sábado, 25 de julio de 2020

Juan Carlos I: Qué noche la de aquel día. Quinta parte

El relato verdadero es que nuestro Rey, el campechano Juan Carlos, es un héroe. La verdad que nadie podrá manchar con  falsos testimonios es que aquella terrible noche fue tan valiente, tan valiente que se quitó el pijama y se puso el traje de gala para salvar la democracia. En pijama la hubiese salvado igual pero siendo rey tiene que guardar las formas más que una familia corriente, del montón.
  La verdad es que el Rey aquella noche mandó a los militares a sus cuarteles y dejó el Congreso limpio para que allí se hiciese política.  La verdad es q
ue Armada, su buen y monárquico amigo, le dio una puñalada por la espalda y el pueblo español le agradeció su valentía saliendo a la calle encabezado por sus políticos buenos: Don Manuel, el neodremócrata, Felipe, el juancarlista y Carrillo el eurocomunita entre otros.
  Ese es el relato verdadero pero esta vez no quiero escribir historia sino literatura por eso me voy a imaginar que el golpe está programado por el rey, sus militares y sus políticos para formar un gobierno de salvación nacional que domestique el movimiento obrero, acabe con la ETA y los nacionalismos irredentos y meta a España en la OTAN.
 Allá vamos, aquí está mi relato conspiranóico sobre el dulce golpe

 El periodo constituyente ha sido glorioso para el Rey.  El chico fenómeno. Adolfo Suárez,  le funciona a la perfección. Pero nuestro monarca es voluble, igual que alucina con alguien lo guillotina. Y su presidente a finales del año 81 ya presenta un cuello apetitoso.
El  fenomenal muchacho de Cebreros ha realizado su labor y el producto ya no vende.
Felipe González  está excitado con el canto del cisne de la UCD. En su siguiente congreso dice que ya hay que dejar de ser marxista, que eso está antiguo. El PSOE es juancarlista, repite,  pero tiene que seguir llamándose PSOE por los consumidores que se empeñan en comprar socialismo y puños en alto. O marxismo o  él. El congreso grita Felipe.  Un golpe de estado interno que le deja como única autoridad en el partido.
 Fraga provoca terremotos mientras pasea de lado a lado de su despacho pensando en la hora de su Alianza Popular.
Los bancos ven también el producto UCD en rebajas y apuestan por Felipe, el juancarlista y Don Manuel, el demócrata, el bipartidismo americano pagado por ellos mismos y servil al dinero.

  Con Suárez al rey le ha ido muy bien el juego del policía bueno y el policía malo. Si los militares van a Zarzuela a quejarse le echa la culpa de todos los males democráticos a su presidente. Si les pegan a los obreros y torturan a los chicos vascos, es su presidente, él no pincha ni corta. Le llaman el bulto que tiene al lado la reina, el mantecado que si se le quita el papel se desmorona, la cuchara porque ni pincha ni corta... Es el idiota que decían los falangistas, su presidente tiene la culpa de todo.

La cuestión de los destinos fuera de los centros de poder más adeptos al antiguo Régimen no gustan a Milans del Bosch y Milans del Bosch es muy monárquico. Tampoco le gusta el modo en que Suárez ha legalizado el PCE sin consultarlos. El Consejo Superior del Ejército se reune en el Palacio de Buenavista, en Madrid, y saca una nota de protesta casi golpista, contra Suárez.  Se supone que el rey arrestaría a estos díscolos pero prefiere que el temporal amaine porque el golpe tiene que ser tratado en Zarzuela y no en los cuarteles.
 Juan Carlos quiere saber qué dicen  Felipe, Fraga, a Armada y Milans del Bosch  antes de despeñar a su presidente, otrora preferido. Está de mala uva, Suárez se ha atrevido a decirle que a él el rey no lo "borbonea".  El carismático chico de la UCD no ha entendido que en la España Una, Grande y Monárquica si no te borbonean no sales en la foto.



  Poco antes del golpe de Estado del 23F, los reyes realizan su primera visita oficial a Euskadi. No es su lugar preferido pero siendo como es él  símbolo "unidad y permanencia" hay que hacer de tripas corazón.   Suárez no quiere la "belfastización" de Euskadi y ETA está cada vez más activa y con apoyo social sólido. La solución de guerra sucia se inicia ahora. Luego Felipe González la institucionalizará.
 "Que se lleven a un par de tíos por delante, con lo cual se robustece la moral de nuestras fuerzas", dice Suárez. Este tema, desde la guerra sucia hasta el espíritu de Ermua  y el  fin de la banda merece un capítulo aparte.
   Los reyes se preparan para visitar la irredenta Euskadi. La izquierda nacionalista ha iniciado una fuerte campaña con el lema "Reyes, kanpora"  con enfrentamientos con la policía en los que se hace uso de abundante material antidisturbios y balas de goma. Los manifestantes lanzan cócteles molotov y levantan  barricadas en las calles.
  En  la Casa de Juntas de Gernika el rey pronuncia un discurso con algunos párrafos en euskera. Herri Batasuna con sus más de treinta representantes electos en el Parlamento vasco y las Juntas Generales de Araba, Gipuzkoa y Bizkaia, ha obtenido con anticipación sus credenciales, por lo que tiene asegurado el paso. Cuando el rey inicia su discurso le interrumpen cantando con el puño en alto el Eusko Gudariak. Juan Carlos forza una sonrisa de circunstancias, Sofía se queda pálida, y el lendakari Carlos Garaikoetxea no sabe dónde meterse.  Enseguida los aplausos salvan la situación incómoda. El rey puede proseguir con el discurso y como ha puesto el dedo por donde se quedó continúa leyendo: "Siempre había sentido el anhelo de que mi primera visita como jefe de Estado a esta entrañable tierra vasca incluyera la realización de un acto que sellase el reencuentro del rey con los representantes de los territorios que durante siglos fueron ejemplares por su lealtad y fidelidad a la Corona". Los abertzales son procesados en la Audiencia Nacional por injurias al rey, aunque declaran que no entienden que cantarle su himno pueda ser considerado una injuria.


  Esta visita y las huelgas y manifestaciones obreras hace ver al entorno de la monarquía que para que esté todo atado y bien atado es necesario dar un paso adelante con un gobierno fuerte y democrático, de salvación nacional mediante intervención controlada del ejército pero contando con los socialistas y los comunistas borboneados  porque Estados Unidos les exige OTAN y democracia.
Suárez se está tomando con calma lo de la OTAN.
El 23 F es producto de una serie de circunstancias:
1.- La obsesión por la unidad de España. ETA tiene muy nerviosos a los militares. Se consideraban cobardes por no responder a sus atentados con metralla. Y eso que su actividad no es especialmente intensa en este periodo y que la libertad para torturar en las cárceles y comisarias no tiene muchos límites. Este nerviosismo se hace patente en la "Operación Galaxia" un intento de golpe no controlado montado por el coronel Tejero y por el capitán Sáenz de Ynestrillas.
2.-  Malestar de algunos mandos de las Fuerzas Armadas por la política de ascensos y castigos que el gobierno Suárez ha iniciado, saltándose a los candidatos lógicos por antigüedad, uno de los cuales es precisamente Jaime Milans del Bosch.  Armada, el "brazo político" del golpe, ha sido enviado a Lleida después de que Suárez, como es bien sabido, forzara su cese, en octubre del 77, como secretario de la Casa Real.
3.- El odio al comunismo y la legalización del PCE.   El propio rey culpa de la intentona militar al presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, porque despreció  al Ejército en un asunto tan delicado y el Ejército empezó a actuar por su cuenta.
 4.- La oposición tiene ya prisa por llegar al poder. Todos están hartos de Suárez.  El rey  recibe en La Zarzuela a Felipe González, a Manuel Fraga, y  a Santiago Carrillo. Todos coinciden en que hay una creciente sensación de desgobierno, una pérdida de confianza en las instituciones democráticas, una inminente crisis de Estado
5- También está el asunto de la entrada de España en la OTAN - Poco después de haber ganado las elecciones de 1980, el presidente norteamericano Ronald Reagan  envia una carta en la que insta al rey Juan Carlos a "actuar con diligencia para eliminar obstáculos que impiden el ingreso de España en la OTAN"  A Adolfo Suárez se le reprocha que de largas al asunto durante sus cuatro años al frente del Gobierno.

El rey está de acuerdo con un golpe suave,  porque  España tiene que entrar en la OTAN  formada por países presuntamente democráticos,  y tiene que contar con el apoyo de las masas que votan a los dos grandes partidos de izquierda- PSOE y PCE-.  Un golpe clásico pero moderno. Tarradellas tampoco se muestra disgustado ante un golpe de timón. El comandante que fue compañero de Juan Carlos en la Academia Militar de Zaragoza,  Cortina, es ahora es un reputado espía del CESID.
Cortina expone el asunto a Juan Carlos. Es necesario "un corrector del sistema desde el propio sistema" porque si bien los partidos ya son monárquicos,  en la calle hay  una izquierda combativa y un movimiento estudiantil y obrero no deseado, Euskadi no se rinde y en los cuarteles mucho falangista que sigue repitiendo que el Borbón es idiota.
   En los meses previos al golpe hay repetidas reuniones de Cortina tanto con Juan Carlos como con el embajador de Estados Unidos, Terence Todman, y con el nuncio del Vaticano.
Desde junio de 1980 políticos de todo signo se reúnen en cenas y encuentros. Osorio y Fraga, de AP;  Herrero de Miñón de la UCD. A Felipe González, Enrique Múgica y Gregorio Peces-Barba los pone al tanto el propio Sabino Fernández Campo, en una comida en La Gran Tasca "la voluntad del Rey es que ese Gobierno de muchos, de cuantos más mejor, se forme en tiempo breve"
  La Zarzuela es un hervidero a lo largo del otoño. El rey recibe, en audiencias individuales sin ningún control, un variopinto desfile de pilares de la sociedad: militares, dirigentes de la patronal, hombres de negocios, juristas. Incluso Carrillo se reúne en secreto con Sabino Fernández Campos porque sabe que es la única forma de que haya un ministro comunista en el gobierno de salvación nacional. Y es que en la "operación Armada" el único que no está es Suárez.
En Cataluña Miquel Roca,  Joan Reventós y Antoni Siurana, alcalde de Lleida,  se reunen con Armada.
Luego se escribe el "Informe Múgica" para informar a su partido de las conversaciones con Armada, pero de su contenido no sabemos nada. En el juicio del 23F Múgica se aferra a la versión de que sólo han hablado de la cría de mulas.
   El rey  de vacaciones en Baqueira, llama  a Suárez, que se siente fuerte por las urnas y se niega a aceptar un gobierno de coalición. "Tú estás aquí porque te ha puesto el pueblo con no sé cuántos millones de votos. Yo estoy aquí porque me ha puesto la Historia, con setecientos y pico años. Soy sucesor de Franco, sí, pero soy el heredero de 17 reyes de mi propia familia. Y como no veo que tú vayas a dar tu brazo a torcer, la cosa está bastante clara: uno de los dos sobra en este país. Uno de los dos está de más. Y, como comprenderás, yo no pienso abdicar"

 El 10 enero de 1981, Armada viaja a Valencia para encontrarse con el general Milans del Bosch. Una semana después, el día 18, será Milans el que viaje  a Madrid para reunirse con Tejero, Torres Rojas y el civil García Carrés
. Es en esta reunión donde se establece el plan de ocupar el Congreso, derrocar por la fuerza al Gobierno y formar otro nuevo que encauzara la democracia. Estiman que la operación no debe llevarse a cabo hasta que Armada sea nombrado segundo jefe del Estado Mayor del Ejército, previsto para fechas próximas.

 Suárez entiende que si quiere fastidiar la partida tiene que dimitir :"A mí no me hace lo que a Arias Navarro"
  La UCD convoca un congreso en Mallorca para elegir un nuevo candidato pero no puede llevarse a cabo por una huelga de controladores aéreos convocada por UGt y desconvocada en seguida sin ningún acuerdo. Suárez es la excusa y una vez dimitido hay que seguir pero ya con las cosas más claras, sin paños mojados.
  El 3 de febrero el rey llama a Armada para darle la noticia de su nombramiento. Ese mismo día también habla Armada con el coronel Ibáñez, que acude personalmente desde Valencia a Lleida para entrevistarse con el general, y valorar juntos la nueva situación que se ha creado tras la dimisión de Suárez.
 El 6 febrero los reyes, que  están en Baqueira para descansar después de los acontecimientos de la Casa de Juntas de Gernika, se citan con Armada para cenar en un restaurante de Artiés. La cena en el restaurante tiene que suspenderse cuando reciben  noticias de que la madre de la reina, Federica, está gravísima en la clínica de la Paloma, en Madrid. En realidad ya ha muerto. Sofía sale rápidamente en helicóptero hasta Zaragoza y desde allí  vuela con destino a Madrid, pero la entrevista del rey con Armada no puede posponerse, así que, esté como este su suegra, el rey se queda para cenar con el general. Están juntos hasta las tres de la madrugada.

   Después de la celebración del II Congreso de UCD, el día 10, el rey propone finalmente a las Cortes a Calvo Sotelo para la presidencia del gobierno. Armada pasa el día 11 por  La Zarzuela, para los oficios religiosos ortodoxos en memoria de la madre de la reina. El rey le cita para el día 13.  Ninguno de los dos ha revelado jamás el contenido de la conversación que mantienen en la cita extraordinaria. Alfonso Armada solicita permiso por escrito a Juan Carlos para darla a conocer como prueba que le favoreciera en su juicio. Pero no le autorizan y Armada cumple a rajatabla la orden.

   Una vez elegido el candidato a presidente, el rey tiene que mantener una nueva ronda de consultas con los líderes políticos, preceptiva constitucionalmente. Con González, Fraga y Carrillo. Pero hay muchas más reuniones esos días. Entre ellas, el 16 de febrero, nueva entrevista en Madrid entre Ibáñez, el segundo de Milans,  y Armada.
El 17 se produce otro contacto del rey y Armada, en un aparte de un acto en la Escuela Superior del Ejército.
 Por fin, el día 18, Ibáñez establece con Tejero, en una conversación telefónica, la fecha definitiva para la "operación Congreso".

 Acuerdan el lunes 23, dado que la votación se repetiría y, nuevamente, volverá a  estar el pleno del Congreso de los Diputados reunido, y todos los miembros del gobierno presentes.

  Cortina también se reune, el día 21 por la noche, en Madrid, con Tejero, Alfonso Armada y Gómez Iglesias , su mano derecha en el CESID.
  Es en esta reunión en la que Armada se descubre personalmente ante Tejero como cabeza de la operación. Cortina le indica al guardia civil que los socialistas no van a dar la menor guerra, que aceptarán lo que les proponga, que su operación en el Congreso habrá de reconducirse hacia el objetivo político de Armada. Según su declaración en el juicio, a Tejero le dan a entender que el nuevo gobierno será sólo de militares; y que el verdadero jefe es el rey, que lo apoya totalmente. Armada en concreto le explica: «La Monarquía necesita robustecerse, por ello Su Majestad me ha encargado esta operación». Matiza además que «la Corona y la Democracia seguirán incólumes, aunque ya hay preparados varios decretos que entrarán inmediatamente en vigor". También le revelan que tanto el Vaticano como el gobierno norteamericano han sido sondeados, y que han recibido promesas de ayuda de la administración Reagan.
 En vísperas del 23 de febrero el comandante Pardo Zancada, de la División Acorazada  Brunete, viaja a Valencia para entrevistarse con Milans del Bosch, el verdadero jefe militar de toda la operación. También conversa Milans con Armada por teléfono.

   El 23 de febrero de 1981, a las 18:22 horas, el teniente coronel Antonio Tejero, al frente de 288 guardias civiles, irrumpe violentamente en el Congreso de los Diputados, interrumpiendo la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del Gobierno. Entra lanzando tiros al aire y gritando " se sienten coño"
 Malo, Tejero no ha seguido las reglas del golpe dulce y democrático, hace demasiado ruido.

 Poco después, en Valencia, el teniente general Jaime Milans del Bosch saca a la calle los tanques y las tropas bajo su mando en la III Región Militar y decreta el toque de queda; y la División Acorazada Brunete toma los puntos clave de Madrid, entre otros RTVE y varias emisoras de radio. Se trata de la puesta en escena para el verdadero golpe de Estado, que se producirá  cuando el general Armada, en nombre del rey, aborte el alzamiento militar, formando un gobierno de salvación nacional encabezado por él mismo.

   A su majestad le pilla el ruido de los disparos en chándal, preparándose para jugar un partido de squash con Ignacio Caro y Miguel Arias. El tercero de sus amiguísimos, Manuel Prado y Colón de Carvajal, está en su despacho del Instituto de Cooperación cuando López Schummer (vicepresidente del ICI) llama a su puerta acalorado para decirle que ETA ha entrado en el Congreso. '
Prado pone entonces en marcha su pequeño transistor y como las noticias son tan confusas decide que su puesto está en Zarzuela. Su sólida relación con el rey le permite esas y otras licencias. Se presenta en menos de media hora y ya no sale hasta las seis y poco de la tarde del día siguiente. Es decir, que los íntimos de Juan Carlos están casualmente o no, en Zarzuela. Sigue la trepidante retransmisión radiofónica en familia.

   El ambiente general en la Zarzuela  es de alegría expectante. Los niños (las infantas y el principito), casualmente, no han ido a clase ese día: vacaciones extraoficiales. Juan Carlos se ha preocupado por la seguridad de los más próximo, incluso, fuera de la familia: a la vedette Bárbara Rey le ha advertido: "Oye, el lunes, 23, procura no salir de casa!, porque puede pasar algo"
Con las primeras noticias, se despiertan  aires de celebración más que de miedo, como es lógico.
A Sabino Fernández Campo no le sienta nada bien encontrarse en el despacho de Su Majestad un improvisado sarao, como esos que se montan en familia para ver el Festival de Eurovisión
  Están incluso la hermana de la reina, Irene de Grecia quien no parece muy triste por la reciente muerte de la madre; están las hermanas del rey, Pilar y Margarita, acompañadas de sus maridos, Luis Gómez-Acebo y Carlos Zurita.  Sabino quiere poner orden en el desmadre y actúa como la cabeza más fría del grupo. Como los teléfonos arden y todas las conversaciones se realizan desde líneas estándar de Telefónica, advierte a Juan Carlos que les pueden grabar.

  Milans decreta el estado de sitio en Valencia, con un bando calcado del 18 de julio del 36, aunque explica a los más próximos que no se trata de proclamar el estado de guerra, porque todo está dentro de la Constitución. Son las siete de la tarde cuando las emisoras locales comienzan a transmitir el bando y los tanques salen a la calle. Aparte de la entrada de Tejero en el congreso, esa imagen aporta pavor a la puesta en escena del golpe; aunque Milans, que coincide en prisión años más tarde con Martínez Inglés, asegura a éste que ha sido sólo eso, una puesta en escena, ya que los tanques no llevan munición:  puro teatro.

   En Madrid el general José Juste Fernández, jefe de la División Acorazada y próximo al gobierno de Suárez, acaba de enterarse de los planes golpistas.
  Aparte de otros detalles le dicen que Armada va a dirigir la operación desde Zarzuela. Para cerciorarse de que la información que le están dando es correcta, apenas pasadas las seis y media intenta contactar con él en la Casa Real. Pero como no está, le pasan con el secretario, Sabino Fernández Campo. Según la versión oficial, Sabino desmiente con sorprendente seguridad que Armada va a aparecer por allí: "Ni está ni se le espera", No se sabe con certeza lo que hablan ni en qué tono, pero, de resultas, Sabino se entera de algunos pormenores que no le hacen gracia. Muy en particular, de que los golpistas dicen que "el rey está al tanto de todo" .
Se dirige a hablar con el rey y se lo encuentra al teléfono con Armada. El secretario le convence de que no es nada aconsejable que Armada se presente en La Zarzuela, en medio de tanta confusión.

   Ante las informaciones que van llegando de la chusquera entrada de Tejero en las Cortes, Juan Carlos se asusta y pide a Sabino que lo saque del embrollo.

     Desde las ocho de la tarde Sabino Fernández Campo no se despega  prácticamente del rey. Su intervención esa noche puede resumirse en dos iniciativas muy simples, que asume públicamente y que de principio no resultan demasiado trascendentales: primero, insiste en que Armada no actúe desde La Zarzuela, para que la Corona no se comprometa demasiado, aunque mantiene contactos telefónicos con él toda la noche; en segundo lugar, con la misma intención, intenta evitar que se invoquen los nombres del rey y de la reina, del modo tan explícito en que se estaban utilizando, para llamar al alzamiento.

   Estas actuaciones no son en absoluto incompatibles con estar en el ajo del golpe del 23F desde el comienzo, pero su función es proteger al rey si algo sale mal, no vaya alguien a creer que Sabino es un progre, que el hombre no ha dudado en manifestar la intervención del ejército en Euskadi o Cataluña.

   En cualquier caso, las de Sabino son iniciativas que en sí mismas nunca habrían parado ni evitado el golpe. Juste, supuestamente ya ha sido informado de que el rey no apoya el golpe, pero permite que la DAC Brunete, que sigue bajo su mando, comience a movilizarse, con tres escuadrones, para ocupar militarmente puntos clave de Madrid, en especial la sede de Radio Televisión Española y varias emisoras de radio. Por otra parte, continua  haciendo gestiones para localizar a Armada donde quiera que estuviera.

   Armada no va a Zarzuela, pero se pasa la noche junto a Gabeiras, en el Cuartel General de Tierra. Allí se concentran el generalato de todas las divisiones del Estado Mayor, en total doce generales.

   Sabino y el rey, en contacto permanente con la Junta de Jefes de Estado Mayor, repiten desde Zarzuela ordena que nadie debe hacer nada sin consultarles antes. La reina Sofía desvela años más tarde que lo del rey con los militares en torno al 23F fue un "juego voluntariamente ambiguo", y que les ha hecho creer que esta con ellos. Lo que no desvela es cuándo deja de estarlo.

   Entre los muchos aconteceres extraños del día, está el que un miembro de la Guardia Real ha logrado entrar desde el primer momento en el Congreso. Este guardia  llama a La Zarzuela para facilitar el número de teléfono a través del cual Sabino puede hablar con Tejero
 La versión oficial insiste en que Tejero anuncia que sólo recibiría órdenes de Milans del Bosch.

  Sorprendentemente las líneas telefónicas de La Zarzuela no se han cortado. La centralita se satura de llamadas. El propio rey le comenta años después, cuando ya está tan metido en su papel de salvador de la patria que no controla lo que dice, a Vilallonga, para su biografía autorizada: "Si yo fuera a llevar a cabo una operación en nombre del rey, pero sin el acuerdo de éste, la primera cosa en la cual habría pensado sería aislarle del resto del mundo impidiéndole que se comunicara con el exterior. Y bien, esa noche yo hubiera podido entrar y salir de La Zarzuela a mi voluntad y, en cuanto al teléfono, ¡tuve más llamadas en unas pocas horas que las que había tenido en un mes!". Sabino, que es más listo, se encarga de que este párrafo sea suprimido de la edición española del libro, en cuanto se da cuenta de que el rey ha metido la pata.

   Que se sepa, además de la familia, también llamaron primeros ministros y reyes, para preocuparse por la situación; y los presidentes de los gobiernos autónomos del País Vasco y de Cataluña, Carlos Garaikoetxea y y Jordi Pujol. Juan Carlos los tranquiliza  a todos, en concreto a Pujol con la frase que luego recogería la prensa: "Tranquilo, Jordi, tranquilo". La gente de Comisiones Obreras telefonea varias veces y le pregunta al monarca: "¿Quemamos nuestros archivos y nos tiramos al monte?". El rey les respondió: "¡Sobre todo no hagáis eso! ¡Tengo el asunto controlado!".
Alexander High, el secretario de Estado de Estados Unidos, en Washington, cuando conoce las noticias se limita a declarar: «Es un asunto interno de los españoles… Yo no tengo nada que decir».

   Después de más de una hora intentándolo, el jefe de la División acorazada,  general Juste, consigue por fin contactar con Armada. No se sabe qué hablaron, pero la división no retira sus tropas. También habla con Armada el general Aramburu, director general de la Guardia Civil, que está en el Hotel Palace en un improvisado cuartel general de mandos militares para vigilar desde el exterior lo que acontecía en el Congreso. Aramburu reclama a Armada con urgencia, para mediar con los asaltantes: «¡Alfonso, ven para acá, porque a mí no me obedecen!».

   Con Milans del Bosch, en cambio, es Juan Carlos el que mantiene la primera conversación aproximadamente a las 8 de la tarde, y todas las demás a lo largo de aquella noche. No es para menos, teniendo en cuenta que Milans es el militar más monárquico de España, y amigo personal de Juan Carlos desde hace muchos aaños.


   En torno a las ocho y media Armada está en el Cuartel General de Tierra, dedicado a cambiar impresiones con unos y con otros. Expone los planes del gobierno presidido por él a los generales allí reunidos, para lo cual pide un ejemplar de la Constitución, a fin de poder señalarles con toda precisión cómo es aquello de que se pueda dar un golpe de Estado dentro de la legalidad, apoyándose en el artículo 8. También habla con Milans por teléfono. Y, aproximadamente a las nueve, otra vez con el rey. El rey le pasa el teléfono a Sabino, y éste mantiene con Armada una larga conversación.

   Después de esta última charla, Armada habla con el general Gabeiras, su superior, proponiéndole ya abiertamente el plan de ir al Congreso.

   Le explica como a los otros generales, que el ejército está dividido, que la situación es peligrosa, que cuenta con el apoyo de los socialistas  y  que consiente en sacrificarse ofreciéndose para presidir el gobierno. Hablan también de la posibilidad de ofrecer un avión para que Tejero y sus oficiales salgan de España. Y Gabeiras, aunque no ha estado en la conjura de entrada, se queda convencido de que eso es  lo que hay que hacer. Pero antes de tomar ninguna resolución definitiva, tiene que volver a hablar con Zarzuela.

   Así lo hace, y a las nueve y media Sabino confirma que la "solución Armada" tiene ya entre sus partidarios también a Gabeiras, quien le asegura además que está dispuesto a acompañar a Armada en su misión.
   Eso es  el final de la aventura, el momento del verdadero golpe. No dudan que todo va a quedar zanjado con la visita de Armada a las Cortes, y en La Zarzuela comienzan a trabajar en la redacción del  mensaje del rey a los españoles, que será transmitido por televisión.

   Sabino Fernández Campo pide a RTVE que envien un equipo de grabación y otro de filmación. Sorprendentemente se consigue sin problemas en una televisión "tomada"

   En consonancia con la iniciativa que acaban de decidir llevar a cabo, diseñan un discurso que hace hincapié en la "fórmula constitucional" como salida al problema militar. Lo redacta Sabino con la ayuda de Manolo Prado, el amiguísimo del rey, que lo revisa con el secretario y quita y añade algo, con mucho acierto según Sabino Es un texto breve, que requiere precisión de relojero. El rey no puede quedarse corto, pero tampoco excederse. Éste es un buen momento para repasar aquellas palabras, y comprobar la coherencia del discurso con el plan inicial y la «solución Armada»:

 
     Al dirigirme a todos los españoles, con brevedad y concisión, en las circunstancias extraordinarias que en estos momentos estamos viviendo, pido a todos la mayor serenidad y confianza y les hago saber que he cursado a los capitanes generales de las regiones militares, zonas marítimas y regiones aéreas la orden siguiente:

     Ante la situación creada por los sucesos desarrollados en el Palacio del Congreso y para evitar cualquier posible confusión, confirmo que he ordenado a las autoridades civiles y la Junta de Jefes de Estado Mayor que tomen las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente.

     Cualquier medida de carácter militar que en su caso hubiera de tomarse, deberá contar con la aprobación de la Junta de Jefes de Estado Mayor.

     La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la Patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum.


   Llama la atención la delicadeza con que se refiere al golpe y al criminal secuestro del parlamento: "las circunstancias extraordinarias que en estos momentos estamos viviendo", "la situación creada por los sucesos desarrollados en el Palacio del Congreso"… Pero sobre todo no deja de sorprender, a 35 años vista, esa orden a las autoridades civiles y la Junta de Jefes de Estado Mayor para "que tomen las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente". ¿Qué medidas son ésas?
 No nos enteramos que este discurso era el discurso del golpe y no el del salvador de la democracia, pero era tan ambigüo que sirvió para todo.

En el primer comunicado público de la Junta de Jefes , redactado mientras Armada está todavía en el Cuartel General del Ejército y prepara su salida hacia la solución final, "la junta  manifiesta que, ante los sucesos desarrollados en el Palacio del Congreso, se han tomado las medidas necesarias para reprimir todo atentado a la Constitución y restablecer el orden que la misma determina"

   .Se le pide a Tejero que siga las instrucciones de Armada.   Armada ya está en marcha. Un cuarto de hora más tarde de que los de la tele llegan a Zarzuela, a las 23:45, sale del despacho de Gabeiras, que le despide con un abrazo y un ¡A tus órdenes, presidente!, cuadrándose ante él. Todavía varios generales insisten en acompañarle, pero acaban por acordar que fuera solo para no dar la sensación de coacción.

   A medianoche el rey se viste  de militar para el vídeo, de media gala: camisa blanca, corbata negra, fajín con borlones de oro. En la grabación están presentes las dos infantas, el príncipe Felipe y la reina, sentados en el sofá frente a él; mientras Sabino, varios ayudantes y Manuel Prado van y vienen

    El rey debe condenar los hechos del Congreso y decir a la ciudadanía civil que la Corona apuesta por la Constitución. Pero, por otro lado, debe esperar a que se despeje algo más el panorama, a ver en qué acaba la gestión de Armada.

   Prácticamente a la misma hora, a las 00:35, llega Armada al Congreso. Ha tardado 50 minutos, casi una hora, en llegar desde el Palacio de Buenavista, sede de la Junta de Jefes, que está a apenas 5 minutos. Se hacen cábalas sobre la posibilidad de que haya pasado por La Zarzuela, para hablar con el rey y con Sabino de lo que va a decir  a Tejero y a los diputados, o incluso para estar presente en la grabación del mensaje real…
Pero nada se sabe al respecto.

   Lo que sí está probado es que antes de entrar en el Parlamento hace una breve escala en el Palace, convertido en puesto de mando de los generales que comandan los cuerpos militarizados que rodeaban el Congreso. No hay explicación oficial sobre cómo llegó a conocimiento de Armada el santo y seña para entrar en el edificio, "Duque de Ahumada"

   El elemento verdaderamente distorsionador es Tejero.
 Uno de los puntos más débiles del plan es que, con un estilo similar al que Suárez ha utilizado para legalizar el PCE, sin informar del todo a los militares, aquí se ha utilizado a Tejero sin desvelarle toda la verdad del plan.
 Y en el momento crucial, Tejero es el que realmente aborta el golpe.

   Su espectacular irrupción en el Parlamento, que puede seguirse en directo por la radio  ya ha significado el fracaso del plan desde el principio, aunque algunos tardaran más que otros en darse cuenta. No es que la entrada no estuviera prevista, pero los modos zarzueleros de sargento chusquero, lanzando tiros al aire, la desigual batalla con un anciano general para intentar sin éxito derribarlo, el desafío del líder comunista como héroe solitario que se mantiene erguido entre una multitud medrosa, hasta el tricornio acharolado que el duque de Ahumada ha diseñado para la Guardia Civil en el siglo XIX añade a la escena un toque carnavalesco…
Todo esto unido tiene una bochornosa fuerza audiovisual que no es compatible con una salida digna. La bochornosa chapuza del 23F se ha convertido en el golpe de los 10 minutos de modo irremediable, porque eso es exactamente lo que han durado sus posibilidades de éxito. Nadie puede apoyar aquel ridículo internacional.
   Armada entra en el Congreso tras dar el santo y seña convenido por los golpistas para recibir a la autoridad militar que espera al «elefante blanco.
Habla con Tejero en un despacho acristalado, desde donde los guardias armados no pueden oírlos, pero sí verlos discutir acaloradamente, mientras Armada agitaba en el aire un ejemplar de la Constitución del 78 que ha llevado para explicarle algo a Tejero.

   Su propuesta estriba fundamentalmente en que se retiren los guardias, le den paso a él al hemiciclo, y permitan que sea el propio Congreso el que acuerde una fórmula para la formación de un gobierno de solución a la situación creada, para volver a la normalidad. Luego el Congreso presentará su propuesta al rey, a fin de que todo sea constitucional.
En la versión de Tejero, que no confirma Armada, los diputados ya estaban preparados, y el futuro gobierno pactado: la presidencia para Armada; la vicepresidencia, para Felipe González; y dos o tres carteras a cada partido, con socialistas y comunistas moderados como Enrique Múgica y Solé Tura, éste como ministro de Trabajo.
Armada le habla además de lo del avión para salir de España él y sus hombres.

   El cabreo de Tejero es monumental. Eso no es lo que él espera, no es lo que le han dicho…
Insiste en que el rey tiene que promulgar unos decretos disolviendo las Cortes, que Milans tiene que estar en el gobierno, que nada de comunistas. Y, naturalmente, no se ponen de acuerdo.

   A la 1:20 de la madrugada Tejero da por finalizada la conversación con Armada, y ordena a dos guardias que le conduzcan a la salida e impidan que vuelva a entrar sin su permiso. Armada sale del Congreso desolado.
   Dentro, Tejero se queda comentando la conversación con sus oficiales, lleno de ira. Se reafirma dispuesto a no darse por vencido e improvisa un manifiesto. Intenta que se difunda por radio, pero los militares del exterior consiguen evitarlo.

   A la 1:23 se emite el mensaje del rey por televisión.
En La Zarzuela todavía no saben que el plan de Armada ha fracasado en aquel momento. Armada ni siquiera ha podido seguirlo.
 Según sus declaraciones, le resulta imposible precisar en dónde está en ese instante.
 El mensaje lo ven millones de ciudadanos, que esperaban despiertos y expectantes. Entienden lo que están deseando oír: que el golpe ha sido abortado por el monarca.
   A las dos de la madrugada, cuando ya todos los implicados están al tanto del fracaso de Armada, los golpistas de la rama dura siguen insistiendo. Piensan todavía que si más batallones del ejército se suman a la insurrección se puede forzar la situación. Y reclaman que el rey tome la iniciativa, apoyándoles abiertamente y nombrando por su cuenta y riesgo, sin constitución ni hostias, a Armada presidente. Pero el Borbón no quiere repetir la experiencia de su abuelo con Primo de Rivera.  Además eso no es lo que quieren los americanos. Tejero ha abortado el golpe de Estado que él mismo ha iniciado. La alocución televisiva ya se ha emitido y, como le dice a Milans, después de ese mensaje ya no puede volverse atrás. Pero a Milans parece no llegarle la orden de que tiene que retirar sus tropas y pedir a Tejero que se rinda sin más historias, de modo inmediato.

   Las opciones en la nueva situación, están claras:  reconvertir el golpe blando en  golpe duro, con un gobierno militar no constitucional, con o sin el apoyo del rey; o darlo todo por perdido, minimizar daños, eludir responsabilidades e intentar rentabilizar políticamente el fracaso.

   Milans está decididamente a favor de la primera. En un momento dado le dice al rey que si no se pone de su parte, tendrá que abdicar y marcharse. Pero el apego del Borbón al trono le hace resistir. Lo cierto es que, gracias a la cautelosa gestión desde Zarzuela, los golpistas de la rama dura no cuentan con suficientes apoyos en las capitanías generales.
 Zarzuela opta por abortar el golpe porque no puede ir en contra del Rey, ordena que retire las unidades, que Tejero deponga su actitud, y jura que no abdicará
Milans comunica a Zarzuela que cumplirá sus órdenes.
 Ya no hay salida.  El rey los ha dejado solos. Solo Tejero no le obedece y la situación del Congreso es ahora  peligrosa.
  A las 4 de la madrugada las tropas se retiran de las calles de Valencia y se dicta un bando que anula el anterior. A las 6 y media Milans se retira de su puesto de mando, y se va a dormir sin preocuparse demasiado por la situación en la que queda Tejero, encerrado todavía en las Cortes.
 Con la mañana, tan claro ven todos el final, que el mismísimo líder de Alianza Popular, Manuel Fraga, se pone en pie en el hemiciclo y lanza una memorable parrafada antigolpista: «¡Quiero salir porque esto es un atentado contra la Democracia y la Libertad!… ¡Esto no favorece ni al rey, ni a España, ni a la Guardia Civil!… ¡Prefiero morir con honra que vivir con vilipendio!». Lo secundan los diputados Óscar Alzaga, Fernando Álvarez de Miranda e Íñigo Cavero, abriendo sus chaquetas de par en par: «¡Dispárenme a mí!».
Todo un show como fin de fiesta.

   Antes de entregarse, Tejero exige la presencia de Armada. Sólo con él pactará la rendición. Un gesto entre militares y en su lenguaje, para dejar patente su traición y humillarlo públicamente.
A las 12 y media del 24 de febrero, después de hablarlo con el rey, Armada firma a las puertas de las Cortes, sobre el capó de un coche, la nota de capitulación con las condiciones de Tejero. Los guardias que todavía quedan dentro montan en sus vehículos y salen hacia sus respectivos acuartelamientos. Después, los diputados, rodeados de cámaras y micrófonos de periodistas.

   A las dos y media del mediodía, el Jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Gabeiras, llama a Milans del Bosch y le ordena acudir inmediatamente a Madrid. A las siete en punto de la tarde, Milans entra en el Ministerio de Defensa, donde es detenido.

   Esa misma tarde, la Junta de Defensa reunida en La Zarzuela, con Suárez todavía de presidente en funciones, ordena a Gabeiras que arreste también a Armada.
Gabeiras se vuelve hacia el rey, entre sorprendido y alarmado, haciendo exclamar a Suárez: «¡No le mire al rey, míreme a mí!
La inmensa mayoría de los casi 300 guardias civiles y más de 100 soldados que ocupan el Parlamento no serán juzgados.
 Una enfervorizada prensa y televisión repiten hasta hacerlo verdadero el papel salvador de la Corona. Los libros de historia de los niños lo recogen sin pudor.
  El juicio es solo un montaje para salvar a los militares. En cuanto a la implicación de políticos, y muy especialmente de los socialistas que estaba probado que se han reunido con Armada, hay que decir que también tienen mucha suerte en el juicio. Tanto ellos como el grupo de La Zarzuela, Armada incluido, cumplen el compromiso de no implicarse mutuamente. Un equipo de abogados entrena a Múgica durante mucho tiempo para que su declaración como testigo se ajuste a los intereses del PSOE, que son desvincularse de Armada.

   Cuando sale la sentencia, Felipe González es ya  presidente del Gobierno y declaró en el Congreso: "esta sentencia cierra un capítulo importante y doloroso de la historia de España"
Juan Carlos, tan  ensoberbecido estaba en su papel de salvador de la patria,  que se permitió incluso descalificar a los golpistas, con exclamaciones como ¡Verdaderos amateurs!

   El golpe del 23 F, al fin y a la postre, acaba triunfando de cualquier manera.  La desmovilización popular es el logro más importante, desde el momento en que consiguien que toda España se quedara clavada frente al televisor esperando las palabras del monarca, como en trance. El éxito del sainete recoge los frutos de los primeros años de la Transición, con los partidos defraudando las expectativas y las reivindicaciones sociales.
   Unos días después, el 27 de febrero, hay una multitudinaria y pacífica manifestación en Madrid que inaugura la nueva etapa política, con los «héroes» del 23F (Felipe González, Carrillo y hasta el mismísimo Fraga Iribarne) encabezando la promovida concentración de masas que daban vivas al rey.

El ingreso de España en la OTAN fue inmediato. En octubre del 81 Juan Carlos se reunió con Wasington, y unos meses después, en mayo del 82, Calvo Sotelo consiguió que las Cortes lo aprobaran sin mucho ruido.

   En general, hubo un bandazo hacia la derecha en todo el Estado.
El rey , AP y el PSOE son los vencedores del golpe.

   Cuando en agosto se convocan elecciones generales para octubre, el PSOE ya está preparado para poder cambiar su discurso, y no preocupar a la banca ni a los poderes fácticos, apoyando sin complejos a la monarquía. El 23F es la coartada perfecta, es la definitiva domesticación de sus bases. El 28 de octubre gana con promesas de sacarnos de la OTAN, crear 800.000 puestos de trabajo y consolidar las libertades, por mayoría absoluta con el 48 por 100 de los votos.



Me he atrevido a usar nombres de políticos, fechas y frases supuestamente dichas, espero que no se den por aludidos y entiendan que son solo libertades literarias.



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