viernes, 13 de diciembre de 2019

Una mano grabada en la roca, un plátano pegado a la pared.

Cuando en las escuelas o en las universidades nos hablan de arte prehistórico, observamos un tipo de expresión artística simple, unas huellas de manos en una pared, unos animales deformados, unas figuras esquematizadas.
   Aprendimos todo eso y no lo discutimos. No preguntamos el motivo de que esos dibujos infantiles formasen parte de la historia del arte.
No hay nada que requiera menos conocimiento técnico que empapar una mano en sangre de animal o cualquier otro colorante natural y estamparla sobre la pared o simplemente dibujar su contorno. Un niño lo hace sin enseñanza previa.
 Entonces,  ¿ por qué es arte?
  Es muy importante esta pregunta en este contexto, porque el arte no es una habilidad técnica sin más, aunque las habilidades técnicas sean una vía que facilita la expresión artística. Sin ellas es posible que en determinadas ramas artísticas no se logre la comunicación deseada.
    No discutimos la inclusión de estas obras en la historia del arte porque no es algo que nos afecte directamente, porque los medios de comunicación no ponen carnaza cuando critican a una criatura prehistórica tratando de expresarse a su modo.
 Si nos vamos al arte románico , no consideramos especialmente difícil hacer una copia de estas obras. Siguen teniendo algo infantil,  siguen pareciendo algo fácil de hacer. Sin embargo no discutimos su inclusión en la historia del arte.
 Las manos de Santo Tomas Becket parecen dibujadas por alguien que ignora como pintar una mano correctamente. En cuanto a la nariz, las cejas, los ojos... ,nosotros mismos podríamos hacer un retrato semejante sin haber aprendido mucho de dibujo en ninguna institución de enseñanza. Pero nadie discute hoy día que este santo que recibe un corte con una espada sin inmutarse,  sea arte.
  Nos han dicho en las escuelas que tanto las manos como el santo no necesitan más virtuosismo técnico porque era lo que el artista quería expresar, y no nos preguntamos si el artista lo hizo así porque no sabía hacerlo mejor o si dejó de lado sus destrezas para centrarse en su mensaje.
  Las manos quieren decirnos, soy humano, tengo manos y dedos para crear y he estado aquí. Las manos nos llevan más allá de la realidad cotidiana de cazar, comer, recolectar, aparearse, defecar y dormir. Nos hablan de unos animales nuevos que quieren comunicar algo diferente, algo misterioso que vive en su interior, una necesidad de sacar a la luz lo oscuro. No hablamos de belleza, la belleza es un concepto que no siempre ha existido. Hay lenguas que carecen de este vocablo, y sin embargo sus culturas han creado fantásticas obras artísticas.
 El hombre atacado por la espada quiere contar a un pueblo iletrado el modo en que los santos fueron sacrificados en nombre del Dios que debe ser venerado. Santo Tomás llega a los sentimientos más profundos del ser humano creyente para arraigar en los lugares más recónditos de su humanidad las creencias religiosas.
   Hasta las vanguardias decimonónicas no se pone en tela de juicio si una obra sea arte o no aunque sea una pieza simple y  " que haría un niño", pero cuando llega la fotografía y acaba con todo el sentido del arte como representación lo más aproximada posible de la realidad y el arte pierde su sentido. Para qué las Meninas si una cámara puede hacer lo mismo en menos tiempos, si el artista solo debe situar a las personas en su justo orden y disparar.
  El arte ha hecho todo lo que tenía que hacer antes de la fotografía y ahora se presenta un arte que tiene que reinventarse a sí  mismo, definirse de nuevo , deformando la realidad, descomponiéndola, esfumándola o simplemente haciéndola desaparecer.
  Un  camino pedregoso ese de "todo vale".
   Pero es realmente el arte contemporáneo un "todo vale" Yo no lo creo.
 El arte contemporáneo es lo que es nuestro tiempo. Todo es mercancía. El arte también. Todo es efímero, el arte no se hace para perdurar, se hace para que el espectador sea el mismo arte.
 Los 4,33 minutos de John Cage al piano sin tocar el piano,es una obra maestra. Porque la obra no es su virtuosismo al piano, sino el silencio y los ruidos que siguen a su obra sin música. El arte es la tos, el cuchicheo del público, el murmullo, el crujido del papel cuando se hojea...



Ahora vamos a Cattelan, por segunda vez lo tenemos aquí por escandaloso. Pero no ha sido Cattelán quien ha creado el escándalo. El ha presentado su performance. Su banana en una pared, que no significa nada, comida sujeta a una pared con una cinta adhesiva, cualquiera pudo haber hecho eso en el museo como una broma a la broma del arte. Pero he aquí que alguien paga, y aquí empieza la obra de arte. Cuando se paga y los medios de comunicación se lanzan a criticar, a ridiculiar, a reirse del arte, a negar el arte, a atacar el arte, a copiar el arte.
 La Gioconda ha sido copiada mil veces, gorda, mecanizada, despeinada, con vaqueros, en un grafitti, en un plato de pasta, desnuda, sucia, con la cabeza afeitada... La Gioconda nos impresiona a la mayoría porque nos han enseñado en la escuela que es una obra de arte, una cumbre del arte, y dejando aparte que lo sea o no, no nos han enseñado las herramientas para discutirlo.
  El plátano de Cattelán se ha convertido en toda serie de objetos pegados a una pared, en una revolución mediática, en una discusión pública sobre el papel del arte contemporáneo, el cuestionamiento mismo de que  sea arte.... Esas copias, esos discursos, esas críticas es la obra de Cattelán, que sale de la pared y se convierte en otras obras, en discusión y reflexión.
El plátano es la expresión de los privilegios en el arte. pero una mueca absolutamente pertinente. 
La pieza se titula Comedian y nos  lleva al año 1999 cuando el mismo Cattelán presentó A perfect day , en la que una escultura de silicona, muy realista, a tamaño natural de un hombre es sujetada con cinta grís a un muro.  El comediante, el artista pegado a la pared, la obra que se rie del arte no permanente. La banana da un paso más. Se va a pudrir, se paga por un momento, no por la obra.
  A los medios les parece ridículo un plátano real, si fuese un plátano de plástico seguro que hubiese tenido menos impacto. Los medios, la masa ha funcionado como desconocedora de la historia del arte y ante el desconocimiento tenemos el desprecio y la risa. 

  Como en la mano de la pared a la que no le cuestionamos su estatus de arte, en este caso tampoco nos hacemos la pregunta principal: 
¿Porqué debe importarle a la prensa  que un artista realice una obra en aras de su  libertad creativa y por qué  cuestiona que alguien a quien le sobre el dinero compre una obra efímera cuando es lo que hacemos todos cada día?

  La aristocracia mundial luce tiaras de diamantes, usa millones de las arcas públicas en mostrar su poder. Las tiaras son mucho menos valiosas para la vida que un plátano, pero esto no parece interesarle a la prensa.

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