versión original del diario de Cristóbal Colón, sino solamente a través de los escritos de Bartolomé de las Casas, sabemos que el genovés tuvo la siguiente impresión al arribar el 11 de octubre de 1492 a San Salvador: 
" Ellos andaban todos desnudos como su madre los parió.... de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruessos cuasi como sedas de cola de cavallos y cortos.... D’ellos se pintan de prieto y ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y  algunos d’ellos se pintan de blanco y  otros d’ellos de colorado..."

   Américo Vespucio escribía esta carta desde Sevilla a Lorenzo di Pierfrancesco de Medici:
" Digo que después que dirigimos nuestra navegación hacia el septentrión, la primera tierra que encontramos habitada fué una isla... y la gente como nos vió saltar a tierra, y conoció que éramos gente diferente de su naturaleza, porque ellos no tienen barba alguna, ni visten ningún traje, así los hombres como las mujeres, que van como salieron del vientre de su madre, que no se cubren vergüenza ninguna, y así por la diferencia del color, porque ellos son de color pardo o leonado y nosotros blancos, de modo que teniendo miedo de nosotros todos se metieron en el bosque, y con gran trabajo por medio de signos les dimos seguridades y platicamos con ellos; y encontramos que eran de una raza  que se dicen caníbales ..."
  Giovanni da Varrazzano llega a la costa oriental de Norte de América en 1524 y percibe a sus habitantes en un primer plano como “negros”; al viajar al norte, rebate su opinión y afirma que eran mucho más claros. Según su informe, en lo alto de las Rhode Islands, se encontraban personas de color de piel “cobre”, aunque algunos tendían a ser más “blancos” y otros, a tener un color “dorado-amarillento” 

. Los europeos hicieron de los indígenas, a lo largo del proceso de construcción de “raza”, seres de piel roja, seguramente a raíz del ritual de colorearse la piel de rojo. Linneo describe a los africanos como negros, flemáticos, pero, en realidad, el supuesto color negro de los africanos es principalmente una amalgama conceptual entre dos idearios: su supuesta amoralidad y su piel oscura. 
Todos conceptos erróneos. 


Durante el periodo de la Ilustración - XVIII_ pensadores como Voltaire o Kant  propiciaron principios de igualdad, favorecieron los derechos humanos y lucharon por la tolerancia. 

 Kant en su obra "¿Qué es la Ilustración?"  hizo una llamada para que los individuos se emanciparan de su estado de minoría de edad , concepto que también podría ser traducido como estado de ignorancia o falta de voz y voto. 
   Pero obviamente este  no era una demanda incondicional de igualdad para todos 
Kant. Según la ideología de la Ilustración, los seres humanos son sus propios creadores. 
En consecuencia, la historia se entendió como un proceso evolutivo, en el cual los esfuerzos de cada individuo repercutían en el bienestar y el progreso de cada persona. Este proceso debe ser apreciado como una secuencia de distintos niveles de crecimiento y desarrollo. 
 El filósofo alemán no solamente reproduce estas ideas; es más, enfatiza la utilidad de la categoría de “raza”. 
  El “beneficio científico” de tal categoría, según Kant, radica en poder entrever las diferencias entre una misma especie , dado que ésta ha desarrollado una variedad de características hereditarias . 

  Las diferencias, en cuanto al color de la piel, no hacen referencia distintas clases  de hombre, pues todos pertenecen al mismo tronco . En su ensayo “Sobre las diferentes razas humanas"  afirma: Creo que sólo es necesario presuponer cuatro razas para poder derivar de ellas todas las diferencias reconocibles que se perpetúan en los pueblos: Blanca, negra, mongólica y la hindú.
Según Knat de estas cuatro razas podían derivarse todas las características hereditarias de los pueblos, sea como formas mestizas o puras  
Diez años más tarde, Kant introdujo los indios americanos, a los que anteriormente había considerado como una variante de la raza mongólica.

De hecho, en su escrito Definición de la raza humana, las cuatro  razas fundamentales serían la blanca, la amarilla, la negra y la roja. En sus lecciones sobre Geografía física,  ya en 1804, no titubeó en presentar esquemas jerárquicos de las razas: “La humanidad existe en su mayor perfección en la raza blanca. Los hindúes amarillos poseen una menor cantidad de talento. Los negros son inferiores y en el fondo se encuentran una parte de los pueblos americanos”  

A los indígenas, Kant les adscribía una piel roja  y afirmaba que éstos no tenían la capacidad de adquirir cultura, que se caracterizaban por su profunda indiferencia y su amor por la paz era solamente un reflejo de su independencia haragana.  En un escalafón más arriba situaba a los africanos; asumía que la raza de los negros se determinaba por su propia pasión, pero sin que este grupo pudiese controlarla. Por esta razón, estaban restringidos a desarrollar únicamente una cultura de esclavos y, como supuesto corolario, asumía su carácter pueril, hecho que demostraba su dependencia ante el liderazgo.  A los hindúes los situaba en una escala superior a las dos últimas: los consideraba como amarillos  y les concedía la posibilidad de civilización. Sin embargo, los definía como representantes de una  cultura de habilidades y no como partícipes de una cultura de la ciencia, de ahí que los hindúes siempre serían aprendices. Los blancos encarnaban todos los talentos necesarios para la cultura de la civilización; sólo ellos podían producir cambio y progreso, sólo ellos podían obedecer y liderar. En la raza blanca se condensaba la más alta perfección 

Esta ambivalencia de la Ilustración está conformada, por una parte, por los ideales de igualdad, derechos humanos y libertad de expresión y, por otra, por ideologías como el racismo y el antisemitismo científico, así como por el concepto de propiedad, creando nuevos parámetros de diferenciación y exclusión.

   El triunfo definitivo del proyecto de sociedad europea decimonónica,  burgués, industrial y parlamentario,  representa, sin duda alguna, un legado central para las sociedades contemporáneas al construir identidades, naciones, fronteras, nuevas verdades y dogmatismos.

 La ambivalencia de la “desigualdad en la igualdad” de la Ilustración se manifiesta de la siguiente manera: a través del discurso racista desarrollado por Kant se introducen fronteras simbólicas, ideológicas y parcialmente imaginadas entre las diferentes razas, lo cual es típico en cualquier discurso racista. Pero la innovación era precisamente la de invalidar todas las ideas fraguadas en torno a la nueva equidad ante las razas supuestamente inferiores y monopolizarlas únicamente para el proyecto de emancipación del homo europeus.
  El racismo perpetuó así la exclusión en una sociedad europea que reclamaba igualdad, derechos participativos, parlamentarismo y democracia.
La filosofía de la Ilustración preconizaba la abolición de las formas de producción feudales, postulaba la igualdad de todos los seres humanos y, además, propiciaba el principio de la propiedad privada en un temprano proyecto capitalista, pero todo ello solamente para el hombre blanco, y cuando se dice hombre blanco se dice hombre, no mujer. 


La razón de Kant representaba un raciocinio racista. 


Racismo en siglo XIX 


  A lo largo de este siglo van a  proliferar toda clase de  aportes derivados de la seudociencia para sustentar  el racismo científico. Trás la Ilustración solo la razón y la ciencia podían certificar la verdad y el racismo necesita la voz de la ciencia para seguir sustentando la categoría de Verdad.

El anatomista inglés Robert Knox  formuló su axioma: “La raza es todo y clasifica los africanos y a los judíos como “razas inferiores” 

 El Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas, del Conde Arthur de Gobineau constituye un diagnóstico de Europa con el ánimo de brindar respuestas para el futuro de la civilización europea. Hacía  especial énfasis sobre todo en los siguientes principios: las razas humanas son desiguales, en consecuencia se debe crear una nueva sociedad basada en “estamentos raciales”. 
  Gobineau era partidario del desarrollo cíclico de las civilizaciones, con sus correspondientes ascensos y descensos culturales. Aunque el autor no define puntualmente el concepto de raza, su andamiaje de ideas y presupuestos nos permiten reconstruirlo. “Raza”, según él, describe elementos físicos y psíquicos de un grupo determinado por la sangre, al menos “pura” en sus orígenes; todas éstas, condiciones heredables

El mestizaje, sin embargo, conllevaba desde la perspectiva del Conde, a la “degeneración de las razas” y de ésta manera la hibridación racial se materializaba a través de la decadencia o la muerte de la civilización 
El imaginario de la “raza pura” representaba solamente un ideal, dado que el estado de las razas demostraba que desde los albores de la historia. 
 Gobineau dividió la variedad humana en tres razas:
La brutal , sensual y cobarde raza de los negros; la débil, mediocre y materialista raza de los amarillos y, por último, la raza blanca, inteligente, enérgica y llena de coraje. 

De hecho, la raza blanca tenía todo el monopolio de la belleza y era la única raza que conocía el honor. 
  Por su inteligencia y fuerza, estaba destinada a conquistar a las “razas subordinadas” para acentuar su papel de fundadora de la civilización. 
  

 Los celtas y los eslavos eran  razas blancas, pero el ápice de la raza blanca estaba representado por los arios. Los idearios de Gobineau expresaban un anacrónico anhelo por reconstruir una sociedad estamental  pero con el fin de que la aristocracia pudiese recuperar sus privilegios perdidos. 
  Sin embargo dejaba de lado el hecho de que la civilización fuese fundada entre el Tigris y el Eúfrates y que continuase en el Mediterráneo cuya "raza" no podía considerarse pura.

El siglo XIX también fue testigo de otros métodos y afirmaciones que se aplicaron y propiciaron en los discursos racistas: la antropometría y el poligenismo.


 El naturalista y geólogo suizo Louis Agassiz  se convirtió en uno de los representantes más famosos del poligenismo, aunque predecesores como el médico John Atkins y los filósofos David Hume y Voltaire  ya habían desarrollado esta doctrina. 

El poligenismo, contrariamente al monogenismo, parte del postulado de que cada raza tiene su propio origen, esto es, diferentes padres fundacionales, como los linajes bíblicos. 

 Con este discurso se intentaba desarrollar una falsa premisa, de carácter inamovible e irrefutable, para aseverar con más ímpetu y pujanza la inequidad racial e intelectual de las supuestas razas inferiores. 

Agassiz publicó en 1850 un artículo donde desarrollaba toda una estrategia discursiva para no entrar en conflicto con las ideas cristianas al afirmar que el relato de Adán sólo se refería a la raza caucásica "En la tierra existen diferentes razas de hombres, que habitan en diferentes partes de su superficie y tienen características físicas diferentes; y este hecho nos impone la obligación de determinar la jerarquía relativa entre dichas razas, el valor relativo del carácter propio de cada una de ellas, desde un punto de vista científico"

 La antropometría fue otro método del racismo antropológico que, aunque tampoco fue una invención del siglo XIX, fue muy representativa para dicha época.

 Los antropólogos alemanes Meiners  y Blumenbach fueron los precursores más importantes de estos nuevos planteamientos al hacer hincapié en la craneometría. 
 Sin embargo los académicos que impulsaron este nuevo método a nivel internacional fueron Samuel Morton y Paul Broca
  Morton no tenía como meta obtener una representación taxonómica completa; su interés epistemológico, era probar que se podía establecer “objetivamente una jerarquía entre las “razas” basándose en las características físicas del cerebro, sobre todo en su tamaño” 

 El método aplicado por Morton fue la medición de la cavidad craneal. 
Con esta pretensión rellenaba tal cavidad con semillas de mostaza blanca tamizada y, a continuación, vertía las semillas en un cilindro graduado para conocer el volumen craneal en centímetros cúbicos. A falta de hallazgos uniformes sustituyó las semillas por perdigones de plomo obteniendo así resultados más "fidedignos" 

  Morton publicó una serie de trabajos que concluían en la existencia de seis razas :  “caucásica moderna”, “caucásica antigua”, “mongólica”, “malaya”, “americana” y, finalmente, “negra”. 
  Cada una de estas razas se subdividía nuevamente  entre uno y seis grupos. 
Morton no titubeaba en expresarse de manera denigrante e insultante en contra de las razas inferiores  mientras buscaba una metodología que confirmase sus prejucios.
 Al respecto, se debe aclarar lo siguiente: el tamaño del cerebro siempre corresponde al tamaño del cuerpo, por ejemplo, una persona alta tiene un cerebro más grande que una persona de pequeña estatura. Además, en la mayoría de los casos, los hombres tienden a ser más altos que las mujeres, por lo cual, los hombres tienden a tener el cerebro más grande. Ciertamente, deducir del tamaño del cerebro la capacidad intelectual es totalmente desatinado. 
Al medir los cráneos caucásicos, Morton estudió en su mayoría cráneos de hombres  y al evaluar cráneos indígenas, midió sobretodo cráneos de los incas, por lo general más pequeños que los demás, y omitió calcular los de los iroqueses que comparativamente son mucho más grandes que los de los incas. Éstos son solamente algunos ejemplos de la forma como Morton distorsionó la realidad biológica, proyectando sus anhelos y sus prejuicios socioculturales en sus investigaciones publicadas bajo la autoridad de la ciencia. 

En conclusión, podemos afirmar que el racismo antropológico fue un fenómeno secular que desplazó la fuerza autoritaria de la teología: el racismo científico se fundaba en el monopolio de la verdad del empirismo y en la observación; de hecho, en mediciones, tablas, cuantificaciones, exámenes y en planteamientos derivados de la teoría de la recapitulación. 

El termino raza se utilizó por los citados autores como un criterio científico para comprobar el orden jerárquico de las razas humanas.

 Esta distinción  tenía una  funcionalidad excluyente y una finalidad ideológica : La de mantener el poder en las relaciones sociales determinadas por la esclavitud, la industrialización y el imperialismo. Divulgar la supuesta condición inferior del indígena, del africano y del asiático permitía legitimar su conquista y su explotación, sin crear paradojas éticas con la moral de Occidente. 

Ahora bien, en esta lógica discursiva también encontramos el trazado teórico del filósofo y sociólogo Herbert Spencer , quien después del aporte de Jean Baptiste de Lamarck “Filosofía Zoológica” y de Charles Darwin “El origen de las especies” , tergiversó y adaptó la teoría de la evolución a la sociedad. De esta manera, no solamente Spencer, sino otros darwinistas sociales, como Alfred Russel Wallace y Ernst Häckel  se convirtieron en ideólogos racistas del capitalismo industrial.


 El científico británico Francis Galton  acuñó el concepto de la “eugenesia” en Inglaterra; el médico alemán Alfred Plötz  y Wilhelm Schallmayer  introdujeron la eugenesia en Alemania bajo el término de “higiene racial " y, en 1905, se legalizó la esterilización de “razas” indeseadas en varios estados de América del Norte. En este contexto, “raza” se convierte en receptor de otro complemento signifi cativo: el factor muerte. 
 Las “razas inferiores” debían ser eliminadas. Solamente los nazis llevaron a cabo este protervo proyecto.

En palabras de Michel Foucault, el racismo “asegura entonces la función de la muerte en la economía del biopoder, sobre el principio de que la muerte del otro equivale al reforzamiento biológico de sí mismo como miembro de una población, como elemento en una pluralidad coherente y viviente” 

 El racismo postula que una “raza” es biológicamente superior a las demás y que esta condición es heredable. En pocas palabras: el racismo esgrime el determinismo biológico en detrimento de su víctima. De ahí que los racistas pretendan conservar la “pureza de su raza” para no vulnerar su supuesta superioridad. 


En el último tercio del siglo XX algunos genetistas, como el italiano Cavalli-Sforza, comprobaron la evidente carencia de los argumentos biomoleculares, mediante los cuales se pretendía establecer la categoría de raza como un criterio fiable para ordenar la diversidad humana. : "Si estudiamos cualquier sistema genético, siempre encontramos un grado elevado de polimorfismo, es decir de variedad genética: significa que un gen presenta distintas formas. Esto ocurre tanto en una población muy pequeña como en el conjunto de la población europea, tanto en toda una nación como en una ciudad o en un simple pueblo. Por ejemplo, las proporciones de genes A B y 0 varían de unos pueblos a otros, de unas ciudades a otras, de unas naciones a otras, pero no demasiado: en cada microcosmos encontramos una composición genética comparable a la del conjunto, aunque algo distinta (... ) Podemos estudiar la clase rica o la pobre, a los blancos o a los negros: siempre hallaremos el mismo fenómeno [de polimorfismo]. La pureza genética es inexistente, simplemente no se encuentra en las poblaciones humanas 

 El  de criar artificialmente seres puros  acarrearía graves consecuencias para la fertilidad, la salud de los descendientes, y podría conducir a deformaciones e incluso a la muerte 

 Cualquier clasificación racial simplifica la diversidad humana de tal manera que se convierte, en la mayoría de los casos, en  una finalidad en sí misma, no solamente por omitir la gran variedad genética a lo largo de cualquier categorización, sino también por ignorar todas las posibles zonas de transición genética, que por principio son negadas en las categorías estáticas.

 No es sorprendente que en los últimos 200 años la ciencia haya presentado modelos de clasificación, que varían entre 3 y 300 razas,
  Jean-Joseph afi rmaba que existían dos ; Kant, cuatro; Blumenbach, cinco; Buffon, seis; Agassiz, ocho; Morton,veintidós; Crawford, sesenta etc. 

La genética tiene una respuesta simple: existen 8 millares de razas, la misma cantidad de seres que habitan la tierra 



1 comentario:

  1. Un texto muy necesario, sobre todo en estos tiempos en que las ultraderechas contraatacan, captando a las generaciones jóvenes. Gracias por compartir esto.

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