martes, 14 de enero de 2020

El bosque




Hoy he paseado por el bosque  en silencio, mirando y escuchando.
  Y  me he acordado de aquel hombre ruso, Grisha Perelman,  que vivía en su pequeña casa junto a un bosque por el que caminaba todos los días. Cuando no estaba en su bosque, estaba jugando con las matemáticas  y allí entre otras cosas resolvió la Conjetura de Poincaré,  propuesta un siglo antes.  Pero en lugar de llamar a las grandes instituciones y dar discursos después de los premios y las medallas, se limitó a colgar su solución en una revista científica de internet. Gratis y generosamente. No estaba interesado en la fama ni en el dinero. Este es el prototipo de persona libre.
Un bosque y una pasión no puesta en el otro sino dentro sí mismo  y por lo tanto,  en el todo.
    La felicidad está ligada a ese todo, solo se puede ser feliz en una armonía con el todo. Quien rompe con ese equilibrio destruye toda posibilidad de ser feliz.
 Los millonarios, que levantan muros y  se aíslan de los demás seres humanos e incluso los aniquilan si es necesario, no pueden conocer la felicidad. Solo pueden comprar cosas caras. Su frustración crece como sus cuentas bancarias.
 Cuando uno de estos seres a medias aparece pavoneándose por que puede tener "todo", no ha entendido nada. Ese todo es algo de lo que él mismo se han sustraído. No  pueden tener el bosque de Perelman aunque lo compre.