domingo, 31 de octubre de 2021

Los tórridos parientes franceses.


El furor genital de los Borbones no es algo que se le ha aparecido al Campechano o que el Preparao se encargue de pregonar que a él no le afecta. 
 Estas Crónicas borbónicas se van a encargar de demostrar que mientras haya un Borbón, habrá trapicheos, hijos bastardos, perversiones y otros asuntos oscuros.
 Y para ello vamos a empezar por los parientes franceses. Los que nos dejaron el "regalo".

Le Bourbonais fue una provincia histórica del centro de Francia, actual departamento de Allier y parte del departamento de Cher. La provincia subsistió como tal hasta 1790 cuando, después de la revolución, se realizó la nueva división administrativa del país. Entre el 913 y 1327 el señor feudal que dominaba dicha región (el Borbonés) fue conocido como Señor de Borbón, título que se aplicó durante ese periodo a todos los descendientes del clan familiar. Este señorío fue vasallo de Carlomagno.
  El rey Luis VI el Gordo, desdendiente de los Capetos, prefirió a los Borbones, que no eran nobles, como consejeros y vasallos directos suyos. Luego el rey Carlos III el Simple, les entregó algunos feudos y fortalezas en pago a su gran fidelidad. Fue así como Aymar de Bourbon adquirió el castillo de Borbón y lo dejó en herencia a su hijo y luego lo recibió su nieto. ue recibió su hijo Aymón, y después el hijo de este.
 La dinastía Capeto, la más antigua dinastía real de Europa, extendió sus tentáculos por  todo el continente europeo y sirvió para dar sustento a las casas reales de casi la mitad de Europa.

Total unas 25 ramas, de la que tenemos el gusto de participar con nuestro querido Preparao.

El primer rey Borbón de Francia fue Enrique III, rey de Navarra, que asumió el trono de Francia como Enrique IV.

Enrique IV

Reinó en Francia entre finales del siglo XVI y principios del XVII. Para situarlo fue el rey de las luchas entre católicos y calvinistas, o hugonotes y el que al  reconocer el catolicismo como religión de estado pronunció  la legendaria frase "París bien vale una misa"

 De su matrimonio con Margarita de Valois no tuvo hijos, por lo que el matrimonio se anuló. Se casó entonces , con la florentina María de Médicis, con quien tuvo seis hijos, el mayor Luis XIII, sería el padre del Rey Sol, abuelo este de nuestro primer Borbón.

El rey Enrique IV murió apuñalado y luego en la Revolución Francesa su estatua fue destruída y sus restos desmembrados junto a los de los otros reyes enterrados en la Basílica de Saint-Denis. Su calavera fue comprada unos años más tarde en una subasta y trás muchos avatares la tiene hoy Luis Alfonso de Borbón a quién fue denagada su inhumación en la Saint-Dennis Unos genetistas, en 2013, han demostrado que don Luis Alfonso lleva conservando durante años una calavera vete tú a saber de quién

A los seis hijos que tuvo con su esposa hay que añadir 11 hijos ilegítimos que fueron colocados como duques, abades y abadesas.

Una de sus amantes le ayudó en las guerras de los hugonotes y el rey le prometió matrimonio, pero terminada la guerra pensó que no la amaba lo suficiente, cosa que no sucedió con Gabrielle de Estrées, con quien si pensó en anular su matrimonio con Margarita de Valois. Pero la pobre Gabrielle, para alivio de Margarita, murió por comer algo en malas condiciones.

Este triunfo de Margarita no iba a durar porque al no tener hijos se anuló el matrimonio por el Papa y el rey se volvió a casar con la Médici.




Nupcias de María de Médici con Enrique IV de Francia (1600).

Catalina Enriqueta de Balzac d'Entragues fue la siguiente amante. El rey hizo que su esposa conviviera y conociera a sus amantes. 
María de Médicis llamaba a Catalina Enriqueta "esa puta", cuando se cruzba con ella en el palacio.
Un lugar, parece ser, bastante elegante...

Las infidelidades de un rey incapaz de saciarse sexualmente solo cesarían con su muerte cuando el 14 de mayo de 1610 el fanático católico François Ravaillac lo asesinó de dos puñaladas, dejando viuda a su mujer y 17 huérfanos entre legítimos y bastardos.

A Enrique VI le sucedió Luis XIII, llamado el Justo. 
Reinó desde principios hasta mediados del siglo XVII

Luis XIII  
no tuvo bastardos, no porque fuese un rey comedido, sino porque su larga lista de amantes fueron masculinos.

El rey era tartamudo y poco agraciado físicamente. Cuenta el historiador De Prade que el rey tenía una lengua tan gorda y tan grande que cuando se le salía de la boca no la podía retirar y se veía obligado a meterla en la boca de nuevo con los dedos.

La madre, María de Médicis, que había sido regente, arregló la boda con la infanta española Ana de Austria. Las dificultades matrimoniales para tener hijos fueron la comidilla de la corte.

Hay que subrayar que el rey cuando se casó tenía 14 años y 14 años tenía Ana. El rey , poco interesado en el sexo femenino tardó años en consumar su matrimonio . La reina Ana quedó embarazada a los seis años de matrimonio pero y perdió la criatura. 
  Debido a los amoríos de su esposo con diversos galanes de la corte francesa, Ana se retiró a su castillo de Val-de-Grâce, en el que permaneció varios años, hasta  la razón de estado la hizo reconciliarse con Luis XIII, y regresó a París.

Cuando murió su esposo fue regente y nombró al famoso Cardenal Mazarino como presidente del Consejo Real . Quién haya leído o visto Los tres mosqueteros, se acordará del Cardenal Richelieu,  primer ministro de Francia en tiempos de Luis XIII.  Mazarino fue su sucesor
Alejandro Dumas convertiría a la reina Ana de Austria en protagonista de su célebre obra Los tres mosqueteros: la guerra de los 30 años cuyo final supondría el principio del fin del dominio español en Europa y los trapicheos de Ana con su hermano, el rey Austria español, Felipe IV, y el cardenal Richelieu son el fondo de la gran novela de Dumas. 
  Ana acabaría aislada en la propia corte, ignorada, sobre todo por su marido, y fue durante este aislamiento cuando  ocurrió el milagro que lo cambió todo: el embarazo de la reina. Era el año 1638.
  Toda Francia sabía de la nula relación entre los monarcas y para explicar el embarazo se difundió que durante una partida de caza, una inesperada tormenta obligaría al rey Luis XIII a refugiarse en el dormitorio de la reina, naciendo nueve meses después Luis-Dieudonné, “el niño milagro” y futuro Luis XIV.


Luis XIV el rey Sol, convirtió en palacio el coto de caza de su padre Luis XIII. 

Los muros de Versalles verían toda clase de tríos, orgías, pedofilia y un sinfín de perversiones; pero no crean que todo fue maravilloso para el rey en su Versalles lleno de espejos. 

El rey Sol, como el rey Darío de Persia, como Calígula, Lutero, Enrique VIII de INglaterra, Federico II de Prusia, el emperador Carlos V, como Richelieu, Napoleón o Iván el terrible, padecía unas terribles hemorroides. Las hemorroides en este tiempo se convertían en terribles fístulas cuyas operaciones eran complicadas, el mismo Juan de Austria murió de una operación de hemorroides: Somos hijos de nuestra frágil humanidad aunque matemos moros infieles en Lepanto.
   Se cuenta que Luis XIV consumió unos 2.000 purgantes y más de 1.500 enemas además de todos los tratamientos médicos que tanto hicieron sufrir al monarca, tanto que decidió operarse de las terribles almorranas. La intervención fue un éxito. 
  Esta operación de fístula del Rey Sol sirvió también para dar origen al himno nacional inglés.
  Como la curación del rey fue motivo de alegría  para la Corte, se encargó a uno de los mejores músicos de la época, Jean Baptiste Lully, la composición de un himno exaltando la sanación de Luis XIV bajo el título Grand Dieu sauve le Roi "Gran Dios salve al Rey", que más tarde se convirtió en el himno de la monarquía hasta la Revolución francesa y la muerte en la guillotina de Luis XVI.
  En 1714, G. F. Handel estaba de visita en Francia, donde "Grand Dieu sauve le Roi" era la canción más conocida de la época, y se quedó con aquella pegadiza música.
 El 1 de agosto fue nombrado rey de Inglaterra Jorge I de Hannover;  y Handel, que había sido músico de cámara del príncipe Jorge se trasladó definitivamente a Londres, donde verían la luz sus mejores composiciones. 
  Tras darle vueltas a aquella música que había escuchado en Francia y hacerle algún arreglo, se la ofreció a Jorge I como propia y terminó por convertirse en 'God save the Queen' o 'God save the King', el actual himno británico. 
Curado de sus terribles fístulas el rey pudo danzar, comer como una pupa viva y fornicar como un poseso Sus tres grandes aficiones.
   Desde los 12 años mostró un incontenible apetito sexual, el cual fue controlado por la madre Ana de Austria ( la de los tres mosqueteros) para evitar que el niño embarazase a mujeres inapropiadas.

  Luego fue obligado a casarse con María Teresa de Austria, la hija del Austria español Felipe IV. 
 Pero el rey la encontró gorda, con dientes estropeados y horriblemente peinada, por lo que prefirió la compañia de sus amantes . Los hijos de sus amantes,  duquesa de Valliere ( cuatro) y  la marquesa de Montespan ( siete) fueron algunos legitimados y obtuvieron  legitimó títulos nobiliarios.  
Una historia oscura de envenenamientos en la corte a la que se culpo a Madame de Montespan sirvió de excusa al rey sol para echarla para siempre. En realidad se había cansado de ella
Con Claudia de Vi des Oeillets tuvo una hija , no legitimada y con María Angéllica de Scorailles tuvo dos hijos muertos al poco de nacer.

   María Teresa de Austria, por otro lado, gozó de pocas simpatías en la corte de Versalles, Así las cosas vino a alegrar la soledad de la reina un  pigmeo al que bautizaron con el nombre de Nabo. Algunos creen que fue regalo del duque de Beaufort, almirante de Francia, que sentía cierta simpatía por la reina española; otros que fue el propio rey que lo había recibido del embajador de Issiny, un reino africano entre las actuales Ghana y Costa de Marfil.
  La moda de acompañarse por un paje africano cesó bruscamente en la corte francesa cuando la reina dio a luz una niña de piel tan oscura que, según testimonia la duquesa de Orleáns, se parecía al pigmeo que monsieur Beaufort le había traído, que "era muy bonito y que siempre estaba con la Reina".

Unos días después, la niña a la que habían bautizado como Ana Isabel de Francia, falleció, según el doctor Patin, médico de la corte, porque era débil y delicada, y jamás gozó de buena salud. En cuanto al pigmeo Nabo murió también, muy oportunamente, durante el embarazo de la reina.

  Mientras la reina jugaba con su Nabo, el rey mantenía una relación prohibida con su cuñada Enriqueta, duquesa de Orleans, lo que generó un gran escándalo. Para camuflar los chismes Luis decidió tomar por amante a Louise Françoise de La Baume, duquesa de La Vallière, tímida dama de honor de Enriqueta, un “desahogo” que nadie veía con malos ojos. Tuvo con ella cuatro hijos
 Madame de Maintenon, la definitiva era una mujer  culta. En su día fue institutriz de los hijos que el rey tuvo con Madame de Montespan. Contrajo matrimonio en una ceremonia secreta celebrada tras la muerte de María Teresa. 

 Con María Teresa de Austria su esposa española, a pesar de su poca atracción hacia ella, había tenido seis hijos  De esos seis hijos solo uno llegó a la edad adulta, Luis, el Gran Delfín ( al heredero del trono se le solía llamar así, Gran Delfín) 
   

Luis, el Gran Delfin,  murió joven, de viruela; pero dejó la corte bien surtida también. 
Con su esposa Maria Ana Victoria de Babiera tuvo tres hijos: 
El primer hijo de Luis, el Gran Delfín, llamado el Pequeño Delfin, nieto por tanto del Rey Sol, sería le heredero de su abuelo, pero  murió prematuramente  de sarampión; por lo que sería su hijo mayor, el duque de Bretaña, el heredero. Pero el sarampión acabó con él también. Así que sería el hijo menor del Pequeño Delfín , bisnieto del Rey Sol ,quien sobreviviría para llegar a ser Luis XV de Francia.

Su segundo hijo Felipe sería nuestro primer Borbón, rey de España y duque de Anjou. Fundador de la Dinastía Borbón española.
El tercero no tiene relevancia histórica.

Con mademoiselle de Choin el Gran Delfin se casó secreamente tras la muerte de Maria Ana. Había tenido un hijo "El hijo sin nombre", que fue enviado a zonas rurales, donde murió a la  edad de 3 anos. Con Francisca Pitel tuvo dos hijas y con Maria Ana Caumont La Force una hija más.  force una.


  Después de todos estos trapicheos y asuntos de alcoba se nos eclipsa el Rey Sol.

 Es el año 1715 y deja un biznieto de cinco años, como heredero. 
Como regente dejó a su sobrino,  Felipe de Orleans.
 Siete años después, en 1722, el regente falleció y se proclamó la mayoría de edad de Luis XV.
A Felipe de Orleans el Rey Sol lo casó con su hija bastarda legitimada, hija de Madame de Montespan. Felipe a pesar de llamar a su esposa Madame Lucifer tuvo 7 hijas y 1 hijo. También siguió la tradición borbónica con varias amantes y bastardos de los que solo reconoció 4.
Por cierto su esposa Madamoiselle de Blois, fue la única asistente al entierro de su hermano Luis. 
Un caso muy borbónico dentro de la corte del Rey Sol.
Su hijo bastardo Luis de Borbón, hijo de Luisa de Valliere, era considerado un niño precioso.



Luis, el conde Vermandois, en compañía de su hermana Mademoiselle de Blois.

Muchas famililas pusieron sus ojos en él para casarlo con sus hijas, pero el conde de Vermandois tenía otras aficiones  
  El joven se unió a un grupo secreto conocido como La Sagrada Fraternidad de Gloriosos Pederastas donde se celebraban prácticas orgiásticas con menores de edad. El propio Luis de Borbón era menor de edad cuando comenzó a acudir a esta Sagrada Fraternidad, donde se reunía la flor y nata de la aristocracia parisina. 
  Cuando los rumores llegaron al rey Sol, este exilió a su hijo, no por pederasta sino por homosexual.
La homofobia borbónica obligaba a repudiar a las personas que fornicaban con personas de su mismo sexo.
En 1683, con 16 años, Luis de Borbón murió sin haber recuperado el amor de su padre. Solamente su tía y su hermana Mademoiselle de Blois lloraron su muerte. Su cuerpo fue sepultado en la Catedral de Arras.

 Luis XV

 El biznieto del Rey Sol y heredero al trono francés, era una criatura preciosa, con  rasgos angelicales. 
 Las apariencias engañan. El niño tenía una  personalidad tortuosa e indolente que sería protagonista de uno de los reinados más controvertidos de la historia de Francia.
Luis fue un niño enfermizo  por lo que la etiqueta real  le evitó el mínimo esfuerzo. Rodeado de  aduladores, el joven creció como un hedonista al que todo estorbaba y aburría. 
A los dos años ya había perdido a su abuelo, a sus padres y a su hermano mayor; y al morir el Rey Sol se quedó solo, bajo la autoridad de su anciano preceptor, el cardenal de Fleury, en medio de una corte de luto que hervía de ambiciones. 
  Apenas tenía 13 años cuando el equipo de gobierno que sustituyó a la Regencia, dirigido por el duque de Borbón, precipitó su matrimonio. Se temía que la fragilidad de la Corona despertara las ambiciones de las grandes familias aristocráticas, así que, anulando su compromiso con una infanta española de apenas ocho años, se le casó  con la hija del rey polaco Estanislao, María Leszczynska,

Durante los primeros meses de matrimonio el rey, fascinado por aquella joven siete años mayor que él  que dedicaba todo su tiempo a las labores conyugales. El cardenal de Fleury arrancó del joven rey el compromiso de abstenerse del uso matrimonial durante cierto tiempo, al mismo tiempo que le buscaba una favorita manejable y ajena a la política. 
  El duque de Borbón cayó en desgracia a los ojos del rey por un asunto que no viene a cuento y Fleury asumió la dirección de los asuntos públicos mientras el monarca se zambullía  por entero en las diversiones de la corte.  Se exhibía en Versalles junto a la amante de turno sin ningun interés por ocultarse. 
   Entre sus amantes estaban las cuatro hermanas Nesle.  La relación con la segundogénita de las hermanas, Madame de Vintimille acabó en el parto del hijo bastardo del rey.  

  Obsesionado por el sexo y angustiado, Luis XV desatendía las obligaciones de la majestad. 
Cuando el cardenal de Fleury falleció el rey tenía 33 años. Los asuntos de la guerra de sucesión al trono de Austria le obligaron a ir a Flandes. Lo hizo a regañadientes y acompañado por dos de las hermanas Nesle  En Metz las alojó en edificios contiguos al suyo, apenas separados por una galería construida para facilitar su reunión con ellas. 
  El rey enfermó tan gravemente que el obispo de Soissons le exigió castidad y una retractación pública ante la corte. Atemorizado por la muerte, Luis XV accedió. Así que, cuando se recuperó milagrosamente, el «partido devoto» había triunfado en la corte y las amantes habían sido alejadas, aunque no por mucho tiempo.

     Los ruegos del pueblo por la recuperación de su rey le valieron una notable popularidad, de modo que durante un tiempo se convirtió en el bienamado  (le Bienaimé) de los franceses. 

   Por entonces el rey conoció a la que sería después la marquesa de Pompadour: Jeanne-Antoinette Poisson. Gracias no sólo a su atractivo, sino también a su cultura y su don de gentes la joven se mantuvo como amante oficial del rey durante 24 años, aunque al final su papel fue más bien el de una consejera. Su ascendiente sobre Luis XV le procuró un gran poder: expulsaba ministros, nombraba embajadores y distribuía cargos.
  El fin de la guerra de Sucesión austríaca marcó la inflexión definitiva en la imagen del monarca. Con la Hacienda arruinada, en 1749 el ministro Machault propuso un nuevo impuesto del cinco por ciento que gravaría por igual a toda la población, incluidos los privilegiados que estaban exentos del pago. Estos sectores, encabezados por los jueces de los Parlamentos (tribunales supremos), lanzaron una violenta campaña hasta lograr la caída del ministro, con el resultado de que en la guerra de los siete años (1756-1763) la monarquía francesa se quedó sin recursos para proteger las colonias en América y la India, territorios que perdió en 1763.

Su errática política fiscal y las humillantes derrotas militares, sazonadas con los escándalos de su vida privada, convirtieron a Luis XV en blanco directo del descontento popular. 
Muestra de ello fue el atentado que sufrió en 1757 por parte de uno de sus sirvientes, que lo apuñaló con un pequeño cuchillo de ocho centímetros. El rey perdió abundante sangre y, sintiéndose morir, pidió perdón a su mujer y confesó sus pecados, pero al tratarse de una herida superficial, sobrevivió. 

  El rey cayó en brazos de su última amante, la condesa Du Barry, cuya ostentosa presencia en Versalles escandalizó a todo el reino.   En mayo de 1774 el rey falleció de viruela.  Luis XV había dicho que tras él llegaría el diluvio. La Revolución era lo que  se cernía ya sobre el horizonte.

 Su hijo Luis que debiera ser heredero,  había muerto a los 36 años, de tuberculosis. 

Luis se  había casado en 1745 a la edad de 16 años con la prima de su padre, la infanta María Teresa Rafaela de España, octava hija del rey de España Felipe V, quien murió de parto, la hija que tuvieron también murió.

Dos años mas tarde se casaba con Maria Josefa de Sajonia que le dio ocho hijos, de los cuales sólo cinco sobrevivieron a la edad adulta. 
El mayor Luis Augusto fue una gran alegria dada la trágica mortalidad de la monarquia francesa
 
El nieto de Luis XV herederaría el trono y una monarquía a punto ser decapitada.



Luis XVI perdería la cabeza, aunque pudo ser encontrada, no como la de su antepasado y primer Borbón en el trono francés, Enrique IV, el de París bien vale una misa. Hubo algunas esperanzas mientras Luis Alfonso guardaba el tesoro pero la genética lo dejó con una triste calavara espuria.

    Lento de cuerpo y espeso de encantos, Luis XVI resultó ser una excepción en lo concerniente al sexo dentro de la Familia Real francesa. 
  Si los muros de Versalles hablaran el Marqués de Sade quedaría como un escritor de cuentos infantiles. 
  
La extraña calma de  Luis XVI, viene de un desinteres absoluto por el sexo.  
Tras su boda el 16 de mayo de 1770 con María Antonieta, Archiduquesa de Austria, siguió una tediosa noche sin actividad.

La pareja de 17 años dormía en habitaciones separadas, parecía a juicio de los libertinos empleados de Versalles un matrimonio de ancianos. Tras ocho semanas como esposo y esposa, el Conde de Fuentes, embajador de España, informó a su Corte que el matrimonio del todavía Delfín con María Antonieta seguía sin consumarse.
  Su abuelo había inaugurado su matrimonio con la polaca María Leszczynska con una fiebre erótica desatada que, aún en su vejez, seguía latente en su obsesión por las quinceañeras. 

Al conocer la timidez de su nieto y heredero, Luis XV tomó inmediatamente cartas en el asunto y escribió al Príncipe pidiéndole que consumara el matrimonio como fuera, pero el futuro Luis XVI estaba más  volcado en comer, cazar y holgazanear. 
  Cuentan que para quitarse de encima la fogosidad de su esposa, le prometió que cuando se trasladaran a
Compiègne, al norte de Francia, iniciarían su vida íntima. 
  Se comenzó a pensar que se necesitaba un remedio. El 18 de julio de 1770, el cirujano real La Martinière  sangró al Delfín a causa de un resfriado que empeoraba a cada día, aprovechando la situación se le hizo un reconocimiento completo y no se halló ningún impedimento físico.
  Desde Viena, María Teresa, la madre de María Antonieta,  recibió un informe que aconsejaba, cuando ya habían pasado veinte meses sin consumar, que el Delfín se sumergiera en «baños medicinales seguidos de una pequeña operación muy ligera que se presume muy necesaria para eliminar obstáculos a la consumación del matrimonio del príncipe».
 Frente a los que especulaban hasta entonces con un retraso de la pubertad, un embotamiento de las funciones glandulares, una diabetes o un síndrome adiposogenital, los pajaritos de la Archiduquesa señalaron con claridad que la cuestión pasaba por algún problema de frenillo o de fimosis.
El miembro viril de Luis XVI, Rey de Francia, provocó así en París una epidemia de coplas satíricas.

 Luis XV convocó en octubre de 1772 a su nieto y a Maria Antonita y, en una reunión privada, él mismo examinó los genitales de su nieto, con el buen pronóstico de que el problema no necesitaba siquiera operación según su criterio.
   Cuatro años después de la boda, los escasos avances a la hora de practicar sexo motivaron que varios médicos aconsejaran una intervención quirúrgica,  pero Luis XVI se negó por miedo al dolor o a sufrir una infección. Maria Antonieta, sin embargo, sabía ya a esas alturas que su marido, aparte de la posible fimosis, no tenía interés por el sexo.  El problema sexual del Rey pasaba por su falta de pasión y un problema genital sin gran importancia que, al no haber sido operado antes, ahora podía derivar en una dolorosa circuncisión. O, al menos, ese fue el diagnóstico para explicar que los Reyes siguieran siendo vírgenes durante siete años.
   Hubo que esperar hasta que, el 15 de enero de 1776, el afamado cirujano Jacques-Louis Moreau descartó definitivamente la operación y opinó que lo más probable es que el problema se solucionaría cuando normalizara su vida sexo. Sin la sombra de la cirugía, las siguientes intentonas de consumar rozaron lo cómico. Pocos meses después, el Emperador de Austria José II escribió en una carta que el Rey de Francia en su lecho conyugal tiene erecciones muy condicionadas, introduce el miembro, permanece ahí sin moverse durante quizá dos minutos, se retira sin jamás correrse, aún empalmado, y da las buenas noches.  Y está feliz, diciendo lisa y llanamente que solo lo ha hecho por deber ¡y que no le encuentra gusto alguno!. 
No sin culpar a su hermana por falta de carácter, el austriaco se prometió dar una paliza al Monarca en caso de encontrarse con él de aquella guisa. 

Así las cosas, en el verano de 1777 Luis XVI se cayó del caballo como San Pablo. Vio la luz: «Me gusta mucho el placer, lamento no haberlo conocido durante tanto tiempo», escribió a sus tías. Según el diplomático belga Mercy d’Argenteau, la pareja eligió como Día-Dpara consumar al fin su matrimonio, siete años después, la fecha del 18 de agosto, cuando el Rey visitó a la Reina a la salida del baño. «Estoy muy feliz. Hace ocho días que el matrimonio está totalmente consumado. La prueba se ha repetido y ayer incluso de una forma más completa que la primera vez… No creo que esté todavía embarazada, pero al menos tengo la esperanza de poder estar de un momento a otro», relata una emocionada María Antonieta a su madre.

En un ambiente pre revolucionario, la impopular Reina dio a luz en Versalles a su primera hija a finales de ese mismo año. En 1781, nació el Delfín; en 1785, otra hija y en 1786 el futuro Luis XVII. Cuando faltaban tres años para el estallido de la Revolución, Luis XVI cerró con su numerosa familia la ventana a una de las tragedias de su vida y abrió la puerta a la que iba a conducirle hasta la guillotina. La escandalosa vida de la Familia Real no hizo si no echar más leña al descontento del pueblo.

 Amante de la moda, María Antonieta es uno de los personajes históricos femeninos que más controversia ha suscitado en todo el mundo. Si existe en la historia una mujer sinónimo de extravagancia fue María Antonieta Josefa Juana de Habsburgo-Lorena

 Casada con un rey sin interés por el sexo,  acabó ganándos la antipatía del pueblo que la tachó de despilfarradora
  El esplendor y la etiqueta de Versalles no permitía a las grandes damas utilizar un vestido más de una vez, en acontecimientos y actos públicos.



En una Francia marcada por la pobreza de la mayoría de la población, María Antonieta introdujo telas suntuosas como el terciopelo, la seda o el brocado en sustitución del paño. Y adornos como los encajes de chantilly y bordados de hilos dorados y plateados y hasta los abanicos se bordaban en oro y plata sobre barillas de marfil. También los perfumes y las flores y los maquillajes serían el símbolo de un Versalles derrochador. Empolvaba sus pelucas con harina cuando los franceses no tenían pan.

 Precisamente ese Versalles luminoso era el gran símbolo de la decandencia de la monarquía. 
Sobre su promiscuidad no hay datos que lo confirmen, más bien parece que como la "prensa amarilla" no pudo empringarse en el rey poco amigo del sexo, lo hizo con ella.

   

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