martes, 9 de junio de 2020

El fracaso, la culpa y la sociedad Mont-Pèlerin.



A todos nos educaron para triunfar. Nos preguntaban lo que íbamos a ser de mayores, y fuese lo que fuese, no queríamos ser pobres. Casi siempre elegíamos una profesión liberal, medicina, educación o alguna que nos diera el aura de héroes sociales como bombero o policía.
Ibamos a ser algo o alguien en la vida. Esto se traducía en tener casa con jardín, coche y unas monedas de sobra en el bolsillo para vestidos bonitos y reportajes fotográficos en París o Marrakesh.
Fuimos desde niñas un proyecto de triunfo, pero un proyecto individual de triunfo porque no nos hablaron del escenario.







   Así que cuando nos encontramos frente al desolado decorado nos despellejamos los codos estudiando carreras en universidades especializadas en dictar apuntes, estudiando oposiciones para dar sentido a lo que hicimos en la universidad, tratando de llegar a ser, de subir unos peldaños respecto a la clase social de los padres.

Pero esto era el juego de las sillas. No había para todos. Vuelta trás vuelta, año tras año, alguien se s sentaba en la tuya y a ti te tocaba jugar otra vez.
  La sensación de culpa, por no ser disciplinada, por no estudiar nueve horas diarías, por angustiarte, por sentir ansias de volar y la sensación de fracaso por no haber conseguido tu silla en esa frenética maniobra de desplazar al más débil eran los dos corolarios de tus intentos de triunfar. A toda costa, sobre los demás, contra los demás y muchas veces contra ti misma.
 Y tanto la culpa como el fracaso eran cosa tuya y solo tuya. Algo individual y asumible solo por el sujeto. Incluso la terapia era individual, tus frustraciones y tropiezos eran tuyos y solo tuyos, y tú y solo tú, tal vez con ayuda de amigos y familia, debías asumirlos y enfrentarlos.
  Los descalabros carecían de causas fuera de ti misma. Si alguna vez dijimos que el maestro nos tenía manía, escuchamos que era una excusa para no trabajar, una expresión usada por vagos; si dijimos que sentíamos estrés ante las pruebas contínuas a las que éramos sometidos desde la infancia, nos recordaban lo dura que es la vida y que había que ser fuertes y darlo todo, si abandonábamos un trabajo porque un jefe tenía las manos largas, era porque no teníamos madera para el trabajo y el aguante.

  Y todo esto se desarrollaba en un escenario que no nos mostraban pero que sentíamos ahí como una fuerza creada para destruirnos
Thatcher, Reagan y Gorbachov habían levantado el telón de todos los monstruos que te iban a visitar en el futuro, pero alguien seguía empeãndo en que tú siguieses pensando que el fracaso era tuyo porque en el juego de la competencia no habías logrado medallas.
Nuestras vidas tenían un objetivo: Consumir y triunfar. No hacerlo era la frustración.
Afuera había premios para los que abrían la cartera para comprar y castigaba a los que tenían solo agujeros en los bolsillo. El mérito y la inutilidad.
Las viejas ideologías que propugnaban sentimientos colectivos y luchas comunes cayeron en descrédito. ¡ Ay cómo disfrutaba un glorioso Felipe González rididulizando a Julio Anguita en el Parlamento: Usted quiere abolir el mercado, crear seres humanos fracasados. Usted es un loser, el padrino de los fracasados"
El escenario solo dejaba asiento para donde los más aptos. Los ricos lo eran por mérito propio, los pobres debía asumir su fracaso, no tenían las capacidades de los ricos para luchar contra las circunstancias que les llevaron a la pobreza. La pobreza no era un problema social, sino una vergüenza individual.
 El neoliberalismo construyó un edificio brillante para unos pocos, pero construyó también la posibilidad de entrar, y así el que no lo hacía era bajo su propia responsabilidad. La soledad, la depresión, la angustia, la incomunicación o la verguenza era del individuo y solo del individuo.
Tu fracaso tenía un relato histórico, no empezaba en esa empresa que te despidió después de años de tragarte el orgullo y ver tu dignidad por los suelos porque tus hijos tenían que comer, ni en las veces que te cerraron las puertas de todos los trabajos mientras cumplías años sin fe en el futuro, ni estaba en el último suspenso de las oposiciones.
El punto de partida de todo ese horror fue anterior a tu nacimiento.
En el mes de agosto del año 1938, en París, durante el Coloquio Lippmann, un tipo llamado Ludwig von Mises y otro llamado Friedrich Hayek, ambos exiliados austriacos y poco amigos de la democracia social, formaron un colectivo con la ambición común de minar el socialismo.
 El Coloquio Lippmann constituye el momento fundador del movimiento de renovación del liberalismo, primera tentativa de creación de una internacional neoliberal y momento en el que se usa por primera vez el término neoliberalismo.
 Lippmann en realidad no era tan perverso, fue un amigo de Keynes, de hecho se dice que fue Lippmann quien introdujo el kenyasismo en el gran publico americano (para los profanos el keynesismo es un pensamiento que propone el intervencionismo estabal para estimular la demanda regular de la economía en tiempos de las crisis periódicas del capitalismo,) Lippmann escribió un libro "La ciudad crítica" en el que acusaba al liberalismo de haber degenerado en un simple laissez-faire y que la hora de la refundación se acercaba.
 Aunque el Coloquio Lippmann se reunió en París para discutir la intervención estatal y la solución a la crisis del liberalismo y las premisas del libro "La buena sociedad" que trataba a lo regímenes autoritarios y el comunismo como enemigos a combatir mediante un orden liberal renovado, ajeno al laissez-faire que ya no sería capaz de darle soluciones al problema social.
 El filósofo liberal Louis Rougier, admirador de Lippmann y organizador del coloquio, expuso que el problema de la izquierda era su sueño con una democracia política y su planismo, sin comprender que el planismo económico implica el Estado totalitario y que el socialismo liberal era una contradicción y la salvación sería un liberalismo refundado.
 El Coloquio concluyó con la declaración de la creación de un Centro internacional de estudios para la renovación del liberalismo cuya sede se instalaría en París.
La Sociedad de Mont-Pélerin apareció como una prolongación de la iniciativa de 1938.
 A inicios de abril de 1947, en plena guerra fría nace esta institución que proclama su independencia con respecto a los partidos y un interés exclusivamente científico y doctrinario Fue fundada por Friedrich Hayek y toma su nombre de una villa famosa, cerca de Montreux, en Suiza, donde se celebró la primera reunión.
Totalmente opuestos a las idesas intervencionistas de Lippmann, Hayek y Mises llevan sus premisas al encuentro deMont-Pèlerin aglutinando un grupo de influyentes personalidades del liberalismo para ejercer influencia ideológica en el ámbito político, económico y social a favor de la defensa de los ideales del más salvaje libre mercado, sin trabas estatales.
La reunión fue financiada por banqueros y patronos de la industria suiza.
Hayek había publicado en 1944 su " Camino de servidumbre" que fue obra clave en esta reunión.
" ... es la sumisión del hombre a las fuerzas impersonales del mercado que, en el pasado, hizo posible el desarrollo de una civilización que sin esto no habría podido hacerlo; es por la sumisión que participamos cotidianamente en la construcción de algo más grande que lo que todos nosotros podemos comprender plenamente"
Muchos de los miembros de este encuentro obtuvieron el Premio Nobel de economía, entre ellos el mismo Hayek y Friedmann, el cerebro del neoliberalismo americano y ferviente seguidor de Hayek.
  La corriente neoliberal convirtió a la Universidad de Chicago, donde Hayek enseñó desde 1950 hasta 1961, en uno de sus bastiones, al punto de que más tarde se hablara de la Escuela de Chicago y de los Chicago Boys de Friedman.
  Para Friedman, el funcionamiento libre del mercado es suficiente para asegurar la distribución óptima de los recursos y el pleno empleo de las capacidades de producción. Esta visión se contradice con la realidad, pero ello no impidió que fuese difundida sistemáticamente y aceptada como una evidencia.
  Friedman estaba claramente embarcado en un proyecto político reaccionario. En 1964 fue consejero económico del candidato republicano a la presidencia, Barry Goldwater. Cumplió la misma función con Richard Nixon en 1968 y con Ronald Reagan en 1980.
 Tras el golpe de Estado del general Augusto Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende, Friedman llegó a ser asesor económico de Pinochet, apoyando la represión y aconsejando la toma de medidas antisociales extremas.
 Por su parte Hayek indicaba igualmente su preferencia por los métodos dictatoriales sanguinarios del general Pinochet. "Un dictador puede gobernar de manera liberal, así como es posible que una democracia gobierne sin el menor liberalismo. Mi preferencia personal es una dictadura liberal y no un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente" Si Ronald Reagan se inspiró en Friedman, Margaret Thatcher reivindicaba la influencia de von Hayek. Ambos eran prestigiosos participantes de las reuniones de la Sociedad de Mont-Pèlerin
 Con ellos las ideas del neoliberalismo se hicieron realidad, la destrucción de empleo, de derechos sociales y el capitalismo más salvaje jamás conocido. 

   Thatcher y Reagan formaron una alianza personal y política que revitalizó el movimiento conservador en el mundo entero, potenció la cooperación estratégica entre Estados Unidos y el Reino Unido y, en última instancia, contribuyó de forma determinante a poner fin al comunismo y ratificar el predominio universal del capitalismo. Ambos coincidieron en un tiempo histórico en el que el proyecto de la izquierda languidecía y cada uno aprovechó bien la coyuntura: una la burocratización del laborismo el otro el caso Watergate. LLegaron ambos con su agenda agenda reformista: bajos impuestos, reducciones del gasto social, todo el poder al mercado, máxima libertad para la iniciativa privada y constantes restricciones a la actividad del sector público.

El estado era, para ambos, el problema, no la solución.

Solo les quedaba dar el tiro de gracia a la izquierda con su alianza con Gorbachov, un personaje todavía oscuro que fue alabado por el neoliberalismo como el gran hacedor de la democracia en la Unión Soviética

 Ambos odiaban por igual el comunismo y ambos pusieron todo sobre la mesa para destruirlo. 
El trío Gorbachov, Thatcher y Reagan enterraron durante muchos años a la izquierda y construyeron este mundo en el que hoy vivimos.
Tus fracasos, tus culpas y tus frustraciones iban en el paquete de medidas de los herederos de Mont Pererin

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