martes, 21 de julio de 2020

Juan Carlos I: El infante listo y "Juanito". Parte primera

El día 5 de enero de 1938 Juan Carlos Víctor María de Borbón y Borbón nació en Roma. 
   Era el primer hijo varón de Don Juan, conde de Barcelona, heredero al inexistente trono que había perdido su padre Alfonso XIII. 
 Nació cuando los golpistas que le educarían y le harían sucesor de Franco, avanzaban con el apoyo de Hitler y Mussolini, y mientras la República, salida de las urnas, luchaba por su vida en la batalla de Teruel, una de las más cruentas de la Guerra Civil. 
  Pero, aquella no era ni la primera ni la última casa real que seguía, cada cual desde su exilio respectivo, echando cuentas sobre a quién le tocaría ponerse la corona si llegaba el momento. 

    Juan Carlos era el heredero de los Borbones por una extraña carambola pues no tenía siquiera el derecho a la nacionalidad, puesto que su abuelo lo había perdido al mismo tiempo que la corona, por decreto republicano para castigar su complicidad en el golpe de Estado de Primo de Rivera. Además de no ser español de nacimiento, se saltó a varias mujeres pues los varones tienen preferencia y esquivó a cuatro herederos de la línea dinástica. Alfonso por hemofílico, Jaime por sordomudo, Leandro por bastardo.  
   Juan Carlos nació con honores de heredero, pero llegado el momento, además de saltarse a su propio padre, tendría que lidiar todavía un par de faenas más, dos Alfonsos, que podrían haberle arrebatado la corona. Uno se lo encontró en la rama de Jaime, su tío el sordomudo, que se retractó mil veces de su renuncia al trono. Cuando Don Juan comenzó, tras la Guerra Civil, a apostar por una línea liberal, el hijo primogénito de Jaime, Alfonso de Borbón y Dampierre, se convirtió en el candidato perfecto de la Alemania nazi, y siguió siendo después el «príncipe azul de la Falange» durante todo el franquismo. Cuando en 1972 se casó con la nieta de Franco, Carmen Martínez-Bordiú, la cosa se complicó todavía más para Juan Carlos. Difícil competir con el sueño de los Franco de tener una reina en la familia.
   Otro problema importante con el que se encontró Juan Carlos fue la competencia de su hermano pequeño, Alfonso, tres años menor. 
  Es cierto que no había ninguna duda de que él estaba primero en la línea sucesoria, pero ya hemos visto que saltarse a alguien entre los Borbones no era algo en absoluto excepcional. Aparte de haber nacido ochomesino y con los ojos saltones, "Juanito" tenía en su contra que nunca fue un lumbreras. Desde muy pequeño estuvo acompañado de tutores y clases especiales, como refuerzo a los cursos de los ya de por sí poco convencionales colegios en los que estudió. Y tuvo, además, seguimiento clínico constante. 
Alfonso, en cambio, era el chico listo  y brillante de la familia. Le llamaban "Senequita"  y era según los que le conocían chocantemente inteligente y de una gran sensibilidad. 
Juan lo prefería y la idea de elegirlo como heredero no era disparatada.

    La estrategia de Juan para conseguir el trono en Madrid para sí mismo le hizo de pasar de amigo de la Alemania nazi a buscar apoyos entre los aliados. Pero  después de Yalta, estos ya preferían a Franco antes que una monarquía débil frente a Stalin. 
 Eso hizo a Juan cambiar de estrategia y mudarse desde Roma a Estoril para tratar de negociar directamente con el dictador.
   Todos se mudaron menos Juanito que estaba estudiando en un internado en Suiza. Su educación se  presentaba como algo difícil. No era un gran estudiante, se esforzaba poco y tenía problemas de aprendizaje. 
    Nicolás Franco, embajador de su hermano, se reunió con Salazar para advertirle que Franco consideraba inconveniente la estancia de Juan en Portugal, porque eso obligaría al gobierno español a vigilar estrechamente a las personas que quisieran venir a verlo. Salazar informó sobre el desinterés creciente Inglaterra y Estados Unidos  en la monarquía y lo inocuo de la estancia de la familia real

 En  1946  Juanito y Alfonso eran  considerados posibles herederos, y se decidió que viajaran en aviones separados  hacia Estoril para asegurar la continuidad sucesoria en caso de catástrofe. Primero voló Alfonso con sus hermanas, y dos días después, "Juanito", con su abuela hasta la escala en Londres. Pero "Juanito" iba sólo de vacaciones, no para quedarse. Tendría que volver al internado. Su estancia en Estoril, sin embargo, se prolongó por problemas de salud y no regresó a Friburgo hasta 1947

   En las estancias que "Juanito" pasaba en Estoril iba a  la Escola das Religiosas do Amor de De Deus, un centro de acogimiento de niños, que recibía en sus aulas a indigentes de la zona y niños pobres de las colonias portuguesas. Pero ellos los Borbones no se enteraron, porque se formó un grupo especial para 7 u 8 niños españoles de familias bien.

   A "Juanito" se le sometió a una disciplina especial, incluso lo trasladaron a una casa especial, Vila Malmequer, un chalé prestado, como todo en ese momento, con profesores especiales,  porque el niño era duro de mollera. La pobre criatura solo aparecía por la casa de los padres  en vacaciones e incluso en verano tenía que pasar horas en Malmequer.
  Margarita, su hermana, estaba ciega y tuvo también profesores especiales. Incluso la madre había ido a Fátima para implorar luz para los ojos de la niña. "Juanito" se lo tomaba con menos drama. Se reía de la hermana cuando estaba con los amigos. La guiaban con instrucciones verbales para que tuviese pequeños accidentes en algo que hoy llamaríamos bulling.

   La vida que  los condes de Barcelona y sus hijos llevaron en Estoril, pese a tratarse del exilio y a estar teóricamente sin ingresos, no fue precisamente un infierno. 
  Semanal o mensualmente, representantes de la nobleza española se trasladaban a Portugal para turnarse asistiéndoles como mayordomos. La marquesa de Pelayo, acostumbrada a meterse en gastos importantes como financiar la CEDA, les había dejado gratis dos palacetes: uno para vivir, y otro, Malmequer, para que montasen aquella especie de colegio particular sólo para "Juanito". Juan March gestionó que Pedro Galíndez Vallejo, otro altruista, les cediera un velero de 30 toneladas y 26 metros de eslora durante todos los veranos, con tripulación y todos los gastos pagados, que disfrutaron durante 17 años hasta que el barco se murió de viejo.

   Al médico de la familia, el doctor Loureiro, tampoco le pagaban nada. 
 Toros, caza, tiro al pichón, golf, exclusivos clubs, casinos y cócteles bien cargados consumían las horas de esta colonia de zánganos en Estoril.  Sus vecinos eran el criminal de guerra Horty, los exiliados reyes de Francia, Rumania, Bulgaria, Brasil, Italia... Todos vivían días de vino y rosas a la espera de tiempos mejores. 
   "Juanito" entró en los  Salesianos sin abandonar las clases especiales en Malmequer, tanto en verano como en invierno. Mientras, daba sus primeros pasos en el mundo del galanteo con María Gabriela de Saboya.
  Mientras España y Portugal vivían las duras dictaduras de Franco y Salazar las familias reales bebían dry Martine y navegaban felices. Esas familias que estaban dispuestas a dar lacrimógenos discursos sobre el amor a sus pueblos en cuanto recuperasen sus palacios.
  
  En 1947 los condes de Barcelona se compraron Villa Giralda. No se sabe con qué dinero la compró y  el supuestamente arruinado Don Juan, pero no debió de ser con demasiadas apreturas, puesto que antes de trasladarse a ella, definitivamente en 1948, hicieron importantes obras para acondicionarla que duraron casi un año. Villa Giralda estaba rodeada por un jardín de más de 3.000 metros cuadrados, contaba con 51 habitaciones y una terraza con vistas a la costa de Cascais. Cabían hasta 400 personas, a juzgar por algunas fiestas. 
 Eso sí, para no ir al infierno, los restos de las fiestas se entregaban a los pobres que hacían largas colas para recogerlos.

   Algunas de las 51 habitaciones de Villa Giralda estaban dedicadas a las oficinas de la secretaría de Don Juan, que mantenía sus actividades político-conspirativas. Además de la gran vida el conde negociaba con el Régimen de Franco. Utilizando hasta a sus hijos herederos como moneda de cambio, para ir consolidando la idea de la restauración monárquica, un objetivo al que nunca renunció. 

    Franco para lavar ligeramente las manchas de sangre de su régimen tenía gestos de buena voluntad, de cara a los aliados y de cara al Conde de Barcelona.  En 1947 convirtió oficialmente a España en Reino, con la Ley de Sucesión  y  la aprobación de una renta anual de 250.000 pesetas a Victoria Eugenia como reina viuda.
 No hay constancia de que también pasase alguna renta a Don Juan, que en cualquier caso recibía ayuda de nobles y empresarios con el consentimiento del Régimen.

 Don Juan  lanzaba sus manifiestos al viento sobre sus derechos al trono y Franco no se tomaba en serio al conde: estaba consolidado y todos lo sabían.  
  El asesor Sainz  Rodríguez aconsejó a don Juan que jugase la baza de Juan Carlos. No era su heredero escogido, era bastante torpe y si lo entregaba a Franco ambos salían ganando. El conde podía dedicarse a la formación del que consideraba su inteligente heredero, Alfonso, y Franco mostraría al mundo sus buenas intenciones.

   El 25 de agosto de 1948 se reunieron Don Juan y Franco en el yate del Caudillo, el Azor, cerca de San Sebastián. Don Juan acudió en su barco prestado, el Saltillo y se acordó que Juan Carlos sería "el heredero". 
  A Juan Carlos lo esperaba  en la estación de Villaverde el conde de Fontanar un cortejo de enlutados, con la típica alegría del franquismo en sus rostros. La oscura escolta se dirigió al Cerro de Los Ángeles para asistir a misa. Unas semanas después, el 24 de noviembre, lo llevaron a su primera visita a Franco, en El Pardo, que lo recibió en plan abuelito, sólo que tratándolo de Alteza. Para el príncipe fue como ir a ver a un artista de cine. 

  Para su educación se montó un colegio especial en Las Jarillas, una finca propiedad de Alfonso Urquijo, a menos de 20 kilómetros de Madrid. Para que no estuviera solo buscaron unos cuantos niños de su edad, lo mejor de cada casa de la alta burguesía y la aristocracia. Allí conoció "Juanito" a su héroe 
 José Millán Astray, manco y tuerto por heridas de guerra y fundador de la fascinante Legión.
   Don Juan no veía su situación personal mejorada con la entrega de su hijo, por ello determinó que Juan Carlos estudiase en Portugal. El príncipe era tratado como un títere por los franquistas y por parte del pueblo. Franco lo ninguneaba. No salía en la prensa y las noticias que llegaban es que Franco lo pensaba usar para evitar que Don Juan llegase al trono.

 A Portugal se llevó casi todo el equipo de profesores que le asistieron en Madrid. Pero cuando "Juanito" salió de Madrid la prensa metió manos en el asunto. Muchos apostaban por el nieto de don Jaime quien en 1949 reclamó sus derechos al trono. Su nieto Alfonso fue enviado a Madrid. Don Juan se preocupó por este nuevo candidato. Probablemente esa era la intención de Franco al tener dos pretendientes en su "reino sin rey"
 Franco gestionó que los Borbones recuperase el palacio de Miramar en San Sebastián.
La ONU admitió el año siguiente los embajadores de Madrid.
   ABC y La Vanguardia publicaron la primera entrevista con el príncipe, el 14 de abril de 1955, entrevista que no gustó a los falangistas que llevaban ya tiempo ridiculizando a "Juanito" y peleándose a bofetada limpia con los partidarios de don Juan.  El 20 de noviembre del 1955, durante el funeral por José Antonio Primo de Rivera, en El Escorial un maetro gritó "¡Franco, traidor!", "¡No queremos reyes idiotas!". En ocasiones se podía ser falangista y tener buena vista.
    

 
En Miramar se organizó de nuevo todo un centro escolar, al estilo del de Las Jarillas, sólo para los infantes. Se dio traslado a un grupo de alumnos elegidos todos por Don Juan, en su mayoría hijos de amigos suyos. Durante los cuatro cursos que los infantes estudiaron en Miramar, Franco continuó avanzando en sus relaciones con Estados Unidos. El 26 de agosto de 1953 se firmó el pacto de Madrid, que situaría en territorio español tres o cuatro bases militares.

   Los veranos los pasaban en Estoril. El hermano listo, Alfonso, de vacaciones; y «Juanito» acompañado por los profesores.

   La despedida de fin de curso de junio de 1954 fue un poco especial. Por fin, «Juanito» había terminado sus estudios de bachillerato. No se sabía qué iba a suceder después, así que, protocolariamente, «Juanito» y su hermano Alfonso visitaron al Generalísimo para despedirse, casi como uno amenaza, dándole las gracias por haberse educado en su patria.

   En verano, para celebrar la graduación, «Juanito» viajó con toda la familia en el Saltillo, el barco que Don Juan tenía gratis total, para reunirse con la reina Federica de Grecia en uno de aquellos cruceros que en plan casamentera organizaba en el mar Egeo, en el yate Agamenon, para que mantuvieran contactos los miembros de las diferentes familias reales para aparearse entre ellos. Aquel fue el primer encuentro  entre Juan Carlos y Sofía de Grecia pero no hubo "feeling". En aquel yate también iba Gabriela de Saboya.
  Después del bachillerato Franco acordó que "Juanito" se instalara en la finca salamantina de Las Cabezas, que era propiedad de un hombre leal a Don Juan, el conde de Ruiseñada. En ella acordaron que antes de que pasara por la universidad, el príncipe se pasase por las tres academias militares: dos cursos en la Academia General Militar de Zaragoza, otro curso con la Armada en Marín y otro en San Javier con los aviadores.

   También Alfonso "el senequita" volvió a Madrid, a  un colegio normal para continuar su bachillerato de un modo más convencional.

Alfonso Armada (excombatiente de la División Azul, que más tarde organizaría la primera Secretaría General de la Casa del Príncipe y con los años el golpe de Estado del 23F) fue uno de los ayudantes del príncipe para ir entendiendo quién y cómo se formó. Los militares eran héroes del Alzamiento, los civiles del Opus Dei.
  A  los marqueses de Montellano se les ocurrió generosamente ofrecer su palacio de la Castellana, para acoger a "Juanito" El principe aceptó el palacio pero sin  marqueses, quienes  tuvieron que dejar todo el servicio y el personal a su disposición y marcharse a un piso alquilado.
 Un incidente de esta etapa fue el atropello de un ciclista, el príncipe conducía sin carnet de conducir. El asunto se arregló con unas monedas para el ciclista " para una rueda nueva y un pantalón" y un carnet de conducir como regalo de cumpleaños para "Juanito" 

   Igual que con lo del carné de conducir, Franco opinaba que para ingresar en la academia militar era una tontería que tuviera que presentarse a los exámenes estipulados porque le chico era lento y sus planes eran que entrase lo antes posible.  El mismo día que juraba bandera, el 15 de diciembre de 1955, España ingresaba en las Naciones Unidas con 55 votos a favor y las abstenciones de México y Bélgica. La Unión Soviética no ejerció su derecho al veto a cambio de que Estados Unidos tampoco lo ejerciera en la incorporación de Mongolia. Así que hubo empate acordado: España por Mongolia
  
  El "accidente" de su hermano Alfonso, supuso un paréntesis en la formación de Juan Carlos.
 Tenía Juan Carlos los 18 años cumplidos y Alfonso 14, cuando aconteció el trágico suceso.

 Alfonso era el inteligente, y el favorito de Don Juan, en más de un sentido. Jugaba al golf como él, y además muy bien y de mayor quería ser marino, siguiendo sus pasos. Estaba previsto que Alfonso ingresara al año siguiente en la Escuela Naval de Marín.  Juan Carlos sufría  en su formación, siempre condenado a estudiar a doble jornada para intentar seguir el ritmo que le correspondía a su edad.
Unos dicen que era distraído, otros que era torpe.  
   En 1956 los dos hermanos estaban en España, aunque en distintos sitios: Alfonso en Madrid, en el Colegio Santa María de los Rosales, estudiando el bachillerato, y Juan Carlos en la Academia Militar de Zaragoza, como cadete. Aquella Semana Santa los dos viajaron juntos a Estoril de vacaciones en el Lusitania Express. 

   Alfonso iba a participar en un torneo infantil de golf .El día 29 de marzo jugó la semifinal y se clasificó. Su padre no cabía en sí de gozo. La final sería el sábado siguiente, pero ya no le fue posible jugarla. Aquella misma tarde, después del torneo, todos los miembros de la familia acudieron juntos a los oficios de la iglesia de Santo António, como era costumbre, y después se fueron a Villa Giralda.
 . Los dos hermanos estaban solos en el piso de arriba, "jugando". La condesa charlaba con unas amigas en el saloncito, y Don Juan hacía tiempo en su despacho hasta la hora de cenar, cuando oyeron un disparo seguido de unos gritos. La bala le entró por la nariz y fue directamente al cerebro. Procedía de una pistola automática  que les había regalado, según algunas versiones, el conde de los Andes y, según otras, el general Franco, con motivo del ingreso de Juan Carlos en la Academia Militar de Zaragoza. 
Juan Carlos llamó a gritos a su padre. Cuando Don Juan subió y vio cómo se estaba desangrando su hijo en el suelo, en ese momento cogió la bandera de España, la puso sobre el cadáver y le exigió a Juan Carlos que, allí mismo, jurase que no lo había hecho a propósito. 
El médico de la familia, el doctor Loureiro, fue llamado con toda urgencia, pero ya no se pudo hacer nada. Don Juan estaba fuera de sí. No podía soportar la presencia de Juan Carlos. Aquella misma noche se tomó la decisión, por el bien de los dos, de que se fuera de vuelta a Zaragoza inmediatamente después del entierro, el sábado. 
   A los pocos meses de la muerte de su hermano Juan Carlos conoció a Olghina de Robiland y en el siguiente verano de vacaciones en Estoril no daba señales de tener el menor complejo. Estaba de luto, y llevaba una corbata y una banda negras, pero eso era todo. Se dedicaba a ir a fiestas, bailar y a despeinarse con chicas en la parte trasera de su coche. 

   Franco envió su pésame a Don Juan  varios meses. Oficialmente, la embajada española distribuyó a través de EFE la versión de que el accidente había sucedido cuando Alfonso limpiaba el arma. Se le había disparado a él mismo. 
Pero Estoril se llenó de periodistas y, aunque todos los allegados recibieron la consigna de no decir nada y se vigiló muy en particular a los niños para que no se fueran de la lengua, al poco tiempo la revista italiana Settimo Giorno publicó una versión que se aproximaba mucho más a la verdad, lo cual irritó profundamente a Franco. 
Comentaría después el dictador: «a la gente no le gustan los príncipes que no tienen suerte».

   El hecho fue enseguida oficialmente catalogado como un mero accidente por parte del Gobierno dictatorial del general Franco, a través de una nota de su legación diplomática en Lisboa.

   Posteriormente una historia muy similar a la del príncipe y su hermano aparecería reflejada en un libro de texto de secundaria titulado La moral católica, como ejemplo para analizar los límites de la responsabilidad personal: . «Dos amigos salen de caza; a uno de ellos, manejando o limpiando su escopeta, se le dispara y da muerte a su amigo. ¿Qué circunstancias modifican la culpabilidad de la acción?»,
 El hermano de Don Juan, Jaime, pidió una investigación, pero Don Juan no la consideró oportuna, y no se hizo.
 Jaime encontró una oportunidad única para quitar de en medio a "Juanito" " mi hermano Juan se abstuvo de citar ante los tribunales a quienes habían expuesto públicamente tan terrible realidad, me obliga a solicitar de las jurisdicciones nacionales e internacionales adecuadas que se proceda a la encuesta judicial indispensable para establecer oficialmente las circunstancias de la muerte de mi sobrino Alfonso. Exijo que se proceda a esta encuesta judicial porque es mi deber de jefe de la Casa de Borbón y porque no puedo aceptar que aspire al trono de España quien no ha sabido asumir sus responsabilidades"
  

   Con motivo del primer aniversario de la muerte de Alfonso, el conde de Ruiseñada decidió inaugurar un busto del infante en su finca de El Alamín, y quiso que Juan Carlos presidiese la ceremonia. Pero cuando informó a Franco de su propósito, éste le sugirió que en su lugar llamase a su primo Alfonso de Borbón y Dampierre. Franco ya empezaba a pensar en él, o a amenazar con él, para la sucesión. 


   Ese mismo verano el Dampierre acudió a Estoril acompañado de un abogado, pretendiendo que se le concediera la condición de infante de España. Pero no consiguió nada.
   
Años más tarde, en septiembre de 2008, el coronel del ejército español en la reserva, Amadeo Martínez Inglés, intentó resucitar el tema dirigiéndose al Fiscal General del Estado de Portugal. 
El Gobierno español  comunicó a Martínez Inglés su archivo debido al tiempo transcurrido y a la complejidad de abrir en esos momentos un caso judicial tan delicado. 





2 comentarios:

  1. Qué decir? Magistral y necesario. Lo que no viene en los libros de historia, justo lo que se hace necesario

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  2. Qué decir? Magistral y necesario. Lo que no viene en los libros de historia, justo lo que se hace necesario

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