domingo, 23 de agosto de 2020

Andalucía, el camino hacia el desencanto



Antonio Aretxabala, un buen contacto de las redes, un hombre comprometido con la naturaleza y provisto de un inteligente sentido del humor, publica en una de sus provocativas entradas

"¿Por qué millones de andaluces votan a los que llevan casi un siglo celebrando que asesinaron a Federico García Lorca por rojo y maricón? "


Los espadachines de la respuesta corta y feroz no se hacen esperar. Treinta respuestas cuyo denominador común es el insulto, el desprecio y el racismo.
La pregunta tiene mucho que leer entre líneas aunque el estilo sea el facebookiano de obtener la reacción visceral rápida:  se trata de indagar el motivo por el cual un millón y medio de andaluces vota derecha y extrema derecha, que en España tanto monta.

¿Por qué vota derecha y fascismo esa parte paupérrima del Estado Español, carente de esperanzas, con el campo sin reforma agraria, y sin esperanza de hacerla en un futuro próximo?, ¿por qué los señoritos de las dehesas y los latifundios están sentados en el Congreso de los Diputados, en el Senado, en las diputaciones o a cargo de juzgados, registros de la propiedad o notarias o haciendo sus trapicheos en la ciudad de la Corte en lugar de ser empresarios andaluces?

La primera respuesta es muy elemental. Andalucía no vota fascismo y derecha. De los seis doscientos y pico mil andaluces con derecho a voto, votaron derecha, la pura y dura la del PP y VOX  un poco más de un millón.  Tres millones no fueron a votar en las elecciones de 2018.
En Andalucía ganó el desencanto y todo desencanto tiene su proceso. 

    ¿Es  el desencanto algo que se deba reprochar al pueblo?. ¿La pobreza de África es culpa de los africanos pobres? ¿Es la pobreza y todos su comportamientos sociológicos producto de la ignorancia de los pobres? ¿Ignoramos como funciona el capitalismo central y el capitalismo periférico en la estructuración de la economía mundial y en la aceptación de su destino por parte de las masas? 

 Todavía andamos con esas teorías de los listos que llegan a ser dueños de Zara y los catetos que se mueren de miseria en pueblos sin futuro y además votan fascismo.

 Es muy cómodo acusar a los brasileños de la victoria de Bolsonaro o a los argentinos de la victoria de Macri; al final eres libre de coger un papelito y meterlo en una urna. Nadie te obliga a poner un nombre en lugar de otro.  ¿Nadie?.  ¿Estamos seguros de que nadie mueve la mano que va a las urnas la mano que no es autónoma, que es movida por un cerebro ? ¿Podemos afirmar sin plantearnos una ligera duda que  nadie entra en esos cerebros para que tomen la decisión de ir a votar y voten a sus propios verdugos? 
   Hubo un tiempo en que estudiábamos las causas del ascenso del fascismo en Alemania o Italia. Las dos naciones de unificación más jóven en la Europa de mediados del siglo XX. Nos contaban lo de las humillaciones a Alemania tras las reparaciones de la otra guerra, la terrible situación económica, la valor de la propaganda sobre tu grandeza histórica cuando no crees en nada y no ves otra luz que la desesperación.
Ahora leemos poco y somos de gatillo rápido para responder sin pensar.
Pensar exige detenerse y exige formarse.
Me viene a la cabeza la última película de Quentin Tarantino, "Django desencadenado" un genial spaghetti western,  donde un mercenario blanco alemán ,Christoph Waltz ,con nombre y apellido; compra al esclavo Django, sin apellido;  y le promete la liberación para que le ayude a ganar dinero. Django se convierte en un esclavo al que le han dado la ilusión de la libertad y es eso lo que le hace sentirse superior a los esclavos del terrateniende Calvin Candle.  Después de muchas peripecias Django y su socio, el cazarrecompensas, acaban en Candyland, una plantación de esclavos regida por Calvin Candle, que tiene como mayordomo al negro Stephen,  y digo negro porque es su "raza" la  que decide su posición en el mundo, y esa posición es guardián de los intereses de la sociedad esclavista del Sur. Stephen no cuestiona su situación, defiende a sus verdugos y se siente orgulloso de su labor. Su papel está destinado a llevarse las antipatías del público en la sala de cine. Es mucho más despreciable que su amo, el miserable Calvin.  Stephen sería hoy día un obrero trepa en la fábrica, un encargado del cortijo. Alguien que se siente bien con la cercania del jefe. Es el trabajador individualista y competitivo que no va a las huelgas y que busca la palmadita en el hombro y la botella de champagna en Navidad,  que se morirá de placer ante un ascenso porque lo entenderá como un merito propio, contra los demás.
Los explotados que se sientan y miran a Stephen en el cine ven un alter-ego y piensan qué asco; pero no sienten asco por el esclavo que acompaña al alemán, que se siente superior solo porque se le ha vendido un sueño. 

   Esos son la mayoría de los votantes andaluces, los votantes de un mundo clasista y fosilizado en unas estructuras económicas rígidas: el alemán, el burgués que promete libertad a sus obreros, Djando, el esclavo que cree en la libertad y le hace sentirse superior aunque esa libertad surge de un amo que se presenta como justo pero como es el que tiene el poder puede permitirse dejar de ser justo cuando le convenga; y Stephen, el encargado de que siempre haya negreros. 
Y estos son los partidos,  el cazafortunas y el negrero, el que promete libertad y el que promete seguridad y tradiciones.

Pero, válgame Dios, esto no es solo andaluz.
 Naturalmente, es que cuando se habla de los problemas de Andalucia parece que es algo concreto, único, ajeno a la realidad. Todavía carga esta tierra con el tópico surgido durante el Romanticismo de la tierra diferente a todas, del lugar de vagos y jaraneros recostados en preciosos paisajes.

El asunto no es solo andaluz, cualquier persona con un poco de formación lo sabe. 

Lo que  sí es andaluz es el latifundismo absentista, la falta de reforma agraria, el estancamiento económico y social basado en las pensiones estatales y los trapicheos junto a los ingresos de la transhumancia turística, lo que es andaluz es la pobreza y el estancamiento.
Entonces si no culpamos a los pobres de su pobreza tendremos que tratar de entender el motivo que les lleva a votar a quienes mantienen las estructuras de miseria cerrando los ojos a la realidad y los oídos a la historia.
   La historia de Andalucía es la historia de un maltrato histórico, en el que los sueños siempre han acabado en saco roto generando un pesimismo y un pensamiento trágico de la vida, el cual se esconde bajo todo ese disfraz de alegría y folclore. 
  Ese pesimismo envuelto en una belleza trágica, a veces en una trastocado en comedia triste,  lo describía como nadie  García Lorca; y fuera del arte queda  expresado hoy en un deseo de vuelta del pasado, una idealización del orden social, sexual y sobre todo moral. 
Hay una necesidad de recuperar la vieja moral, la de los hombres honrados, los que fueron a Alemania con contratos, no como estos que vienen de Marruecos; de las mujeres buenas y obedientes no esas feministas que quieren ponerlo todo del revés. Los progresistas del estado liberal solo han traído angustia e inseguridad, inestabilidad moral, han basado sus discursos en satélites en torno al gran problema económico: la homosexualidad, el feminismo, la libertad religiosa... ,asuntos de una sociedad avanzada que asustan en una sociedad empobrecida y embrutecida  que prefiere añorar aquel mundo ordenado.
  Si la gente quiere volver al orden, la derecha las tiene todas consigo. La derecha es lo que no ha cambiado, el viejo orden moral que permite encontrar un refugio entre el caos.

La derecha usa el discurso de la izquierda para dar seguridad:  con su palabrería sobre gays, feministas, abortos, transexuales os ha engañado y lo peor os han robado. Y como en Andalucía es verdad que el PSOE  ha traicionado a la gente;  la derecha llega con su refugio moral y tradicional y muchos pobres, que estamos analizando a los pobres, los ricos ya sabemos por lo que votan derecha; se dejan llevar por ese deseo de seguridad y la añoranza de un tiempo perdido del que solo han rescatado retazos de felicidad.

Y como el alemán de Django la izquierda  vende al esclavo el relato del reto de ganarse su puesto en la libertad, la libertad individual, y  la derecha la paz y tranquilidad de Stephen.  Muchos ya no creen en los mercenarios ni en los negreros y no votan porque no tienen fe en los nuevos predicadores del mundo feliz.

La derecha se centra en el andaluz individualista y en los sentimientos más viscerales, la envidia, la competencia, el odio, la arrogancia sobrevalorándolos sobre las capacidades del progreso colectivo. Y como Andalucía es un cementerio en cuanto a progreso social y económico; la derecha encuentra terreno abonado en su discurso individualista basado en el chivo expiatorio: el vecino vago, el negro que se beneficia de nuestro esfuerzo, el moro que delinque.

El PSOE ha demostrado durante casi cuarenta años que es solo una casta de nuevos ricos que han parasitado las instituciones y no han logrado ningún cambio profundo en la economía andaluza. Un partido que nunca ha sido andaluz sino un satélite del partido central. 
Muchos votantes han abandonado sin atreverse a girar más a la izquierda por el miedo psicológico a la repetida amenaza sobre el expolio de lo poco que tienen si se gira más a la izquierda.  Discurso mantenido y extendido por el propio PSOE y por la todas las derechas en todas las campañas electorales, y repetido en las televisiones estatal y autonómica por un bipartidismo mucho más agresivo desde que ve perder sus privilegios de los dos hijos únicos.

A esto el pueblo responde con desconfianza a la clase política, con un "todos iguales". Casi todas las estrategias electorales se han basado más en el sentimiento del miedo que en la esperanza. Con el miedo se consigue imponer la ideología sin pasar por la criba del cerebro.
No es solo en Andalucía donde el movimiento campesino y obrero ha sido debilitado llevándolo casi a su desaparición. Sin un movimiento obrero concienciado crece el individualismo y el deseo de salir del agujero oscuro se hace egoismo, en un yo tengo que avanzar, caiga quien caiga. En este campo el discurso del mérito encuentra tierra fértil. Discursos de gente que vive como Dios gracias a la ayuda social van contra la sociedad del trabajo y el mérito y contra los callos de las manos de los abuelos. Las historias sobre los que tienen hijos para hacerse ricos, los que gastan las pagas en drogas y alcohol y sobre  los okupas que roban las casas cuando sales a dar un paseo, son leyendas urbanas de gran calado en las sociedades empobrecidas.
 El moralista pobre de derecha se siente alguien, sin tener nada, porque tiene un a moral potente contra los grandes pecados capitales, que son los derechos sociales convertidos en robos por parte de vagos e inmigrantes. Es este el mejor producto de la reforma agraria siempre prometida y tan aplazada que ha sido olvidada, de la hegemonía de la escuálida burguesia andaluza y del colonialismo de la metrópoli con capital en Madrid.

 Muchos catalanes han magnificado el "a por ellos" indicando que el anticatalanismo ha sido parte del giro hacia la izquierda, pero ese anticatalanismo es antiandalucismo en España y en Cataluña y si alguien me dice que no al desprecio  a lo andaluz desde Despeñaperros hacia arriba, después de leer las respuestas de los seguidores de Antonio Aretxabala a la pregunta sobre Garcia Lorca le invito a volver y reflexionar.  Los chistes y amistades y enemistades entre los hijos del Estado Español con importantes para mantener al padre bien fuerte, no vayamos a hablarnos como hermanos y a organizar algo diferente o a tomar caminos separados.

   Andalucía perdió su identidad asimilándola a la española. Este apropiamiento cultural es mucho más terrible que la prohibición de una lengua porque no da opción a la reacción. Si te consideran tan grande que cogen lo mejor de tu cultura y dicen que pertenece a todo el país, no puedes rebelarte. Si no te dejan hablar tu lengua la rebelión está asegurad.

Esta depreciación del valor de la colectividad, y el desprecio del obrero Stephen hacia los otros obreros y de Django hacia Stephen, deja al alemán y al negrero con las manos libres, pero también oculta un mundo de gente culta y crítica, una ciudadanía solidaria y organizada que lucha contra la pobreza e intenta llevar un discurso basado en la autopercepción de clase y la posibilidad de salir de la miseria mediante los intereses colectivos y no defendiendo a los empresarios exitosos. 
Esta labor es ocultada porque la educación ha sido un sector maltratado en la política del PSOE, no se ha facilitado una sociedad del saber sino del tener, y se ha cerrado la posiblidad de acceder a un conocimiento crítico de la realidad, ayudándose además de un sistema homogéneo de información: prensa, canales de televisión y generadores de conflictos en las redes sociales.



  Para saber de donde viene todo esto, que es general pero tiene sus marcas específicamente andaluzas, hay que conocer la historia de Andalucía. 
Para entender y analizar y no enjuiciar a los pueblos hay que estudiarlos y cuando se estudia Andalucía lo primero que nos llama la atención es su ubicación entre el Atlántico y el Mediterráneo, con un estrecho que une el océano y el mar más transitados hasta el siglo XXI, llave de dos continentes, el europeo y el africano; con una penetrabilidad costera extraordinaria, marcada por la contínua llegada de pueblos y un gran mestizaje cultural; dotada de recursos naturales y culturales; lo segundo es que sea un reducto de pobreza.

  Algo debe haber pasado en esa región que se entregó en grandes parcelas a los vencedores de la conquista castellana y aragonesa; por la que entraba el oro y la plata americanos alimentando una sociedad rentista a la que el Estado Español dio la espalda optando por apoyar las revoluciones industriales catalana y vasca y en la que todos los partidos han debido abandonar cualquier intento de reforma agraria y modernización de la zona por el muro del poder económico con hondas raíces en Madrid.

No hay comentarios:

Publicar un comentario